Un manoseo en el arco

Hilario Navarro será, finalmente, el arquero de Estudiantes y así quedará atrás un culebrón que sumó varios capítulos. Veremos.

No fue nada prolija la búsqueda por un arquero de parte de Estudiantes. Porque desde el mismo momento que se empezó a hablar de la venta de Gerónimo Rulli se puso en duda qué tipo de arquero iba a contratar: un consagrado, una apuesta, un experimentado... Si hasta se puso en duda la confianza hacia Agustín Silva, el suplente de Rulli.

Fue tan intrincada esa decisión que en el medio pasó de todo: que Silva haya querido marcharse, que la dirigencia negociara con Guillermo Sara y que desde el cuerpo técnico sugirieran el nombre de Hilario Navarro.

Este último fue quien sumó más votos en las últimas semanas y con el que la dirigencia llegara a un total acuerdo de palabra con su representante Leo Rodríguez. Por eso desde la semana pasada que se estuvo anunciando su llegada.

Pero su nombre nunca generó uniformidad de criterios. Varios dirigentes, atendiendo el pedido de los socios, pusieron reparos. Y por eso su llegada se fue demorando un día, dos, tres... El lunes ya se alertaba que algo no estaba bien y el martes explotó la realidad: que todas las partes habían dado el brazo a torcer y por eso se había avanzado con Federico Crivelli, primero, y con Guillermo Sara después. Con éste último, incluso, había un acuerdo de palabra.

Enterado de esto, el representante de Hilario Navarro pegó el grito en el cielo. Por eso, en la charla del cuerpo técnico con los dirigentes del martes por la noche se decidió que lo mejor era respetar la palabra y no hacer algo que Estudiantes sufrió en carne propia en los últimos mercados: que no se respetara la palabra.

Lo concreto es que Navarro llegará hoy y firmará por un año y medio, con una cláusula de rescisión de contrato a los seis meses. Su arribo fue parte de una novela que dejó heridos, discusiones y una palabra devaluada. Fue desprolijo se lo mire por donde se lo mire. Pero parece ser que llegó el final.