Los relatos salvajes de Szifrón

EL JOVEN REALIZADOR DAMIÁN SZIFRÓN DIALOGÓ CON EL DIA SOBRE “RELATOS SALVAJES”, LA PELÍCULA QUE ACABA DE PRESENTAR EN CANNES, CON GRAN REPERCUSIÓN, Y QUE SE ESTRENARÁ EN AGOSTO EN LA PLATA

Por NICOLAS ISASI

A su regreso del Festival de Cannes, en donde presentó con gran repercusión “Relatos Salvajes”, Damián Szifrón (“Los Simuladores, “Tiempo de Valientes”) dialogó con EL DIA sobre su flamante película, protagonizada por Ricardo Darín, Erica Rivas, Oscar Martínez. Leonardo Sbaraglia, Darío Grandinetti, Rita Cortese y Julieta Zylberberg. El filme, uno de los más esperados del cine nacional de la temporada y que contó con coproducción de los hermanos Almodóvar, se estrenará en las salas locales a mediados de agosto.

Desde el punto de vista de la dirección, ¿cómo fue crear esos mundos diferentes desde cada área? ¿De qué manera se unificaron las historias?

“Es una pregunta que nos hicimos mucho. Medité bastante respecto de si cada segmento tenía que tener su propio lenguaje o idea visual. Sentí que el verdadero trabajo pasaba por unificar estas historias y que la película se sintiera como una única experiencia cinematográfica, y no algo dirigido al estilo de diversos directores. Pensé en trabajar con varias cabezas de equipo, pero después entendí que las diferencias sutiles que quería, las tenía que hacer una misma persona. Fue difícil que todas esas estéticas tomaran un sentido. Lo disímil fue algo determinante para la creación de Relatos Salvajes. El título mismo aglutina a todas las historias. Hay una razón por la cual estos cuentos están juntos. Por supuesto que cada una de las historias requiere de una mirada y pensé mucho en este proyecto como si fuera un disco de rock, con un prólogo, una obertura, un cierre al final”.

¿Cómo fue el trabajo con los hermanos Almodóvar?

“El Deseo es coproductora en un 30% de la película. Tuve mucho contacto con Esther García que es la productora ejecutiva de ellos, quien estuvo en el rodaje. Con Pedro y Agustín nos juntamos, comimos, hablamos horas sobre cine y obviamente sobre el guión. Después cuando tuve la película armada (el primer corte), viajé a Madrid para mostrarla y apoyaron de forma incondicional el proyecto. Nunca se metieron para imponer ideas, me dejaron hacer lo que quería, y pusieron mucho entusiasmo en lo que fue la comercialización y difusión de la película. Pedro vino a Cannes y nos sacamos todas las fotos, hubo un gran acto de generosidad de parte de él porque no tenía la necesidad de hacerlo. Es muy difícil para un director tener que apoyar mucho a otro director. Después de toda una vida de conocer gente, poner todo eso al servicio de gente que está empezando, hay que ser muy generoso y él fue así conmigo y con el proyecto”.

¿Cómo son los procesos de trabajo en los guiones?

“No fue siempre igual. Tuve un gran profesor de cine que fue mi papá. Él siempre me llevó al cine desde que nací. El primer recuerdo que tengo es ver una película en el cine. Estudié medios de comunicación en la ORT y luego en la FUC. Me manejo de una manera libre para escribir porque ya tengo incorporadas muchas herramientas sobre una estructura dramática, una progresión, presentación de personajes. Creo conocer eso bastante, le doy mucha importancia a todo aquello que sucede durante el sueño, en la vigilia. La mente está desarrollando escenarios, conflictos, personajes y vas transitando, tratando de tomar elecciones. Apenas aparece una idea, iba de la mano de ese personaje y veía cómo resolvía el conflicto hasta el final. En este caso son 6 historias diferentes. Tengo la certeza que si se me ocurre un conflicto ese conflicto ya tiene su final. Soy de los que creen que hay que cumplir con las expectativas que uno mismo creó”.

Como director, entre tantas cosas ¿cómo hacés para no perderte de la historia y volver a ella?

“Nunca me voy de la historia. Lo único que me importa es la historia. Así como tenemos reuniones departamentales o problemas de dinero, un actor accidentado, etc., siempre pienso en la historia y que tarde o temprano las cosas se van a acomodar. Ningún productor arranca una película que no termina. Y todos son conscientes que la historia que hay que contar, hay que contarla bien, por eso sé que las cosas que están faltando después al final van a aparecer. Hay como una franja sobre qué es lo esencial o no. Es importante ver dónde hay un deseo y donde una necesidad. Tu jefe es el espectador. Soy el máximo responsable ante ellos, no ante el productor ni el actor. Trabajo para que el público reciba lo que yo creo que es lo mejor. Todo lo que no se ve, peleas, discusiones, problemas no importan. Lo esencial es ese vínculo sagrado entre la ficción y los espectadores”.

SU VINCULO CON LA MUSICA

¿Qué relación tenés con la música? ¿Qué tipo de música escuchás?

“No sé si me equivoco al decir que la música es el arte más sublime de todas porque es una de las pocas que se disfruta sin códigos, sin comprenderla. Uno disfruta de la música como puede disfrutar de la comida. Particularmente me gusta mucho el jazz, la música clásica, el período de fines de los ’60 y principios de los ’70. Me gusta mucho la música del cine. Ya estamos en una distancia en la que empezó a haber música en el cine tan grande que ya se puede volver a utilizar música de cine para otras películas. Antes no se hacía eso porque era como una mala palabra. Hoy en día es algo muy común porque son temas o canciones que ya están en la realidad. Voy con música a las locaciones y también escucho para escribir. Estar en conexión con la naturaleza, en la noche, tener contacto con el fuego, hay un contacto mucho más primitivo. Escribir desde el placer, cambia todo. Y además escribir en papel”.

¿Cómo fue la experiencia en Cannes?

“La verdad fue bastante espectacular. Nunca le presté demasiada atención a los festivales. No pienso en ese espectador o crítico al momento de crear una historia. Cuando me llegó la noticia que la película había quedado seleccionada en el festival, sentí que se abría una nueva puerta en términos de carrera. Después me avisaron que iría a la Competencia Oficial y más adelante me entero se proyectaría el primer sábado a la noche. Fuimos con alegría, vestuario de gala, toda esa cosa frívola y divertida; pero más allá de eso, es un espacio fenomenal para exhibir un proyecto donde hay críticos especializados de todas partes del mundo. Hay dos mundos en Cannes: el superficial y aquel más profundo que tiene que ver con la crítica. Es también muy impresionante la respuesta de la gente, que espera ferviente el estreno de cada película. Son lugares donde si no les gusta lo que mostrás, te abuchean, hacen cosas con los zapatos, da miedo. Pero la recepción fue muy cálida y la pasamos bien. Luego de la gala empecé a recibir una enorme cantidad de llamados de productores, propuestas y guiones sólo por el hecho de haber estado allí. Después detalles de color donde te encontrás a Trapero con Tarantino. Fue una experiencia muy positiva, y lo disfruté muchísimo”.