Zafaron 22 años, pero el primer robo ya llegó

LA VENTANA QUE TUVIERON QUE REPARAR EN LA AGENCIA DE TURISMO DE 47 ENTRE 2 Y 3. POR ALLÍ INGRESÓ EL LADRÓN QUE, TRAS PROVOCAR UN GRAN DESORDEN, ROBÓ UNA COMPUTADORA

Una agencia de viajes cercana a la facultad de Ingeniería funciona rodeada de negocios que ya fueron asaltados, algunos varias veces. Pasaron 22 años de tener a la inseguridad dando vueltas al acecho, aunque sin que los afectara directamente.

Pero la tranquilidad se quebró ayer a la madrugada, cuando también les tocó a ellos. Al parecer, un único ladrón fue el que se lanzó a forzar una ventana del frente para meterse a robar en esa agencia de 47 entre 2 y 3.

Eran las 4 de la mañana aproximadamente. Casi toda la Ciudad dormía y en la cuadra del asalto nadie advirtió nada. “Y si hubo alguien que escuchó, no le avisó al 911”, señaló una fuente policial.

El delincuente recorrió en pocos minutos el local y no encontró más que varias computadoras. No había nada de dinero o elementos de valor para llevarse en las manos.

Por eso, lo único que se robó fue una computadora, según contó Ana Laura, la dueña.

Siguiendo camino por un pasillo que conducía a un patio trasero, el ladrón tampoco encontró mucho para llevarse: la bicicleta de un vecino.

“Debe haber hecho todo rápido para que no lo agarraran”, estimó la mujer.

Con ese botín magro el delincuente salió por el mismo lugar que entró y hasta el momento no fue arrestado.

La dueña del local se enteró rápido de lo que pasó. Para ese momento la Policía empezaba con el operativo de rutina previsto para estos casos. Por ahora no habría ningún sospechoso en vista.

Detrás de este episodio, un “escruche” en la jerga delictual, quedan como siempre los trastornos que las víctimas cargan en los hombros.

El más evidente es la pérdida de la información de los clientes, guardada en la computadora robada, que “para el ladrón seguramente valga muy poco”, dijo Ana Laura.

Además de la reparación de la ventana rota y la inversión en mayores medidas de seguridad, a la mujer y su familia le quedó retumbando el mal momento de enterarse que, después de casi dos décadas de “zafar”, esta vez les tocó a ellos.