La escuela pionera en mostrarles el mundo a los que no pueden ver

LA ESCUELA 515 ES REFERENTE INTERNACIONAL EN MATERIA DE ELABORACIÓN DE MATERIAL DIDÁCTICO PARA CHICOS NO VIDENTES. SUS MAESTRAS HICIERON EL PRIMER ATLAS MUNDIAL Y, AHORA, EL ARGENTINO

Cada cuento, cada manual de texto, cada mapa, es una pieza única, confeccionada a medida de cada chico ciego o diminuido visual por cinco maestras platenses, con una paciencia y un entusiasmo admirables. Son las docentes que trabajan en el gabinete de material didáctico de la Escuela Especial N° 515 de Gonnet, referente internacional y fuente de consulta permanente en la materia. Por caso, a principios del 2011 presentaron en sociedad el primer atlas mundial en braille, y este año fabricaron el único atlas argentino. El taller nació hace 64 años junto con la escuela, a 20 minutos del centro de la Ciudad, y fue pionero. Hoy lo sigue siendo. Gracias al aporte de la cooperadora -su única fuente de financiamiento- y a la tenacidad y vocación de las maestras.

“Bueno, vamos al gabinete”, invita la directora del establecimiento, Inés Berdula, y comienza a desandar un amplio pasillo con aulas a cada lado. Están vacías. Entonces explica que “la institución para no videntes más cercana está en Bernal, por lo que aquí vienen 150 chicos de La Plata, Berisso, Ensenada, Berazategui, Florencio Varela, y por suerte, 120 están integrados en escuelas comunes de los tres niveles, jardín, primario y secundario”, destaca.

Y resalta que “el gabinete de material didáctico es un pilar para favorecer esa integración. Ya van a ver”, avisa Inés, antes de entrar a la ‘fábrica’ de piezas únicas para alumnos ciegos.

El lugar es pequeño, pero las ganas y la alegría con que las maestras describen su trabajo lo tornan ‘grande’ y acogedor. Adriana Rimoldi se sienta y toma entre sus manos la nueva joya del gabinete: el atlas argentino. Junto con ella comparten el día a día Inés Taboada, Guillermina Magnoni, Teresa Galtieri y la docente y vicedirectora Sonia Maluendres.

PIEZAS UNICAS

Lo primero que realzan, casi a coro, es que “no hay elaboración en serie de materiales didácticos para ciegos, por eso, cada cosa que el chico necesita se confecciona acá, de manera artesanal”, apuntan.

¿Y por qué cada pieza es única? ¿Un alumno no se la puede dar a otro cuando pasa de grado? “No -responden-, y básicamente por dos motivos. Por un lado, cada chico tiene un grado diferente de discapacidad. Entonces, si tomamos como ejemplo tres alumnos de 4° grado, quizás uno necesite una letra de un tamaño, otro una tipografía más grande, y el tercero directamente braille”, detallan.

La segunda causa está relacionada con la política editorial. “Cada año cambian los manuales de texto, de manera que los del 2013 no sirven para este ciclo lectivo”, subrayan y cuentan que “en España decidieron modificar esa modalidad, y los cambios, que aquí casi siempre son de forma, allá los realizan cada cinco años”, indican.

“Lo único que puede ser usado por varios chicos en distintos ciclos lectivos son los libros, ya que los clásicos, como El Fantasma de Canterville, por poner un ejemplo, siempre se utilizan en algún curso”, apunta Sonia Maluendres. Esos libros y cuentos se encuentran en una pequeña biblioteca a la que se accede desde el taller. Otra puerta da a la sala donde se encuentran las máquinas, entre ellas, tres fotocopiadoras que no dan abasto. “Se necesitarían cinco para satisfacer la demanda, pero es lo que tenemos y lo cuidamos como oro”, sonríe Inés Berdula.

TODOS LOS DIAS DEL AÑO

Lo que sucede es que en el gabinete se trabaja “todos los días de todo el año, mañana y tarde, ya que a los materiales que les solicitan a los alumnos a principios de curso, hay que sumarle que luego de cada clase vienen a pedir la fotocopia que les encargaron ese día”, explican las maestras.

Y allí aparecen en escena las maestras integradoras que acompañan a los alumnos en las escuelas comunes; el otro pilar de la inclusión. “Su trabajo es fundamental en sí -enfatiza Sonia-, pero hablando de materiales didácticos, ellas son las que hablan con los docentes para intentar que sean lo más flexibles posibles al momento de solicitarles elementos a los chicos”, comentan en Gonnet.

Son las maestras integradoras, que “escasean porque hay muchos chicos integrados”, quienes junto con los propios alumnos les van dando las pautas a las artesanas del gabinete sobre cómo realizar e ir mejorando cada pieza de estudio.

Cuando comenzaron a pensar en el atlas mundial, hace varios años, tuvieron en cuenta que “sólo había mapas sueltos, incluso pedimos material a España y se manejaban así. Los chicos nos hicieron notar entonces que esos mapas eran muy grandes y que ocupaban el espacio del compañero. Fue una recomendación esencial para calcular el tamaño”, relata Adriana.

Luego comenzaron a experimentar con los materiales. Para señalar los contornos de los países, hilo encerado; para marcar los países limítrofes, relieve; las capitales, con mostacillas. Y encima, una lámina de plástico que es la que lee el chico no vidente. Y todo en color. ¿Para qué? Para que puedan trabajar junto con sus compañeros.

Fue en 2011 cuando hicieron el primer atlas mundial, pionero -”como mínimo”- en Latinoamérica. Este año hicieron el de Argentina, pionero en el país. En la Escuela 515, hacen escuela.