La clase media posterga compras y ya opta por consumos más austeros

AUTOS, ELECTRODOMÉSTICOS, MUEBLES Y MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN, ALGUNAS DE LAS COMPRAS QUE LOS PLATENSES POSPONEN ANTE LA CAÍDA DEL SALARIO REAL

Desde que empezó este año, Daniel Yunes optó por llevar menos a sus hijos a las casas de comidas rápidas y cambiar esas salidas por paseos en las plazas. Germán Reichs y Fátima Hein le pusieron un freno a la construcción que llevaban adelante por el aumento de los precios de los materiales. Fernando Ciminari y Lucrecia Germain optaron por esperar un mejor momento económico para cambiar el auto, una decisión que originalmente iban a concretar este año. Estos son algunos ejemplos que ilustran una tendencia de la que ya toman nota economistas, dirigentes y empresarios: en un escenario signado por la convivencia de precios nuevos y salarios viejos, la clase media se retrae: posterga compras, sobre todo de bienes durables y opta por hacer sus consumos más austeros.

Son varios los factores que inciden en este comportamiento. Los fundamentales, el impacto sobre los ingresos familiares de una inflación que en el primer trimestre del año alcanzó al 10% según datos oficiales, el aumento de la presión impositiva y expectativa generada por la anunciada quita de subsidios a las tarifas de servicios públicos.

La última semana el gobierno difundió el índice de inflación oficial de marzo, que alcanzó al 2,6%. Y si bien ese indicador es descendente con respecto a los meses anteriores los precios acumularon en el primer trimestre del año un 10% de aumento.

A eso se suma una creciente presión impositiva, que gira en los últimos años en torno al 35% del Producto Bruto Interno, lo que se considera un máximo histórico, muy por encima del promedio de América Latina, que se ubica en el orden del 24%.

De la mano de estos indicadores, los analistas registran una fuerte caída del consumo. En este marco, la retracción de la venta de automóviles y de electrodomésticos son dos claros indicadores de que el ajuste llegó a la clase media.

¿Cómo se refleja esto en los hogares? Del testimonio de familias platenses, economistas y dirigentes de cámaras empresarias consultados por este diario, se desprende que la clase media ya opta por cambiar sus hábitos de consumo, postergando algunas compras y restringiendo otras. Pero también limita el uso de las tarjetas de crédito. Y ve muy reducida su capacidad de ahorro (ver aparte).

“Lo que está sucediendo es que todavía no se otorgaron los aumentos salariales acordados en las paritarias y mientras tanto, los precios suben. Esto implica que en el curso de los últimos tres meses el salario real experimentó una fuerte caída”, dice el economista platense e investigador de la UNLP Martín Tetaz.

El primer efecto de esta asimetría entre precios nuevos y salarios viejos es la caída del consumo. Y el consumo que se elige postergar es el de los bienes durables (autos, muebles materiales de construcción, electrodomésticos), según destaca el economista platense quien agrega que esta decisión se basa en la intención de “no perder lo que ya se tiene”.

Pero hay otro elemento que pesa en este escenario y es la expectativa, que no es optimista. Algunos estudios, como uno realizado por Universidad Torcuato Di Tella prevé una inflación anual para 2014 del orden del 38,6%, cuando los aumentos salariales acordados a través de las paritarias oscilaron entre el 27 y el 31%. Algunos creen que a la caída del salario real ya registrada se sumará otra cuyo porcentaje oscilará entre el 5 y el 10% en lo que resta del año.

Se cumplan o no estas previsiones, la sola expectativa “modifica decisiones de consumo. Sobre todo aquellas que requieren financiamiento”, dice Tetaz.

Al recorte de la oferta de financiamiento de los bancos se suma una actitud de las propias familias, de tratar de evitar el endeudamiento en un contexto signado por la caída del poder de compra de los salarios y la necesidad de no comprometer de antemano los ingresos.

“Se va a frenar mucho cualquier consumo financiado. El punto es que ese tipo de financiación fue en los últimos años el motor de la economía, según indica el economista platense.

Entonces, de la mano de esa tendencia empieza a aparecer en las familias otra preocupación: la preocupación por el empleo, ya que en este contexto no se crean nuevos puestos de trabajo y algunos se ven amenazados.

“Si bien en La Plata, donde es fuerte el peso del empleo público, los puestos de trabajo son menos volátiles, esta preocupación también tiene un impacto sobre el consumo”, dice Tetaz.

Aunque postergar la decisión de comprar bienes durables es la forma menos traumática de reducir el gasto, para muchos con eso no alcanza. Y recurren a prescindir de algunos gastos.

“desaparecen los ‘gustitos extra’”

“La gente consume normalmente en el rubro alimentos, que es el que más aumentó y el que no puede evitar. Entonces empieza a recortar en otras áreas. Desaparecen todos los ‘gustitos extra’, desde salir a comer afuera a cambiar el televisor. Y si se les rompe un electrodoméstico, vuelven a considerar, como antes, la posibilidad de mandarlo a arreglar al service”, dice el presidente de la Cámara de Comercio e Industria de La Plata, Juan Carlos Piancazzo, quien también opina que “se está usando mucho menos la tarjeta de crédito entre los platenses, porque las tasas de interés son elevadas”.

Estas tendencias, junto a otras igualmente orientadas a recortar gastos en los hogares, se vienen notando en los comercios platenses desde principios de año.

Se notan en el rubro de los alimentos, donde comerciantes advierten que los platenses buscan más las segundas marcas -por ejemplo, en los lácteos- se consume más carne de pollo y de cerdo que vacunas y entre éstas, vuelven a ganar adeptos los cortes más populares. También bajó el consumo de frutas.

Y se notó también en los negocios de indumentaria escolar, donde se compró solo lo indispensable. Esto se dio en el marco de un fuerte aumento de los precios en ese rubro, del orden del 35% con respecto al año anterior, con una canasta escolar que se ubicó en los 600 pesos, una merienda básica diaria que en 2013 costaba alrededor de 30 pesos y saltó a los 50, y textos escolares que alcanzan a los 400 pesos.

Al mismo tiempo, no se espera un repunte fuerte del consumo interno en los próximos meses, momentos en que, según un estudio de la Escuela de Economía “Francisco Valsecchi” de la Universidad Católica Argentina y TS Gallup el deterioro registrado en el ingreso familiar lo ha devuelto a niveles previos a la crisis financiera de 2009. Según ese sondeo el 62% de los consultados respondió que no le alcanza la remuneración que recibe para vivir con decoro, El 26% consideró que el ingreso de su hogar bajará en los próximos meses, el 49% cree que será igual que el actual y sólo el 17% confía en una recomposición.

En este contexto, y según Tetaz, en el que el salario aparece como el principal perdedor, existen dos sectores de asalariados más afectados por la situación. Los principales, aquellos que trabajan en negro y no pueden acordar aumentos a través de las paritarias. Pero también los que ganan más de 15.000 pesos, sometidos a una mayor presión impositiva que se queda con buena parte de los aumentos obtenidos.