El placer de crear puentes para ayudar a los demás

Conectar a las personas, eso es lo que hacen. Pero no a cualquier persona: su misión consiste en crear puentes fraternales entre los que tienen una necesidad y los que pueden darles una mano. En realidad, ayudan a ayudar. Y al hacerlo, se ayudan a sí mismos. Porque para cada uno de los voluntarios de la Red Solidaria La Plata hacer el bien sin esperar nada a cambio, lejos de ser una obligación, es un maravilloso placer.

Esa es la firme determinación que comparten los miembros de la organización comunitaria que en La Plata comenzó a tender lazos en 2008, cuando integrantes de la Red que a nivel nacional encabeza Juan Carr, vinieron a dar una charla para sumar voluntarios.

Por entonces Walter Comiso (26), un joven periodista nacido en Tandil pero radicado en nuestra Ciudad, ya sentía latir dentro suyo el impulso moral de ayudar al prójimo. Empujado por ese afán solidario, acudió a la charla inicial, y ahí nomás se convirtió en uno de los “miembros fundadores” de la Red en la Ciudad. “Cuando terminó la charla anunciaron que los que quisiéramos nos podíamos anotar y lo hice. Esto fue octubre de 2008. Y el 18 de noviembre tuvimos la primera reunión y armamos la primera campaña”, recuerda Comiso.

Ese fue el puntapié inicial. Hoy son cerca de 30 voluntarios. El espíritu de trabajo es el mismo que la organización sostiene desde que Juan Carr la fundó junto a cinco amigos. Así lo cuentan en su página web: “La idea era simple, pero imprescindible: crear una comunión entre quienes tuviesen una necesidad determinada y todos aquellos dispuestos a ofrecerles ayuda”.

CAPITAL SOLIDARIO

Con el tiempo la Red Solidaria fue ganando en credibilidad. Para los miembros ese es “su mayor capital”. A diferencia de otras organizaciones no maneja dinero, no tiene personería jurídica y, en nuestra Ciudad, ni siquiera tiene sede. Los integrantes apenas mantienen una reunión mensual, pero se organizan a través de las redes sociales y el teléfono para estar siempre listos y dispuestos a ayudar en los casos que puedan surgir.

Esa es otra particularidad de la Red: la ayuda que brindan es inespecífica, esto es, no se especializa en un tipo puntual de necesidad, a no ser, claro está, de las campañas que organizan para un fin o institución determinada, como colectas de juguetes, ropa o alimentos.

“La función -explica Comiso- es unir a quien tiene algo para dar con quien puede recibirlo. Actuar como intermediario. Con el concepto de que el que puede dar algo lo entregue directamente, sin que pase por nosotros. Por eso tampoco hay sede, porque no tendríamos nada que poner”.

Comiso encontró en la Red y en su profesión los espacios en donde volcar su “necesidad de hacer algo con el propio tiempo y con los propios conocimientos. Y hacer algo por los demás. Algo que sino mejora la vida del otro por lo menos ponga sobre la superficie alguna injusticia, para que se conozca. Todas las injusticias se resuelven, mínimamente, conociéndolas entre todos.

En ese proceso, lo importante es involucrar al que da y al que recibe: “La idea es que quien quiera donar algo a otra persona se lo acerque por sí mismo, porque esa imagen de que hay una necesidad después no se borra. “No es lo mismo dárselo a alguien para que se lo dé a quien lo necesita, que entregarlo” en persona.

SUMAN VOLUNTARIOS

En la Red tampoco existen jerarquías, aunque sí un pequeño orden de cuatro comisiones de trabajo para coordinar determinadas tareas. Pero el esfuerzo es grande y necesitan más voluntarios. Lo ideal para sumarse es a través del correo electrónico, que es redsolidarialaplata@gmail.com, aunque también es posible hacerlo por teléfono al 15-6014801 o a través de Facebook Red Solidaria La Plata.

Eso es lo que hizo hace un tiempo María del Carmen Pascual (64) y la experiencia le cambió la vida: “Quise ayudar para atenuar los apremios del que necesita, sin darme cuenta que ayudando encontré ayuda. Por ello me pregunto ¿quién tiene más apremios? El que lleva a la superficie sus necesidades, o aquel que, sin darse cuenta, también necesitaba salir de su “centro”, para ver lo que hay “afuera” y descubrir que el amor hacia otro vuelve multiplicado en más amor, en más alegría y en más comunión de hermandad para ayudar”.