Una huella en la Justicia

Como todas las figuras públicas, la del juez Manuel Humberto Blanco quedará sometida a los matices del juicio histórico. Pero algo puede anticiparse: fue un magistrado con fuerte influencia y que, a través de su actuación, deja una huella en la Justicia Federal. Allí cumplió un ciclo que corrió paralelo al de la reinstauración democrática en la Argentina.

Era un hombre apasionado y de convicciones firmes. Tenía una sólida formación jurídica y sus fallos marcaron muchas veces rumbos jurisprudenciales.

Le tocó atravesar, como magistrado, procesos especialmente complejos. Intervino en cuestiones electorales de alta sensibilidad y en causas muy delicadas. Eso le había dado una perspectiva y una experiencia que valoraban sus propios colegas.

Pero además de ser un hombre de la Justicia, esencialmente comprometido con el Derecho, fue también un activo ciudadano de La Plata. Participaba intensamente de la vida social e institucional de la Ciudad.

Desarrolló, además, otra pasión; la del campo. Tenía una chacra en las afueras de La Plata a la que le prestaba una especial dedicación. Y en aquel ámbito también volcó su espíritu comprometido y participativo. Era -por ejemplo- un activo “peleador” por el estado de los caminos rurales de la Región.

Cultivó fuertes lazos de amistad, dentro y fuera del ámbito judicial. Era un charlista ameno, capaz de enriquecer cualquier encuentro con anécdotas e historias siempre entretenidas. No eludía los debates pero respetaba todas las opiniones y puntos de vista.

En los últimos años dio una muestra de entereza que supo ser valorada en todos los ámbitos en los que actuaba. Enfrentó los avatares de una penosa enfermedad con evidente fortaleza y dignidad. Hizo grandes esfuerzos para cumplir con todas sus obligaciones. Y nunca se entregó.

Sus decisiones judiciales estuvieron y estarán sometidas a discusiones y eventuales controversias. Pero en el ámbito de la Justicia Federal le reconocen un evidente manejo de los equilibrios, con ajustadas dosis de flexibilidad y de firmeza para el ejercicio de esa tarea siempre compleja de impartir justicia. Fue, por encima de cualquier matiz, un hombre respetado.