La otra cara del tango

Por Pedro Garay

Llega jadeando, viene de hacer trámites pero “sin perder la sonrisa”, porque ahora Javier Calamaro ya no vive más en la asfixiante- capital de nuestro país y respira de otra manera. “Me escapé de la ciudad porque me agobiaba muchísimo: la mala onda, quilombo todo el tiempo, tráfico, todos te miran mal todo el tiempo...”, dice y ríe con cierta frescura nada urbana, y no parece tanguero en ese sentido tradicional del término, sufriente y dolorido cantor.

Para él, que acaba de editar “La vida es afano”, su segundo disco de tangos, “tanguero” no es sinónimo de “trágico” y por lo tanto no necesita vivir una vida de desilusiones para ser un intérprete del 2x4 con un Premio Gardel en el bolsillo.

“No considero que el sentimiento tanguero sea ‘cortavenas’”, dice en diálogo exclusivo con EL DIA. “Creo que es como el sentimiento rockero o el jazzístico, no tiene una sola cara. De hecho, acabo de hacer un disco tanguero que tiene muy buen humor y en el que el tema que da nombre al disco es una canción luminosa: ‘La vida es afano’ es mi manera de decir que la vida está buenísima”, explica el músico, quien iba a presentar esta nueva placa esta noche en el Argentino, una función que se suspendió a último momento.

-El tango tiene humor, desde siempre, pero el humor siempre ha sido más bien trágico...

-Yo cuando era chiquito pensaba que el tango era puro sufrimiento pero no necesariamente es así, siempre fue una generalización. De hecho, lo primero que canté en mi vida era Garufa, un tango que de trágico no tiene nada, es un gaste, un chiste. Y con el disco nuevo quería que el tango fuese algo con buen humor, ‘La vida es afano’ es un tema cínico pero es 100% tanguero y es un tango luminoso.

RENOVAR EL TANGO

“Todos los días pienso en tango, pero también pienso en rock: es un problema personal que ojalá nunca supere. Tengo que tener dos orquestas, tengo que hacer dos discos (el año que viene lanzará “Cortatumba”, un álbum rockero), y ahora los discos dan pérdida, así que tengo que perder plata dos veces... pero como dicen, sarna con gusto no pica”, reflexiona.

-Tenés siempre presente la influencia del rock y también de otros géneros, hasta el clásico. ¿Te interesa renovar el tango a partir de esta convivencia, es una búsqueda tuya?

-Tengo la intención de que el tango sea algo más luminoso de que lo que normalmente lo consideramos. Me interesa que mi aporte al tango sea desde un lugar no tan tradicional en cuanto a la lírica, que no sea tan triste. En mi disco anterior escribí unos tangos bastante duros pero en “La vida es afano” quise hacer exactamente lo contrario.

-En el nuevo disco convertís al género “Pedro Navaja”, la salsa del panameño Rubén Blades. ¿Cómo surgió esa idea?

-Siempre quiero llevar el tango a la frontera no del estilo pero sí del origen. Pensando en Piazzolla, por ejemplo, porque si no hubiera existido Chopin, no hubiera existido Piazzolla. Le quise aportar luz al tango y también traerlo de una fuente completamente diferente.

-¿Y te sentís ya un compositor de tango o más un intérprete?

Calamaro se detiene a pensar. Duda. Y contesta: “Le tengo mucho respeto al tango, así que todavía no me animo a hacer un disco con todos tangos míos, pero en el próximo disco de rock todos los temas son míos... De todos modos, siempre compongo canciones de tango en mis discos porque, sino, siento que ¿cuál es mi aporte?”.

Calamaro no quiere ser sólo un intérprete: lo desvela la idea de aportar algo al género que tanto admira, de no ser un simple cantor de clásicos. “Hay que hacer que el tango dure 100 años más”, enfatiza, “porque, si no hay composiciones nuevas, el tango se reseca”.