El arte urbano que le cambia la cara a los hospitales platenses

Empezaron casi a escondidas, buscando los muros que se extienden en las calles, y dejaban en esos tentadores espacios la marca de su arte urbano sin la venia de los dueños de los inmuebles. Hoy, pasados no muchos años, son reconocidos por la gente, por los vecinos que cuando los ven trabajar, aerosol en mano, les acercan mate con facturas. Ya no sólo varias casas particulares de distintos barrios tienen decoradas sus fachadas con graffitis artísticos acordados con los propietarios, también los exhiben establecimientos públicos, como hospitales o escuelas cuyos directivos autorizan el trabajo.

El tradicional frente del Hospital de Niños, en 14 entre 65 y 66, dejó de mostrarse como un paredón gris avejentado. Fue hasta ahí el grupo Dos Pi, que integran Luxor y Rodrigo Adra, y estampó la creación pensada para ese lugar de paso constante de gente: dos estaciones del año que se basan en diversos elementos de la naturaleza.

En un patio interno del Sor María Ludovica que da al contra frente del sector nuevo del establecimiento, Luxor, en este caso solo, pintó el mural “Sembrando soles”, que integra su serie “Autocultivo”. La intención, justamente en un lugar donde se juegan la salud y la vida de los más pequeños, es transmitir mensajes esperanzadores, y de ahí que al pie de la obra se escribió la frase “Todo va a estar bien...”.

Para plasmar “Sembrando soles” Luxor se inspiró, además, en “Pili”, la nena que falleció de cáncer y que fue la fuente creativa de su madre, Paula, para inaugurar la biblioteca “Del otro lado del árbol”.

Convencido que “esto lo enseña la calle, no hay escuela para este arte”, Luxor se autodefine como un “hacedor de la pintura gráfica”. Su objetivo ha sido, y en eso se mantiene firme, “mejorar la vida de la gente”. El joven sostiene que el arte popular le amplia la mirada a quien lo observa . “Una pared blanca y lisa es triste, en cambio con color hace ver la vida de otra manera”, explica.

De su factura son, además de una cantidad de murales que ha ido pintando en frentes de distintos domicilios, una intervención en el servicio de Infectología del Hospital San Martín y otra, muy a la vista, en las puertas de los consultorios externos del San Juan de Dios. Todos los trabajos fueron realizados con las técnicas del aereosol y el latex y con materiales autogestionados. “Es que para que sea un arte popular tiene estar en los barrios, las escuelas, los hospitales, los establecimientos públicos”, señala Luxor.

Rodrigo Adra, el otro integrante de Dos Pi, comenzó con el graffiti hace ocho años. “Fue por casualidad. Viajaba seguido al Gran Buenos Aires y veía mucha paredes pintadas. Empecé a probar en mi casa y me entusiasmé, tanto que me puse a estudiar Grabado en Bellas Artes. Siempre hay, en la calle, fábricas abandonadas, edificios sin dueño o de los que nadie se hace cargo, lugares que ya están tomados por el arte urbano y en los que se puede trabajar”, precisa el artista.

Pero con el tiempo Adra se fue alejando de la intervenciones sin permiso y su trabajo abandonó, de alguna manera, la informalidad. “Recibíamos críticas negativas, pero después la gente empezó a decir que lo que hacíamos le alegraba el barrio. La verdad que con autorización se trabaja más tranquilo”, confía.

El hecho de poder expresarse en edificios públicos le otorga a la obra un carácter masivo, de mayor llegada al espectador. “A diferencia de cualquier otro arte, el de la calle tiene un contacto directo con la gente. Es el vecino que pasa por ahí y ve todos los días la pintada. Somos algo así como productores visuales que transformamos los ámbitos de los laburantes, las amas de casa, las personas que están allegadas al arte pero no tanto”, concluye Adra.