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Información General |NUEVAS FOBIAS

Cada vez más gente sufre miedos extraños

Desde un temor inexplicable a mirarse en un espejo hasta la rara imposibilidad de repetir palabras de muchas letras, el nuevo siglo trae un conjunto de fobias que recién ahora comienzan a tratarse y descubrirse

13 de Abril de 2014 | 00:00

Clic para ampliar“Desde chica le tengo miedo a las tormentas y los truenos, como mi mamá. Ahora, con 40 años, me doy cuenta de que es exagerado, como me lo dicen mis hijos. Pero por más que lo piense no puedo controlarme. Antes me pasaba sólo cuando los rayos y los truenos eran muy, muy fuertes, pero ahora con el primero ya salto de la silla, me paralizo y no me puedo contener. Quedo pendiente de las noticias del tiempo, alerta y esperando un trueno nuevo. Aterrada”.

El relato pertenece a una paciente psiquiátrica de nuestra ciudad, donde los especialistas reconocen que los miedos exagerados a las tormentas y los rayos comenzaron a hacerse más frecuentes a partir de la inundación del 2 de abril. No son los únicos temores poco convencionales que pueblan los consultorios de muchos psiquiatras. De un tiempo a esta parte, según se admite, la proliferación de las denominadas fobias raras se está volviendo, paradójicamente, cada vez menos raro.

Desde el miedo a mirarse a un espejo hasta la necesidad de evitar pronunciar o leer palabras de muchas letras, cada vez son más los que transitan por el calvario cotidiano de las conductas fóbicas poco conocidas por el común de la gente.

puro miedo

¿Alguna vez tuvo que quedarse parado en un lugar porque tuvo pánico a sentarse? ¿O le pidió a alguien que dejara de bailar porque le hacía sentir mal? ¿O experimentó en algún momento un terror inexplicable a los árboles o las nubes? Tal vez alguna vez. Tal vez nunca. Con todo, a casi al 10% de la población le sucede muchas más veces de las que cualquiera quisiera soportar.

“La mala noticia es que suele agravarse con el tiempo, sobre todo si no hay tratamiento -apunta el psiquiatra platense Pedro Gargoloff-. Bien sabe quien sufre alguna de estas fobias que cuando más severo es su miedo y más absurdo o irracional es, menos posibilidades de reconocimiento por las personas próximas a él, sintiéndose más incomprendidos y aislados. La buena noticia es que es una condición tratable en el campo de la salud mental, con posibilidades muy esperanzadoras de resolución mediante la oportuna intervención”.

Clic para ampliarLos especialistas definen a las fobias como el miedo excesivo a un objeto o situación, y quien lo padece puede sufrir un ataque de pánico si se expone a él. De ahí que sean muchos los que sufran o conozcan a una persona que potencialmente pueda ser considerada fóbica. Las llamadas fobias específicas están contempladas en el Manual de los Trastornos Mentales de la American Psychological Association, y según Fóbicos Anónimos hasta el momento se llevan registradas más de 6.500 fobias distintas.

Otra patología relacionada a las fobias, pero que no son sinónimo, es el llamado ataque de pánico, que desde el punto de vista psiquiátrico es considerado como una vivencia de miedo o terror intenso, con sensaciones de descontrol, desmayo o muerte inminente que se producen en conjunto y que se presentan súbitamente en individuos predispuestos.

“Nadie conoce el origen puntual de estos padecimientos -asegura el psiquiatra local Eduardo Pirra-. Dado su carácter irracional y desproporcionado, las fobias o el miedo repentino a morirse escapan al dominio del sujeto. Un miedo puede llegar a vencerse por medio de la voluntad, la reflexión o el esfuerzo personal. Las fobias, en cambio, se presentan como barreras ante las que no valen las categorías de valiente y cobarde. Directamente nos superan. Y que haya fobias cada vez más extrañas, más rebuscadas, tal vez responda a que el mundo en que vivimos se torna cada vez un poco más extraño y rebuscado”.

En la lista de los nuevos trastornos fóbicos aparecen males que, de no ser porque son reales y hacen sufrir a muchas personas, parecerían sacados de algún sketch de humor bizarro. Catoptrofobia (miedo a los espejos), omfalofobia (miedo a los ombligos) o cronofobia (miedo al paso del tiempo) son sólo algunos de los tantos ejemplos que vienen nutriendo en este último tiempo los manuales de psiquiatría (ver “Las 10 más...”)

Con todo, sea un temor a reflejarse en el espejo o a sentarse simplemente en una silla, el universo de los trastornos y las fobias es algo cada vez más conocido por el común de la gente y los nombres más tradicionales de cada variedad se repiten como si fueran los títulos de una saga de suspenso: agorafobia, fobia social, fobia específica o, acaso la variedad más popular de todas, el trastorno obsesivo compulsivo.

Cuando uno repasa las diferencias y similitudes de cada una, descubre que la agorafobia se refiere al miedo a los espacios abiertos, que la fobia social es el temor a quedar ridiculizado ante los demás y que la fobia específica no es más que el rechazo a determinados objetos, animales o situaciones puntuales.

“Es un temor infundado y exagerado hacia elementos particulares”, explica Gargoloff, para quien el tratamiento de las fobias “debe realizarse desde varias perspectivas: psicoterapéutica, en particular las cognitivo comportamentales y de exposición; algunos fármacos del grupo de los antidepresivos y las terapias grupales”.

Para Pirra, en tanto, “al margen de la personalidad de base que propicie este tipo de reacción, es evidente que las condiciones de insalubridad que generan algunos sectores de la sociedad tienen gran incidencia. Somos de alguna manera nuestro entorno. Y ante un entorno cada vez más complejo, hostil e inmanejable, resulta bastante lógico que el hombre actual sea un sujeto temeroso”.

Las estadísticas mundiales, por su parte, dicen que la fobia social afecta al 14% de la población. Y según los datos del Centro de Investigaciones Médicas en Ansiedad (IMA) en base a un estudio sobre 384 pacientes que se atienden por fobia social, se detectó que el promedio de edad de consulta por este tema es de 33 años. Hay mayoría de mujeres (70%) y de pacientes sin pareja (58%). Y en ocho de cada diez casos, la fobia aparece vinculada a otros trastornos, fundamentalmente la depresión y el consumo excesivo de alcohol.

Entre las nuevas fobias aparecen males que, de no ser porque hacen sufrir a muchas personas, parecerían sacados de algún sketch de humor bizarro

Para la Organización Mundial de la Salud, hay que decir, existen más de 250 tipos de fobias reconocidas y estudiadas. Se calcula que más del 7% de la población mundial padece algún tipo de éstas en su categoría más simple, mientras que el 4% desarrollará una de tipo complejo.

La psiquiatría ha distinguido las fobias simples como aquellas que son desencadenadas por un objeto determinado, fácil de identificar y son las que afectarían a ese 7% de la población. En primera fila aparecen los insectos, los ratones y las serpientes, objetos fóbicos que afectan en su mayoría a las mujeres. Bien definido asimismo, está el terror a las tormentas, a las alturas y a los precipicios, los que figuran a la cabeza de las estadísticas, seguidos de cerca por el vértigo que provocan la sangre y los hospitales. Estas aversiones, se apunta, son más frecuentes en los hombres.

“Es un miedo irracional de alta incidencia que se puede revertir si se aprenden las técnicas apropiadas”, dice Roberto Ré, médico psiquiatra y fundador de la Asociación Argentina de los Trastornos de Ansiedad (AATA) y quien pone en este conjunto también el miedo irracional a los exámenes, que no es sólo el temor lógico a presentarse a una prueba sino un pánico a veces infundado que termina paralizando. Este trastorno puntual que, como toda fobia lleva a la evitación de la situación, afecta a un 13% de los estudiantes.

“La persona que sufre de fobia social es esclavo de sus pensamientos negativos, lo que lo lleva a no poder confrontar con lo que teme, como quien no puede subir a un avión o a un ascensor”, explica Ré, coordinador además de la Red Sanar, una organización de bien púbico que mediante psicoeducación asiste y previene trastornos de ansiedad, estrés, fobia, pánico y depresión.

El miedo a los espejos, los ombligos o las nubes todavía no son tan comunes como el temor a una araña, a presentarse a un examen o a subir a un ascensor. Pero la propia psiquiatría asegura que sólo es cuestión de tiempo. Ya aparecieron los primeros casos. Ya se oyen las voces temerosas de quienes sufren horrores por cosas que, aunque tal vez resulte injusto o paradójico, a otros sólo les cause gracia.

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