Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Información General |NUEVOS MODELOS DE FAMILIA

Madrastras con onda

Tres platenses que se enamoraron de hombres con hijos de otros matrimonios cuentan como se transformaron en madrastras y terminaron compinches de sus hijos postizos

5 de Abril de 2014 | 00:00

Por Lucrecia Gallo

Erase una vez una mujer tan mala, que envidiosa de la belleza de su hija postiza, decide envenenarla. Ni qué hablar de la otra yegua que le hacía fregar el piso a la pobre huérfana con unos zapatos dos números menos.

Ni malas ni feas como en los cuentos, la era de las madrastras malvadas ya fue. Antes, las madres postizas eran las villanas de la película y competían cabeza a cabeza con las suegras en el ranking de las más odiadas. Ahora, limpias de su mala fama, lograron que su apodo suene a insulto y que sea necesario adoptar otro nuevo.

A Yanina, empresaria, 30 años, 2 hijos propios y 4 ajenos, no le dicen madrastra. Para todos es la Gorda, aunque a veces a Ezequiel (17), el más chico de los 4 hijos de Leonardo (45), su marido, se le escapa un mamá. “Es el más cariñoso”, sonríe Yanina, aunque aclara: “El sabe que no me gusta que me cargoseen mucho”.

No se crea que siempre estuvo todo bien. Al principio, como en las películas, la trama empieza complicada. Cuando la pareja ya convivía, invitaron a los dos hijos que Leonardo tenía viviendo en Pehuajó a pasar un fin de semana. Hacía bastante que no veían al padre y mucho menos estaban anoticiados de que él tenía otra mujer. En el camino de la terminal a Tolosa, unas cuantas cuadras de viaje, sobraron para explicar que papá tenía una nueva esposa. “Yo no tengo hambre, no quiero comer”, dijo Ezequiel cuando entró a la cocina y la vio.

Yanina recuerda: “Me hizo la vida imposible”. Y no exagera. Hay que bancar, que te canten “¡qué llore, qué llore, esa malvada!” al ritmo de sábados tropicales. Ezequiel tenía seis y, hoy ella lo sabe, al principio estaba celoso de su hijo y después, temía que cuando Tomás (hoy de 5), el hijo que tuvo con Leonardo, naciera, se quedara sin mimos.

Pero eso es cosa del pasado. Ahí están Yanina y Javier (25) –su hijastro mayor- a carcajadas limpias. “Nos llevamos bien porque somos parecidos. Tenemos el mismo humor negro”, aclara Javier que, por ser el más grande, pasó por todas las madrastras y ni un drama. Pareja en el truco, se saben compinches de las historias guarras, a esa hora en que Yanina manda a dormir a los más chicos y su marido se enoja porque los dos juntos se potencian. Javier la convirtió en confidente, todavía le agradece la chalina que le regaló cuando el viejo no se la quiso comprar y, además, le da la razón cuando ella lo persigue para limpiar las migas que deja en el escritorio de la computadora. Al alma de madre no hay con que darle. Ahora le ceba mate a su hijastro y le repite: “Ya te tengo dicho: que no me llamen nunca para irte a buscar, porque te mato”.

Si por casualidad te enamoraste de un viudo o un divorciado con hijos prestá atención a lo que sigue. Podés sacar tips para aprender a manejarte.

Lorena Valdez Avalos (39), empleada administrativa, desde el principio fue transparente. Una tarde cuando Matías (17) se había mudado a la casa, ella le explicó a Juan Pablo Carciofi (43), su marido: “No voy a ser la mala, así que, si tenemos que decirle algo se lo decís vos”. Así fue. Cada vez que en su familia se toman decisiones importantes se sientan los cuatro a la mesa –porque también está Camila (7), la hermana menor- y todos dicen su opinión. Pero no hace falta ser adulto para comportarse como madre. El otro día, la propia Cami le dijo a Matías: “No me gusta que duermas hasta tan tarde”.

“No me pongo en el lugar de la madre ni quiero ser su amiga, pero siempre voy a estar del lado suyo ante cualquier conflicto”, dice Lorena y aclara: “En casa soy la DT”. Más permeable que el marido, dice ser el puente entre padre e hijo. Se hace cargo de todo lo que refiere a Matías y con gusto. Lo lleva a la escuela, lo acompaña al médico y sabe que cuando se pone nervioso, lo mejor es esperar a que se le pase.

Ahora mismo, mientras tratan de hurgar en los recuerdos, Lorena suelta una sonrisa y le dice a su esposo: “Contá que me hace más caso a mí y que cuando fuimos a la montaña rusa del Parque de la Costa –todavía era chico- se quiso subir conmigo”.

La base de su familia es: cariño, respeto y confianza. Juan Pablo no iba a estar con una mujer que no quisiera a su hijo. Lo supo cuando se separó de la madre del nene, y mucho antes también, porque claro –explica- sabe en carne propia lo que es tener una madrastra como la de los cuentos.

La que sigue no es una película de domingo, pero es bastante rosa. Tanto que las protagonistas de esta historia: Dulcinea y Magdalena Luz Parrillo junto a su madrastra “Grachu” como le dicen a Graciela Chiera (44), economista -casada hace 20 con el papá de las chicas, y madre de Felipe Parrillo- no encuentran situaciones conflictivas entre ellas, hasta que por fin dan con una de no creer. Un día en que todos lloraron. Si bien pelearse en un Museo del Cairo no debería contar como pelea, vale la anécdota. Estaban de viaje, Parrillo padre cumplía 50 años y tanto él, como Graciela, y las dos chicas alucinaron con ese lugar. El único empelotado era Felipe. Allí, el más chico, en estado de puro aburrimiento, fue la condición para que las hijas de Parrillo se cruzaran. “Graciela hacete cargo de tu hijo que está insoportable”, creen que le dijeron. Pero para pelea, es muy tibia. Así que mejor contemos lo mejor de esta familia.

Luz conoció a su madrastra en un viaje que hizo a los 13, con su papá, por Perú. Graciela entonces tenía 25, 12 más que Luz y 12 menos que Daniel, quien después de ese viaje se convirtió en su marido, padre de su hijo y madrastra de las chicas.

“Mis viejos no esperaban que me enganchara con un hombre que tenía dos hijas de mujeres diferentes”, se acuerda Graciela, hija única. Pero ella no tuvo miedo. Hoy, asegura: “Cuando hablo, digo mis hijos y no aclaro cuáles son míos y cuáles políticos”.

La clave para Graciela: cada uno supo en qué baldosa estaba parado. Sin egoísmos y mucho diálogo. Si uno les pide que digan lo que no le gusta de la otra. Luz es rápida. A ella no le gusta que cuando “su madrastra” está de mal humor no distinga con quién agarrársela y ella no sabe que decir y entonces dice: “la excesiva frontalidad de Luz, me encanta”.

Luz, 32 años y un hijo de 6 meses, asegura: “Siempre nos llevamos bien”. “Al principio yo veía que ella no tenía idea de las cosas de la casa y yo ya cocinaba y planchaba en la casa de mi mamá”, suma. Pero lejos del conflicto, colaboraba con ella y le explicaba cómo se hacían las tareas del hogar. “Luz es mi amiga, mi par, con la que puedo hablar de todo y Dulcinea, la hija mujer que no tuve. Con ella soy más maternal”, concluye Graciela.

Parece mentira, pero mire si serán copadas las madrastras que hasta escriben sobre el tema. Cuando Valeria Dotro (41) -licenciada en comunicación, responsable del área de contenidos del canal Pakapaka- esperaba su primer hijo tuvo la necesidad de hacer catarsis. El que venía en camino llegaba a una familia con madre, padre y dos hermanos. Fue ahí donde creo: demadresyensambles.blogspot.com como antesala de un libro sobre familias ensambladas. ¿Quién dijo que es fácil?, Primer modelo: SSCH (soltera con separado con hijos) o El modelo SSHM (soltera con separado con hijos mayores), son algunos de sus textos favoritos.

“El desafío de una madrastra es lograr la integración”, dice Dotro y se sincera: “Se pone difícil cuando aparecen los hijos en común”. Las cosas tienen sus pro y sus contra. A favor: para los hijos de Valeria es maravilloso tener hermanos mayores y para ella “ser madrastra” fue desligarse de la responsabilidad total que implica la crianza. En contra. “Tener que aguantar modos distintos de crianza aunque esos chicos vivan en mi casa y se críen con mis hijos”, afirma Valeria, al tiempo que se pone firme: “El límite inquebrantable siempre será respetar la palabra de la madre”. Esa es la actitud, señores. La pesadilla de las brujas dentro del hogar pasó de moda. Madrastras eran las de antes.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$120/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $1870

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$160/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2880

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$120.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $1870.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla