Cada vez son más los adultos mayores que eligen estudiar

LA EDUCACIÓN PARA ADULTOS MAYORES ES UN FENÓMENO PROTAGONIZADO MAYORITARIAMENTE POR MUJERES: ELLAS REPRESENTAN EL 85% DE LOS ESTUDIANTES DEL PEPAM

A sus 68 años, Amalia dice que piensa seguir aprendiendo hasta la cabeza y el cuerpo le dé. En estos últimos tres años de su vida se ha dado el gusto de estudiar todo lo que, un poco por “prejuicios” y otro poco “por atender a la familia”, no pudo en su juventud. Pero haber aprendido informática, historia del arte y fotografía, entre otras tantas materias, no sólo es para ella un gran motivo de orgullo sino ante todo “una forma de vivir mejor”.

La historia de Amalia, que vive en La Loma y tiene siete nietos, explica en gran medida un fenómeno que no para de crecer: el de la educación entre la población mayor. Prueba de ello es el creciente número de inscriptos que recibe el Programa de Educación Permanente para Adultos Mayores (PEPAM). Sólo en el último año, su demanda de cursos aumentó casi un 20%, lo que ha obligado a la Facultad de Humanidades, el organismo del que depende su funcionamiento, a ampliar tanto la diversidad de propuestas como la cantidad de espacios donde se dictan.

De hecho, al cumplir veinte años de su creación, el PEPAM inauguró ayer una nueva sede en el complejo universitario de 50 y 122. Con ella ya suman siete los espacios educativos abiertos en la Región para dar respuesta al creciente interés de muchos vecinos por seguir aprendiendo sin importar la edad. “En el último año pasamos de 1.300 a 1.500 inscriptos por cuatrimestre”, cuenta Rodolfo Iuliano, su director.

El grueso de los alumnos del Programa ronda los setenta años y algunos llegan a los noventa: Muchos de ellos son profesionales jubilados; otros, sólo completaron la primaria. En el PEPAM, el nivel de estudios previos no es un requisito excluyente. Lo que importa es la disposición para descubrir las posibilidades personales y el convencimiento de que la edad no es una limitación para frente al deseo de aprender.

Frente a esta actitud cada vez más extendida entre las nuevas generaciones de mayores, el Programa despliega una oferta de propuestas educativas que abarca los más diversos intereses: desde pintura, expresión coral, teatro, gimnasia, danzas, filosofía, cine, historia y literatura hasta talleres para la aplicación de distintas herramientas informáticas, análisis de la actualidad, estimulación de la memoria y reflexión sobre temas vinculados a la llamada tercera edad; todos ellos a cargo de profesores universitarios.

Lo cierto es que sus estudiantes rara vez se limitan a anotarse en un sólo curso, y esto constituye un fenómeno notable en el PEPAM. Quienes conocen su modalidad de enseñanza y el clima en sus aulas a menudo deciden participar de varias cursadas al mismo tiempo y suelen volver a anotarse en otras año tras año.

UN ENVEJECIMIENTO ACTIVO

“Mientras que hace apenas unas décadas resultaba toda una curiosidad que alguien quisiera seguir estudiando después de jubilarse; hoy es un interés bastante común”, señala la doctora Virginia Viguera, asesora psicogerontológica y una de las fundadoras del PEPAM.

Como ella misma explica, “las expectativas de vida se han estirado mucho en los últimos años y esto no sólo ha creado nuevos desafíos sino que obliga a repensar el proceso de envejecer. Contra el modelo tradicional que planteaba que con la adultez venía un meseta y luego un declive, hoy se da un envejecimiento activo donde se percibe que la forma de mantener calidad de vida está en un permanente desarrollo social e intelectual”, señala la psiquiatra.

Esta idea, que sostiene el interés de muchos de sus estudiantes, se encuentra precisamente en el origen del Programa, nacido como “una herramienta de promoción de salud para las persona mayores”. Pero además, se traduce en la metodología de sus cursos, donde lo que prima es “participar activa y placenteramente de nuevas experiencias de aprendizaje y relacionarse con los demás”.