Dudas por las “reservas” del modelo kirchnerista

Por MARIANO SPEZZAPRIA

Twitter: @mnspezzapria

La Argentina atraviesa un período de incertidumbre que se refleja en el funcionamiento de la economía, pero que también se proyecta hacia el terreno de la política. La fulminante eyección de Juan Carlos Fábrega de la presidencia del Banco Central no hizo más que confirmar ese estado de inquietud general, que afecta particularmente al Gobierno porque allí nadie sabe quién será el próximo fusible si es que Cristina Kirchner no logra enderezar el rumbo y ordenar la transición.

En este contexto, hay imágenes que resultan demasiado fuertes aún para una etapa caracterizada por el nerviosismo, como las que mostraron a Fábrega aplaudiendo su propia ejecución política por parte de la Presidenta en un acto en la Casa Rosada, el día anterior a su renuncia “indeclinable”. No es de extrañar, entonces, que más de un funcionario kirchnerista se esté preguntando por estas horas cuál puede ser su destino en momentos en que las dudas le sacan varios cuerpos a las certezas.

LA NUEVA ETAPA

Pero el futuro del país es más importante que el de los dirigentes. Y uno de los indicadores más precisos que existen para determinarlo es el nivel de reservas del Banco Central. La gestión de Fábrega se caracterizó por una defensa irrestricta de su volumen, en la búsqueda de que no bajaran de los 28.000 millones de dólares. Aunque el último viernes -ya con Alejandro Vanoli ocupando el máximo sillón de la autoridad monetaria- cayeron a su menor nivel en los últimos seis meses.

De movida, el nuevo titular del BCRA debió afrontar el pago de un vencimiento de la deuda externa por 208 millones de dólares, casi a modo de aviso de lo que le tocará enfrentar de ahora en más: sólo en 2015 habrá pagos a bonistas por 12.000 millones de dólares y se estima que otros 3.000 millones se destinarían a cubrir la demanda interna del “dólar ahorro”, por lo que las reservas sufrirán una merma considerable. Revertir esa tendencia desfavorable será clave para Vanoli.

De hecho, ni bien asumió el último viernes fijó un piso del 23% anual para las tasas de plazo fijo, buscando que el ahorrista tome la moneda nacional y no se desplace al dólar, pero también que los exportadores liquiden su cosecha para bajar las expectativas de devaluación. La gestión de Vanoli estará mucho más coordinada que la de Fábrega con el ministro de Economía, Axel Kicillof, con quien ya tuvo una larga reunión en el Palacio de Hacienda antes de anunciar estas medidas.

En ese encuentro, Kicillof confirmó que el puesto de Vanoli al frente de la Comisión Nacional de Valores será ocupado ahora por Cristian Girard, quien se desempeñó como director por parte del Estado en distintas empresas con mayoría accionaria privada. Girard, de sólo 32 años, fue alumno de Kicillof en la facultad de Ciencias Económicas de la UBA e incluso el ministro fue el director de su tesis de grado, por lo que queda clara su vocación de recurrir a las “divisiones inferiores”.

Por cierto que esa misma lógica aplicó la Presidenta para colocar a Kicillof en el máximo sillón de la economía nacional. Y para conferirle tanto poder al entregarle prácticamente el comando al momento de iniciarse la transición hacia el próximo gobierno. Pese a las dificultades, el ministro no se amilana y sigue poniendo gente propia en todos los ámbitos: dos directores del BCRA le responden plenamente, así que Vanoli será monitoreado en detalle desde el Palacio de Hacienda.

Kicillof viajará mañana a los Estados Unidos para participar de una reunión del Fondo Monetario Internacional, aunque no se descarta que también se tome un tiempo para encarar negociaciones reservadas con los “holdouts” que tanto complican a la Argentina con sus litigios ante la Justicia norteamericana. Es que detrás del pleito con los fondos NML y Aurelius, que sustancia el juez Thomas Griesa, hay otras 200 causas que literalmente amenazan con hundir financieramente al país.

Griesa, que viene de declarar en desacato al Estado argentino, ya advirtió que sólo levantará esa medida extrema si el Gobierno repone al Banco de Nueva York como agente de pago y desiste de crear el fondo fiduciario del Banco Nación para pagar los títulos de la deuda reestructurada en los canjes de 2005 y 2010. La reacción del juez llegó luego de que la Presidenta lo denostara por “senil”, en el mismo acto en el que demolió a Fábrega y arremetió contra los Estados Unidos.

“Si me pasa algo no miren al Oriente, miren al Norte”, lanzó Cristina Kirchner desde la Casa Rosada, en una acusación imprecisa que fue replicada por el departamento de Estado de una forma al menos hiriente: sus voceros indicaron que se trató de una advertencia “inverosímil” de la mandataria argentina, por lo cual “no se la puede tomar en serio”. La relación con Washington atraviesa su peor momento desde aquel escándalo de la valija de Guido Antonini Wilson.

SIN CONSENSO

En el plano local, el Congreso nacional volvió a quedar en deuda en los últimos días con la sociedad argentina, puesto que sancionó la unificación de los códigos civil y comercial con un oficialismo que sesionó en soledad en la Cámara de Diputados -sin preocuparse por ampliar el nivel de consenso de la norma- y una oposición que cuestionó el procedimiento autoritario pero que, al mismo tiempo, rehuyó el debate y dejó de representar a los ciudadanos que la votaron para ello.

Unas cuantas modificaciones introducidas en el código reflejaron el acercamiento entre la Presidenta y el Papa Francisco, quienes tejieron una relación que desorienta a la oposición. “Dicen que no me quiere, pero esta es una carrera de largo aliento. Vamos a ver qué pasa el año que viene”, le escucharon decir a Sergio Massa sobre el hecho de que Jorge Bergoglio aún no lo recibió en el Vaticano. Aunque el líder de Frente Renovador estaría más preocupado por el armado electoral.

Por eso se mostraría mañana en Jujuy con el senador Gerardo Morales, en momentos en que se registra una fuerte disputa entre el FR y el PRO de Mauricio Macri por ganar el favor de la dirigencia radical del interior del país. Tal vez por eso apresuró su lanzamiento presidencial Ernesto Sanz, el titular de la UCR a nivel nacional, marcando distancia con los “liderazgos personalistas” pero advirtiendo que no se debe “cerrar con candado” el Frente Amplio Unen de cara a 2015.

El senador mendocino es considerado como un potencial aliado por el macrismo, mientras que su comprovinciano Julio Cobos es seguido con expectativa por el massismo y el peronismo no alineado con la Casa Rosada. La razón por la cual candidatos a gobernadores e intendentes del radicalismo pueden buscar otros horizontes es que hasta el momento ninguna de sus figuras nacionales logra acercarse al trío de presidenciables que integran Massa, Macri y Daniel Scioli.

A diferencia de Massa, que busca retrasar todo lo posible cualquier acuerdo con el PJ disidente para que el electorado no lo clasifique como un “peronismo 2”, la estrategia de Scioli es absolutamente inversa: juega todas sus fichas a convertirse en el candidato del Justicialismo unificado. Eso incluye por cierto al kirchnerismo y a La Cámpora, que ayer estuvieron representados en el encuentro del PJ bonaerense que tuvo lugar en Tandil. Pero lo cierto es que las definiciones demorarán algún tiempo.

Por caso, un intendente oficialista de la Provincia acaba de confirmar tanto a Scioli como a Massa que definirá recién en marzo del año que viene con quién se ellos se encolumnará para la contienda electoral, no sin antes consultar las encuestas del momento. Los actuales sondeos le indican que primero se ubica Massa, segundo Scioli y tercero Macri. Pero el mismo jefe comunal sostiene que antes de marzo de 2015, habrá otra fecha a tener en cuenta: el agitado fin de año argentino.

ESCENARIOS

“Si hay conflicto social y la economía no mejora, las chances para el peronismo oficialista se van a achicar”, resumió el intendente, acostumbrado a jugar la propia a la hora de los bifes. Exactamente la misma lectura hacen los sindicalistas de primera línea, que ya iniciaron conversaciones tendientes a reunificar la CGT para reposicionarse en el comienzo de la etapa post-kirchnerista. Mientras tanto, Hugo Moyano y sus aliados analizarán el próximo martes nuevas medidas contra el Gobierno.

Los gremios peronistas están lejos aún de emular la experiencia del Partido de los Trabajadores de Brasil, que se encamina a ganar mañana su tercera elección presidencial al hilo, pese a que Dilma Rousseff no tiene garantizada una victoria en la primera vuelta y a que la opositora Marina Silva podría hacerle fuerza en el ballotage. Sin embargo, el PT se encuentra en una mejor posición ante la sociedad brasileña que el kirchnerismo en la Argentina, reducido a un tercio del electorado.

Las razones para esas diferencias pueden ser profundas, pero también hay motivos de coyuntura: pese a que la economía brasileña no atraviesa por su mejor momento, la inflación no supera el 5% anual y el Gobierno promete enfrentarla, no desconocerla ni barrerla debajo de la alfombra.