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Opinión |ENFOQUE

Desarrollo sin dinero

2 de Septiembre de 2014 | 00:00
Desarrollo sin dinero

Por SERGIO PALACIOS (*)

Uno de los problemas centrales de la actualidad es el paradigma que gobierna toda nuestra forma de estructurar los pensamientos. Esto hace difícil pensar en nuevas ideas. Cada cosa que se nos ocurra deberá saltar los vallados de ser considerado lógico o no, aceptable o no, bajo la óptica dominante.

Si tomamos la idea de desarrollo económico con la visión imperante desde mediados del siglo XIX y todo el siglo XX, se dirá que se logra aumentando la producción para elevar los ingresos de la población y permitirle mayor consumo y satisfacción de sus necesidades. Esa sería la vía de acceso al “bienestar”.

IDEA DOMINANTE

Lógicamente, algunas de las ideas que podríamos sugerir serían atacadas por conspirar contra la realización del desarrollo. Pero eso sólo podría ocurrir si clausuramos nuestro pensamiento bajo la idea dominante que asume la relación “desarrollo = producción = mayor consumo = bienestar”. Esta relación sería la síntesis del paradigma dominante y que es llamado “productivista-consumista” y por algunos teóricos de la Ecología Política como “liberal-productivismo”.

Pues bien, este es el primer problema que enfrentamos para proponer un modelo donde pensemos en otras relaciones: “democracia = ecología = bienestar = desarrollo”. No es un camino libre de espinas permitirnos cuestionar una idea dominante para buscar nuevas, pero es indispensable recorrerlo. Más cuando esas ideas dominantes no generan las soluciones prometidas y a su vez crean graves problemas.

UN NEGOCIO FAMILIAR

Veamos un ejemplo doméstico. Si alguien invierte en un negocio para hacer fotocopias, el mayor ingreso dependerá de mayor cantidad de fotocopias extraídas, y así mayor cantidad de papel. Si sacamos más fotocopias ganaremos más dinero. De ese modo se ampliará la capacidad de producción, se comprarán más máquinas fotocopiadoras y se contratarán más empleados. En el modelo reinante todos estarían felices. La lógica del negocio está en la generación de mayores ingresos (paradigma vigente) y para ello se necesita inevitablemente mayores insumos provocando el agotamiento de recursos naturales (insumos para producir papel).

Este simple ejemplo -muy doméstico- muestra que el paradigma vigente responde a una lógica que necesariamente lleva a las consecuencias que hoy son el centro de la crisis económica mundial, la insuficiencia de los recursos naturales y su reproducción para sostener un nivel de crecimiento que mantenga la calidad de vida de las sociedades conforme lo esperado y demandado. Situación que se agravará en extremo teniendo en cuenta que para el 2050 la población mundial llegará a 9.000 millones de personas. Por eso, la caída del nivel de vida de las sociedades afecta no ya a aquellos países subdesarrollados sino a los llamados desarrollados.

NUEVO PARADIGMA

Pues bien, queda ahora pensar en el cambio de paradigma para que el futuro no sea más sombrío. Pensar que el bienestar de la sociedad es otra cosa, no sólo dinero e incentivo del consumo. Continuemos con ejemplos muy simples y cotidianos: En todas las oficinas públicas las empresas de limpieza dejan disponibles bolsas de residuos. En una misma oficina puede haber varias. Pero todas son iguales y todos arrojan en ella distintos residuos mezclados: papeles, plásticos, orgánicos. La organización no establece pautas -aún legales vigentes- para separar esos residuos, ni las personas lo hacen espontáneamente. Con esos mismos recursos disponibles -tres bolsas por ejemplo- podríamos decidir: en una arrojar los papeles, en otra los plásticos, en la tercera los residuos orgánicos.

Pero podríamos hacer más cosas. En todas las oficinas públicas se podrían establecer protocolos y/o consensos que establezcan la necesidad de:

1.- Adquirir y utilizar impresoras doble faz únicamente. 2.- Controlar la cantidad de luminarias que se utilizan y mantienen encendidas aún existiendo plena luz solar. 3.- Realizar mantenimiento para evitar pérdidas de agua potables por rotura de canillas o elementos de los sanitarios. 4.- Regular las calefacciones que se mantienen encendidas en forma innecesaria, al igual que los aires acondicionados. 5.- Ser consciente cada uno apagando las computadoras personales y monitores al dejarlos de usar. 6.- Separación de residuos en tres para facilitar su recolección y posterior disposición.

Las seis recomendaciones serian generadoras de ahorro en recursos escasos (energía, recursos naturales) y en dinero. Ahorros no menores si se reproducen en todas las esferas del Estado. Así, aumentaríamos nuestra calidad de vida en esos hábitats sin un solo centavo adicional. Un mejor resultado con menos cantidad de recursos, y altos beneficios en la creación de hábitos que tendrán efecto multiplicador desde lo social.

CONDUCTAS PARA EL DESARROLLO

Lo explicado sobre la generación de residuos deja expuesto que ni la autoridad ni las personas suelen relacionar el bienestar o desarrollo con determinadas conductas. No se tiene una idea clara del protagonismo y la relación directa entre acciones y transformación de las condiciones de vida. De todos los ámbitos públicos y privados que frecuento, sólo he visto la práctica de clasificación de residuos en el edificio de la facultad de Humanidades de la UNLP.

Pero no se trata de “culpas” en hacer o no hacer; se trata de analizar y cambiar una forma de pensar que desvincula determinados problemas con nuestra vida. Y eso es lo que debemos corregir, nuestro enfoque de los problemas y el modo de ver cuáles son las soluciones.

De todos modos, para lograr mayor bienestar y calidad de vida, hay un gran número de acciones que sólo dependen de la voluntad de hacerlo. Sin necesitar un solo peso. La acción de una familia en separar los residuos de forma tal que luego la recolección y disposición pueda resolverse sin afectar el medio ambiente es clave. Allí, como en la escuela, se forma la cultura que aplicaremos en nuestro hábitat inmediato. Luego, multiplicando esa conducta en todos los hogares, escuelas, oficinas públicas y privadas, veríamos cómo, al mismo tiempo, podemos generar ahorros monetarios y construir mayor bienestar. Como podemos ver, aún en materia de Desarrollo Económico podríamos decir que “en la vida no todo es dinero”.


(*) Profesor de Economía Política (UNLP)

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