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La cultura de la pastillita: no para de crecer el abuso de psicofármacos

Ya sea para dormir, para estar despierto o manejar la ansiedad, los psicotrópicos forman parte de la vida cotidiana. Los expertos alertan que no sólo que existe una tendencia al abuso y a consumir estos productos sin prescripción médica, sino también que los consumidores son cada vez más jóvenes

26 de Octubre de 2014 | 00:00
HAY PASTILLAS PARA DORMIR, BAJAR LA ANSIEDAD, DISMINUIR EL ESTRÉS, PERDER PESO O ESTAR TRANQUILO. AHORA BIEN, ¿ES POSIBLE ALCANZAR UNA FELICIDAD QUÍMICA Y NO QUEDAR HERIDOS EN EL INTENTO?
HAY PASTILLAS PARA DORMIR, BAJAR LA ANSIEDAD, DISMINUIR EL ESTRÉS, PERDER PESO O ESTAR TRANQUILO. AHORA BIEN, ¿ES POSIBLE ALCANZAR UNA FELICIDAD QUÍMICA Y NO QUEDAR HERIDOS EN EL INTENTO?

El perfil de los consumidoresLa receta el médico pero también un amigo. La sugiere un conocido si nos cuesta conciliar el sueño o si vamos por la vida con los nervios de punta. También la convida alguien de la familia si nos ve que andamos medios depre y con ganas de nada o la recomienda un compañero de oficina si nos aterra subir a un avión. Sea para lo que sea, todas las soluciones a los problemas de la vida cotidiana parecerían estar en la punta de la lengua y encerradas en una simple pastillita. Sedantes, estimulantes, ansiolíticos, tranquilizantes, antidepresivos. Según los últimos datos en la materia, el consumo abusivo de psicofármacos en el país no para de crecer y se enmarca en lo que muchos llaman un “fenómeno de medicalización de la vida cotidiana”, que estimula la automedicación y multiplica el número de potenciales adictos. Y acaso lo más inquietante: el número de jóvenes que protagonizan el fenómeno tampoco para de crecer.

En julio pasado, según cifras del Observatorio de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), se vendieron 4.560 cajas más (1,5%) de remedios para la disfunción eréctil que el promedio mensual del último año; 47.840 unidades más (4,1%) de tranquilizantes; 55.063 unidades más (7,3%) de antidepresivos y 27.581 (6,2%) de antipsicóticos. Si tenemos en cuenta que sólo se trata de la variación de un mes del año, podemos hablar de incrementos en la venta de estos psicofármacos de entre un 18 y un 88% anual.

“El consumo de psicotrópicos crece día tras día de manera alarmante”, dice Graciela Luján, presidenta del Colegio de Farmacéuticos de La Plata y para quien el fenómeno se inscribe “en una sociedad que necesita todo rápido y de modo acelerado, urgente”, por lo que “no asombra entonces que las edades de los consumidores sean también cada vez más bajas”.

Si bien la ley establece que los psicotrópicos deben venderse bajo receta, según la Sedronar “gran parte del consumo se hace sin prescripción”

Hay, como se dijo, pastillas para dormir, bajar la ansiedad, disminuir el estrés, perder peso, estar tranquilo o mantener una erección eterna. Ahora bien, ¿es posible alcanzar una felicidad química y no quedar heridos en el intento? “La cultura de la pastillita es tan peligrosa como la de cualquier otra droga -opina el psiquiatra Ernesto Dabone-. Vivimos en una sociedad donde la gente cree que el Alplax o el Rivotril sirven para dormir y casi que son inocuos, pero en realidad son ansiolíticos y su uso constante tiene consecuencias serias. No se consulta al médico y los que recetan, muchas veces, no son especialistas en el tema sino conocidos o personas a los que alguien se los recomendó. Hay gente que consume hace mucho tiempo. Les recetan una vez y otra y otra, y se transforma así en un proceso de tipo adictivo. Son adictos a las pastillas para dormir, por ejemplo, pero no lo asumen y siguen repitiendo esa conducta como si nada”.

Qué y para quéSi bien la ley establece que los psicotrópicos deben venderse bajo receta, según la Sedronar “gran parte del consumo se resuelve sin prescripción y otra gran parte se da en el marco de una relación insuficiente con el profesional”. Es decir: aún en los casos donde hay un seguimiento por parte de un médico, el criterio sobre cuándo y por qué medicar con psicotrópicos no parece estar formalmente instituido. Así, es común que aparezca la figura del médico recetador o médico amigo, que se limita a hacer la receta sin un conocimiento profundo del paciente a quien autoriza a medicarse. Un sondeo realizado por la cátedra de Farmacología Básica de la UNLP mostró que el 6,9% de los jóvenes ingerían psicofármacos y que en el 39% de estos casos ese consumo era asociado a una automedicación

“Los psicofármacos deben formar parte del abordaje multidisciplinario en situaciones puntuales”, dice la psiquiatra infanto juvenil Andrea Abadi, para quien además “la medicación nunca debe ser el único tratamiento que reciba un niño o adolescente, pero es fundamental entender que cuando hay una prescripción de un psicofármaco es porque hay un diagnóstico médico que avala su indicación, y no debe minimizarse considerándose una ‘medicalización de la normalidad’. Las conductas normales de la vida no hacen que un niño piense en matarse o responda con un golpe al maestro o a los padres” (ver “Deben usarse...”)

Criterios y opiniones al margen, las estadísticas son claras. Datos de la propia Sedronar revelan que más del 10% de las personas de entre 16 y 65 años, el 8% de los universitarios y casi el 5% de los estudiantes secundarios usan sedantes o estimulantes sin prescripción médica. “Esos datos hablan del consumo sin receta -agrega Dabone-, pero hay muchos que, aún accediendo a los psicofármacos por indicación médica, los usan indebidamente. Esto significa que la cifra de quienes consumen en realidad es mucho mayor”.

Para el especialista, además, como para muchos de sus colegas, la automedicación y otros problemas relacionados con el mal uso de medicamentos forma parte de una tragedia silenciosa a la que no escapa nuestra Región: según los datos de un estudio desarrollado por el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (Safyb) durante el 2012 -uno de los últimos trabajos a nivel local sobre la temática-, 340 personas murieron por problemas relacionados con medicamentos en La Plata mientras otras 2.400 debieron ser hospitalizadas por la misma causa. Mientras tanto, 22.700 fallecieron por causas similares en el país, lo que equivale a 60 decesos por día o uno cada 23 minutos.

Los responsables de este estudio hablan de una problemática que se profundiza y lo confirman al comparar años anteriores a la muestra: si en 2012 en toda la Argentina habían muerto 22.700 personas a raíz de problemas relacionados con medicamentos, esa misma cifra había sido de 21.800 en 2011 y de 20 mil hace apenas cuatro años.

“La gente asocia drogas con cocaína y marihuana -dice Dabone-, pero cuando hablamos de drogas en el imaginario colectivo nunca aparecen los psicofármacos. Y no aparecen porque los tenemos totalmente incorporados a nuestra vida. Hay personas que sin su pastillita de todos los días no funcionan, y sin embargo cuando se habla de adictos ellos no se reconocen en esa cuadro para nada”.

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