Celos y homicidio

JORGE O. FOLINO

Por JORGE O. FOLINO (*)

Estudios en diversas partes del mundo verificaron que en circunstancias de separación matrimonial (o su amenaza), los celos fueron precipitantes importantes de los homicidios en los que la mujer, o alguna pareja extraconyugal, fue la víctima. Una de las interpretaciones más difundidas es que tales homicidios son reflejo del último intento del varón por ejercer su poder y control sobre la mujer. Desde la perspectiva de la evolución se sostiene que los celos y la rivalidad son motivos dominantes en los homicidios cometidos por varones a mujeres o a terceros involucrados. Cuando de celos se trata, el principal blanco de la violencia masculina es la pareja femenina, pero en determinadas condiciones otros que participan de la escena pasan a ser víctimas, sumándose a la víctima femenina o reemplazándola. Ese reemplazo se denomina “la muerte de la competencia”. Otros investigadores exponen que el motivo singular más frecuente de homicidio entre íntimos o terceros involucrados es la inhabilidad del victimario de aceptar la terminación de la relación. Desde la perspectiva psicopatológica, también corresponde decir que algunos rasgos de personalidad influyen en la susceptibilidad para sentirse herido por los acontecimientos. De cualquier manera, debe contemplarse que la conducta humana es compleja, está condicionada por las circunstancias y, como si todo eso fuera poco, las motivaciones pueden quedar inaccesibles en lo recóndito del psiquismo del victimario. El aporte de los expertos contribuye mucho con la justicia. En casos de homicidios, se intenta conocer y describir al acusado, comprendiendo las motivaciones de su conducta, la interacción con las circunstancias y la relación con los umbrales de capacidad que exige la justicia para imputarle el delito. Los sentimientos de celos emergen en personas normales y en relaciones variadas, pero también como síntomas de trastornos de personalidad o de trastornos psicóticos. Existen celos que motivan cuidados especiales y hasta respuestas de ternura en las relaciones afectivas. Existen celos que exaltan la tendencia a priorizar la posesividad; celos que perturban el propio bienestar inhibiendo alternativas y, en ocasiones, celos que desencadenan la furia homicida.

(*) Profesor titular de Psiquiatría. Director de la Maestría en Salud Mental Forense. Autor del libro “Estudios sobre homicidios: perspectivas forense, clínica y epidemiológica”