Entre temores económicos y movimientos políticos

KICILLOF, AL FRENTE DE UNA AGENDA ECONÓMICA CARGADA DE INCERTIDUMBRE

Por MARIANO SPEZZAPRIA

Twitter: @mnspezzapria

Todavía no lo dicen abiertamente, pero desde hace algunas semanas que en todos los espacios políticos -incluido el oficialismo- se desparrama la preocupación por el nivel de empleo, que comienza a encender luces amarillas en diversas ramas de la producción, en un escenario en el que la contracción de la actividad económica ya no se expresa solamente en la caída del consumo, sino que empieza a afectar a variables más sensibles como la relacionada con la estabilidad laboral.

La punta del iceberg asomó en la industria automotriz, que aplica suspensiones y analiza planes de ajuste de personal a raíz de una merma en las ventas del orden del 30% este año. A su manera, el Gobierno admitió el problema cuando lanzó el proyecto para combatir el trabajo en negro, que ya ingresó al Senado, pero no es de esperar que sus funcionarios hablen directamente del asunto, así como tampoco lo hacen de la inflación y la reducen a un mero “reacomodamiento de precios”.

CONTRASTES

Los voceros del oficialismo insisten en ponderar, no obstante, que los shoppings y los restaurantes lucen repletos de consumidores y que cada fin de semana largo refleja que el poder adquisitivo de los argentinos está intacto. Sin embargo, más allá del voluntarismo entendible, las cifras que se manejan en los últimos meses se empeñan en rebatirlos en forma sistemática. En esta Semana Santa, las ventas minoristas cayeron 2% en comparación con el año pasado, según la CAME.

La Confederación Argentina de la Mediana Empresa no es, por cierto, una entidad opositora. Pero no puede pasar por alto lo que está sucediendo: en cualquier localidad que se recorra salta a la vista que cada vez más locales comerciales se venden o están disponibles para el alquiler. En este contexto, el Gobierno necesita inyectar dinero para robustecer el consumo y es cuestión de tiempo que anuncie un aumento del mínimo no imponible del polémico Impuesto a las Ganancias.

Algunas versiones indican que el piso del gravamen se ubicaría en los 20.000 pesos, por lo cual sería elevado un 30% para que no afecte los acuerdos de paritarias que se estarán cerrando en estas semanas. En forma paralela, el ministerio de Economía y el Banco Central deberían encontrar la manera de acceder a los dólares para fortalecer las reservas, en momentos en que se extienden los pronósticos sobre una posible devaluación para el segundo semestre, si eso no sucediera.

Pero el ministro Axel Kicillof no precisó si el Gobierno nacional acudirá al financiamiento externo tras su participación en la asamblea anual del FMI. El ingreso de capitales por esa vía permitiría aliviar el ajuste el marcha y postergar las definiciones de fondo para el próximo gobierno. Una de ellas pasará por la cuestión fiscal: el déficit de las provincias argentinas aumentaría este año casi un 70% respecto de 2013, de acuerdo a un estudio de la consultora Economía & Regiones.

En este punto es donde empieza a tallar la política: ante la certeza de que la presidenta Cristina Kirchner ya no tiene tiempo ni ambición para encarar las reformas necesarias, son los aspirantes a sucederla los que se arremangan para ganar el favor de la sociedad. Uno de ellos es Daniel Scioli, quien suele favorecer la estabilidad del kirchnerismo aún contra la propia voluntad de sectores ultra-cristinistas. Así podría catalogarse la declaración de la emergencia de seguridad en la Provincia.

OTRA AGENDA

De hecho, el Gobernador logró de esa manera desplazar de la agenda del debate político la polémica por la reforma del Código Penal, con la que Sergio Massa había conseguido poner en aprietos al kirchnerismo haciendo notar su falta de sintonía con las demandas de los ciudadanos. Pero Scioli también pensó en sí mismo al definir que su gestión debía llevar una marca distintiva antes de encarar el proceso electoral de 2015. Ese “sello de agua” no será otro que el de la seguridad.

El mandatario bonaerense cuenta, en esta contienda de resultado incierto, con un punto a favor: su ministro de Seguridad, Alejandro Granados, tiene aptitud para recomponer el puente que se había deteriorado en su relación con los intendentes, especialmente los del Conurbano. El propio “sheriff” es un intendente (de Ezeiza, en uso de licencia) y eso pesa en el contacto con los jefes comunales. Su impulso a la creación de las Policías locales completa un combo favorable a su gestión.

Así, no sorprendieron los elogios que cruzó con el intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, integrante del opositor Frente Renovador, al poner en marcha en ese distrito del noroeste del GBA el primer Centro de Protección Comunitaria en territorio provincial. Antes, ambos habían mantenido un almuerzo privado. Aunque eso no significa que el massismo esté a punto de perder a uno de los suyos, sino que los contactos son muy fluidos en todo el peronismo bonaerense.

FOTO EN ARRECIFES

Tanto es así, que el propio Massa viajó ayer a la ciudad de Arrecifes para fotografiarse con el intendente local, Daniel Bolinaga, quien hace sólo un mes había negado su pase al massismo cuando firmó una adhesión contra la reforma del Código Penal. El líder del FR sigue apuntando a armar una red nacional de intendentes que le de sustento a su candidatura presidencial y por eso intensificará sus salidas al interior del país. La próxima escala de su periplo será Corrientes.

Tampoco descuida la construcción de su imagen en el exterior, a juzgar por su reciente viaje a San Pablo, donde fue recibido por los industriales más poderosos de Brasil y por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, uno de los principales líderes de oposición al PT gobernante. Los hombres de negocios se quejaron ante Massa de la “falta de reglas consistentes” en la Argentina, a la que atribuyeron el freno de las inversiones brasileñas en nuestro territorio desde 2009.

FRENTE OPOSITOR

En Buenos Aires, mientras tanto, se confirmaba que el próximo martes será presentado en sociedad el Frente Amplio Unen, con un acto en un teatro porteño que permitió a algunos de sus seguidores bromear con la consigna “Broadway o Perón”. Al mismo tiempo, se disparó un coqueteo prematuro con el PRO de Mauricio Macri, que aspira a disputar el ballotage el año que viene contra Massa o Scioli. Para ello, necesita fortalecer su candidatura con el apoyo del radicalismo y sus socios.

Pero en Unen parecen estar pensando a la inversa, es decir sumar el apoyo del macrismo para que alguno de sus dirigentes (Julio Cobos, Hermes Binner, Elisa Carrió) logre llegar a la segunda vuelta “contra el peronismo” en 2015. Como sea, salta a la vista que ambas fuerzas se necesitarán y por eso el PRO presentará el martes un proyecto de ley para habilitar la posibilidad de que el ganador de la interna en las PASO pueda llevar a uno de sus eventuales competidores como vicepresidente.

Aunque el Gobierno no estará ajeno al devenir de los acontecimientos -tiene la potestad de vetar cualquier cambio en el sistema electoral-, ahora sus preocupaciones son de corto plazo. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, debió desmentir versiones sobre su renuncia, lo mismo que el número dos de la Secretaría Legal y Técnica, Carlos Liuzzi, quien se encuentra en medio de un escándalo por haber llamado al juez Norberto Oyarbide para frenar el allanamiento a una financiera.

Sin embargo, en el Chaco son varios los intendentes que esperan que Capitanich regrese a la provincia “en junio”, comentan en ámbitos del oficialismo provincial. Al mismo tiempo, otros funcionarios como Martín Sabbatella, presidente del AFSCA, analizan si no habrá llegado el tiempo de dar por concluida su gestión, como se lo reclaman desde el seno del propio Nuevo Encuentro. Los reacomodamientos estarán a la orden del día en la última etapa del kirchnerismo en el poder.