¿Crecimiento horizontal o vertical de la Ciudad?

Por TOMAS O. GARCIA (*)

Virtudes de la densificación del casco urbano.

"Frente a cada hecho socio-cultural o político, la ciudad se arruga" afirmaba Spengler. No hay mejor texto de la cultura de un pueblo, que le estudio de la ciudad.

Nuestra ciudad es uno de los testimonios más claro de estas afirmaciones. Fue y es la "arruga" que testimonia la realidad político cultural de 1880-1882, y su devenir histórico hasta el presente.

Nace como expresión de un tiempo (momento histórico particular) y de un espacio (circunstancia geográfica particular). Ese vínculo témporo-espacial, define las necesidades y requerimientos, en suma las realidades históricas de la vida de un país y de sus ciudadanos, desde 1882 hasta nuestros días.

La generación fundacional priorizó en el diseño de la ciudad de La Plata, el "valor de uso" sobre el "valor de cambio". Nuestra ciudad concreta en su casco original una fuerte presencia del espacio público.

Si mensuramos la superficie destinada a calles / avenidas / diagonales / boulevares / plazas / parques y el bosque, encontraríamos un alto porcentaje de espacio público en su cuadrado básico. Lo cuantitativo, también aquí, expresa una forma de cualificar.

La Plata, como proyecto de gran escala (no hubo otro en la historia de nuestro país) expresaba como utopía geométrica, la estructura Constitucional y la Organización Nacional (1853 / 60 a 1882). La Plata, encuentra su identidad de base, como capital de la Provincia de Buenos Aires.

Analizando su devenir histórico surge en la actualidad una pregunta ¿La ciudad y sus ciudadanos mantienen la vocación de capitalidad de sus orígenes?

Una foto aérea actual de nuestra ciudad, expresa con la crudeza de una radiografía biológica, las enfermedades de nuestra sociedad, ya que su crecimiento periférico con una extensión horizontal absurda, ha desdibujado su estructura urbana original (ya no hay más avenidas cada 6 cuadras, parques o plazas en el cruce de avenidas o diagonales, ya no hay árboles en sus calles y se nota una alarmante ausencia de espacios públicos como condensador e integrador social.

Dicho en otras palabras, hemos abandonado los derechos constitucionales y predomina la marginación y la injusticia social como base económica, expresando claramente la contradicción centro-periferia, individuo-sociedad.

La expulsión de la ciudad de muchos ciudadanos y de sus familias se debe a causas muy complejas. En homenaje a la brevedad, solo digamos algunas: hay quienes con posibilidades económicas de elegir buscan un lugar con más presencia verde, en búsqueda de una concepción de “calidad de vida”, otros están condenados a radicarse en villas miserias, zonas inundables sin servicios esenciales para la salud como la presencia de cloacas, agua potable, sin estructura urbana, sin espacios públicos, condenados a mayores costos de transporte público o privado, siempre deficitario y de energía (gas en garrafa, varias veces más caro que gas natural), etc., etc.

Esta expansión horizontal de la ciudad, hace de imposible solución para cualquier concepción política, ya que se desarrolla un “déficit exponencial” en estructura e infraestructura de servicios.

Resulta imposible, con recursos públicos llegar con electricidad, agua corriente, cloacas, gas natural, asfalto, servicios de educación y salud, transporte público, cable TV, telefonía y los modernos servicios informáticos, a una ciudad que crece exponencialmente en cuatro direcciones. El atraso conceptual de las intervenciones estatales, en la llamada “vivienda social” por distintos partidos políticos nacionales y provinciales pone en evidencia un atraso de 180 años, que con el modelo inglés de ciudad jardín, (1830) una casa en un lote, se convierte inevitablemente en implantaciones marginales de la ciudad.

Sólo a modo de ejemplo, aún si nos basamos en un lote pequeño de 10 x 20, es decir 200 m2 de superficie para una sola casa y si a nivel nacional existe un déficit de 4.000.000 de viviendas (incluyendo el equipamiento urbano a estándar vivienda), se necesitaría una superficie de 4.000.000 x 200 m2 = 800.000.000m2 lo que resulta absurdo por donde se lo mire (es el absurdo del Plan Federal de viviendas). Cuando la vivienda se aleja de la ciudad, se producen dos fenómenos: desintegración social y des-economía urbana. Por otro lado refleja el atraso conceptual aún con las mejores intenciones (el infierno está lleno de buenas intenciones).

La naturaleza empleó muchísimo tiempo en crear un pequeño espesor de tierra fértil (humus) para que se desarrolle la vida vegetal y animal, como alimento del hombre y el error conceptual de nuestras políticas las convierten en improductivas, ocupándolas con viviendas unifamiliares, en plena pampa húmeda.

EL FUTURO

Sólo se podrá paliar los efectos futuros del déficit social, habitacional y urbano, con la construcción de una auténtica democracia republicana, en paralelo a una democracia económica, a través de una redistribución del ingreso y de un cambio conceptual imperioso y urgente como es el de cambiar el concepto del derecho a la vivienda por el derecho a la ciudad, es decir, a una vida social integrada.

Resulta a todas luces falaz, la afirmación de que la alta densidad atenta contra la calidad de vida. La experiencia actual, como consecuencia a veces, de la especulación inmobiliaria y la ausencia de políticas activas del estado municipal para defender la ciudad a través de la calidad de la arquitectura que se construye, puede llevarnos a ese equívoco.

La calidad de vida depende de la buena arquitectura urbana, ya que la mera suma de buenos edificios no hace una buena ciudad. No debemos olvidar que la historia de la cultura de la humanidad, queda expresada en un proceso de creciente urbanización con la sola excepción de la caída del Imperio Romano, en donde se produce, por única vez en la historia, un proceso de des-urbanización. Es decir, que vivir en ese ámbito artificial que es la ciudad, como producto cultural, es un rasgo identitario de la raza humana.

La Plata fue concebida como un proyecto a mayor escala. Nos falta en la actualidad, un proyecto de desarrollo urbano que imite y emule al de la generación fundacional y convierta nuevamente a La Plata en un modelo nacional. Es nuestro desafío como ciudadanos y como proyectistas de un modelo colectivo. Se trata de concebir y concretar un desarrollo urbano en el tiempo (mediano y largo plazo), sustentable, tanto en lo político como en lo técnico.

Si logramos construir una sociedad más justa, libre e igualitaria, como desafío de nuestro tiempo histórico, la ciudad y la región deberá encontrar las transformaciones necesarias para expresar la "arruga" de su progreso socio-cultural.

Como queda dicho, un relevamiento de nuestra realidad, nos da el testimonio de un casco histórico con gran presencia de espacio público y equipamiento urbano y una periferia fundamentalmente residencial poco equipada (aunque se hallan desarrollado "nuevas centralidades" en algunos barrios característicos.

Una política de desarrollo urbano deseable y alcanzable en el tiempo, sería, para decirlo de un modo sintético: redensificar el casco histórico y equipar la periferia.

La historia de la humanidad nos señala, que todas las ciudades en su devenir histórico, sufren un proceso de demolición y construcción permanente, para permitir que cada generación deje la huella cultural de su tiempo histórico, en términos de contenido y forma.

La riqueza de la ciudad histórica en la dialéctica de conservación - transformación, requiere en cada tiempo histórico una "ciudad viva" en desarrollo y crecimiento y no un museo de vivencias pasadas (pensemos en la transformación del Paris medieval, al Paris moderno).

A la historia hay que respetarla pero no hay que tener miedo de construirla, a la luz de los nuevos temas y las nuevas propuestas de transformación ya que cada presente también será historia.

La transformación de la ciudad, a la luz de una política orientada a la redensificación del casco, será gradual, tanto en el M.U.M. (módulo urbano mínimo) "la manzana", como en los "enclaves" (6 manzanas por 6 manzanas) de avenida a avenida, y en el total del casco urbano como expresión del concepto actual de Arquitectura - Ciudad, hasta concretar el proyecto original concebido y proyectado por Pedro Benoit en 1882 de 1.000.000 de habitantes (un millón de ciudadanos) en el ejido urbano.

En la línea de ese objetivo resulta imprescindible que se modifiquen los actuales indicadores de la Ordenanza Territorial y Uso del Suelo (al margen de las virtudes reconocidas), en pos de permitir una mayor densidad y margen volumétrico (alturas de la edificación) igualándola a los valores del centro de la ciudad (zona C1) para todo el casco urbano, particularmente para las zonas aledañas a la avenida de Circunvalación (zona UR1), existen en esta zona predominantemente de viviendas unifamiliares de planta baja, una muy baja densidad de sólo 150 habitantes por hectárea (como al principio del siglo XX) con toda la infraestructura de servicios, lo que constituye un verdadero absurdo urbano. El crecimiento demográfico nos obliga a modificar los estándares señalados a un siglo de distancia.

Al permitir una mayor densidad, aumenta considerablemente la oferta y de ese modo bajan los valores de los lotes, posibilitando un desarrollo arquitectónico deseable y mayor accesibilidad económica atendiendo al incremento poblacional y incorporando a vastos sectores, a las virtudes y libertades de la vida urbana.

La densificación del casco alienta a un desarrollo peatonal mayor, y a un uso más masivo de la bicicleta en función de distancias abarcables (no resulta fácil venir en bicicleta desde Villa Elisa al centro.

Los que habitan en el centro o en zonas próximas, sólo usan el automóvil con un destino interurbano (distancias medias y largas), con las consecuencias positivas para la salud ya que la peatonalidad y el uso de las bicicletas resultan hoy recomendaciones básicas de los médicos. (Resulta ilustrativo la concurrencia de ciudadanos a los senderos peatonales de plazas o parques sólo para caminar).

Resulta imprescindible un nuevo proyecto de infraestructura de servicios y de estacionamientos ya que la actual infraestructura resulta por su antigüedad y su falta de inversión, no solo vieja, sino obsoleta para recibir el impacto habitacional que implicaría el incremento de densidad postulado, usando para dicho proyecto la disponibilidad de la avenida Circunvalación a lo largo de su recorrido, con una superficie importante y que al ser de tierra posibilitaría aliviar gastos, de todos modos y a todas luces más económico, que el desarrollo exponencial de infraestructura y de servicios, que pudiera atender eficientemente al desarrollo exponencial en cuatro direcciones de la ciudad de resolución imposible.

La redensificación, al interior del casco urbano, disminuiría significativamente los gastos de transporte público y privado para los usuarios, en términos de ahorro de tiempo y dinero, dando independencia a cada miembro de la familia tipo, en atención a sus propias y diferentes actividades.

Simultáneamente reduciría el problema del ingreso masivo de automóviles al centro, de aquellos que eligieron vivir en la periferia (a veces dos autos por familia) y los conflictos de tránsito y estacionamiento, en la crisis de crecimiento de las áreas centrales, reduciendo asimismo los problemas de contaminación por los gases de la combustión automotor.

En un proceso paulatino pero constante, se debe resolver el estacionamiento urbano en el interior de las manzanas, alentando por parte de las reglamentaciones municipales la unión de lotes que posibiliten proyectos que incluyan el estacionamiento interior a la línea municipal, en la búsqueda de liberar las calzadas que hoy se ven disminuidas en dos trochas (autos estacionados a ambos lados de la calle) aumentando en consecuencia el flujo del tránsito.

Resulta a su vez imprescindible incrementar un servicio de transporte eficiente (público y privado) que posibilite aquellos que arriben a la ciudad desde la periferia, puedan abandonar el auto particular en cocheras municipales, en grandes estacionamientos, desarrollados en los cruces de la avenida de Circunvalación con los accesos principales a la ciudad, de tal modo de producirse con una frecuencia constante y permanente el traslado de los usuarios a los centros de trabajo administrativo, comercial, universitario y de recreación, de modo de llegar a destino sin tener que buscar estacionamiento en el centro. Estas alternativas, algo utópicas, deben ir encontrando soluciones en el desarrollo de una cultura urbana, y sólo en base a la convicción de cada usuario de su conveniencia particular, ya que una vez adoptado el sistema, ahorra su valioso tiempo, dinero y evita el mal humor.

La mejora del ambiente urbano, traducido en calidad de vida a través de una buena arquitectura, seducirá a quienes la han abandonado, al regreso a la ciudad, recuperando para sí, la enorme cantidad de tiempo insumido en transporte público o privado. Este fenómeno ha ocurrido en muchas ciudades del mundo, cuyos habitantes después de irse del centro, hoy lo han recuperado en calidad de vida urbana y densidad habitacional.

(*) Profesor – Arquitecto