Club El DIA: un asadito con descuentos para este domingo

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El asado y los humanos: un encuentro accidental

Los huesos con marcas de hachazos y otra evidencia arqueológica indican que comenzamos a comer carne al menos hace 2,5 millones de años, mucho tiempo antes de que surgiera el asadito como lo conocemos hoy. La comunidad científica relata el suceso que cambió para siempre nuestra esencia humana. El fuego para nuestros ancestros era considerado un animal peligroso que se comía todo lo que se le daba. Si bien se daban cuenta del peligro que significaba tener cerca a este animal “naranja” también lo consideraban un aliado ya que su presencia brindaba una calidez inigualable.

Los especialistas aseguran que nuestro hábito carnívoro nació por accidente ya que en el afán de buscar calor a alguno de nuestros parientes más lejanos se le ocurrió una idea fantástica. Teniendo en cuenta todos los detalles anteriores la historia del asado comenzó un día cualquiera en el que después de gastar toda la leña que había en la cueva, aquellos primitivos seres humanos con gran sentido imaginativo le dieron de comer a la “bestia fuego” algún animal muerto que habían conseguido en la cacería diaria para conseguir calor.

Después de unos minutos el aroma a carne quemada hizo que su sistema sensorial no se pudiera resistir al deseo de llevarse a la boca “eso” que prometía ser el manjar de los manjares. Después de una encarnizada lucha que llevaron mano a mano con el fuego que mordía sus manos lograron de una vez por todas quitarle aquel preciado botín y degustar el exquisito sabor de la carne quemada. Después se dieron cuenta que la carne en ese estado les ayudaba. Sus dientes ya no se rompían desgarrando los trozos de carne y sus barrigas no sentían el dolor que provocaba digerir la carne cruda.

Sin duda comer carne ayudó a nuestros ancestros a sobrevivir, y vivir lo suficiente como para transmitir sus tradiciones a generaciones futuras. Ahora celebramos casi todas las festividades comiendo (o evitando) la carne