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Policiales |DESPUES DEL ESTUPOR, LA SORPRESA

Degollada en Berisso: quedó detenido su sobrino de 17 años

Tenía el celular de la mujer. Y ella misma pronunció su nombre dos veces, ante una vecina y un camillero

1 de Noviembre de 2014 | 00:00

“No te lo puedo creer”. Esta era la frase que retumbaba ayer en los alrededores de la casa de Claudia Ortiz (48), en Berisso, donde la degollaron y quedó bajo custodia su propio sobrino, de 17 años. Complican al adolescente dos cuestiones: que usó y escondió el celular de su tía después del homicidio y que fue la propia Ortiz la que mencionó su nombre ante la vecina que la asistió y le preguntó quién la había atacado de semejante modo. Cuentan fuentes oficiales que el camillero que la trasladó al quirófano del Larrain la escuchó decir el mismo nombre.

En la casa del chico-ubicada a unas 20 cuadras de la de la víctima- secuestraron un par de zapatillas con manchas que los policías presumen de sangre, aunque fuentes judiciales no descartan que sean de óxido. Serán los peritos en rastros los que determinen si son hemáticas o no, y, en caso de que sí lo sean, a quién pertenece esa sangre.

Lo que no está tan claro es el móvil del crimen, en caso de que el chico efectivamente haya sido el autor. “Estaba obsesionado por los celulares”, estimó un pesquisa, haciendo pie en que el Samsung Galaxy SIII fue lo único que faltó de la vivienda de Ortiz, sitio en el que el menor vivió durante unos 5 meses.

En una declaración informal el chico dijo que al momento del crimen estaba cenando en su casa, solo

Esto pasó pocos minutos después de las 9 de la noche del martes en una casita baja de ladrillos a la vista de 167 entre 26 y 27, de Berisso. Llovía fuerte desde hacía rato. Y Ortiz cruzó la calle de tierra con las manos en la garganta, gritando como podía. La vecina de enfrente que salió a ayudarla le preguntó quién le había hecho eso, a lo que Claudia respondió “Magoo”, aseguraron desde el ministerio de Seguridad. Ese es el apodo de uno de sus diez hermanos, pero ante una nueva pregunta de la testigo, la víctima aclaró que hablaba del hijo de éste, su sobrino de 17 años.

En primera instancia familiares y policías especularon con que la mujer pudo deslizar ese nombre “en estado de shock”, aunque los indicios que se sumaron luego instalaron la sospecha de que Ortiz habría estado bien lúcida y respondiendo a lo que se le había preguntado.

Como ya se ha informado, otro sobrino la trasladó en su auto al hospital de Berisso, donde los médicos la operaron y murió 12 horas después.

Para entonces el fiscal Fernando Cartasegna había ordenado una serie de medidas de prueba, como el secuestro del cuchillo con el que Ortiz recibió dos cortes en la garganta. Era el que estaba usando para cocinar y que fue hallado a 10 metros de la puerta de calle, sobre los pastos de la vereda.

Los peritos no encontraron aberturas forzadas ni rastros de lucha dentro de la casa, lo que los indujo a suponer que el homicida entró con llave o el aval de la dueña. Ortiz, que era separada, vivía sola. En el fondo del terreno hay otra casita, en la que reside su madre. Tenía 4 hijos, pero todos están radicados en Olavarría.

La familia se completa con más de 40 sobrinos y otros parientes, la mayoría de los cuales viven en la misma zona y prestaron testimonio entre el miércoles y el jueves. Consultados sobre los conflictos que pudo tener Ortiz, algunos recordaron que le debía una suma inferior a los 1.000 pesos a un prestamista y que el ladrón que la había robado hace un año -detenido en aquel momento- había salido hace un par de meses de la cárcel.

A medida que las hipótesis caían, los investigadores se aferraban a lo único concreto: de la vivienda de la mujer (cuyo único ingreso era una pensión) faltó su celular. Lo rastrearon. Y no tardaron en detectar que el IMEI del aparato se había activado poco después del homicidio, pero con otro chip registrado a nombre de una sobrina de Ortiz, con el que se hicieron y recibieron llamadas, además de mensajes de texto.

Ante la Policía, la chica aclaró que nunca había tenido ese número, aunque ofreció mostrar su agenda. Y resultó que “era el teléfono de su hermano de 17 años”, completó un vocero judicial.

El adolescente y su padre fueron entonces a la comisaría. Después de un buen rato, “y varias excusas”, admitió un pesquisa, el chico “reconoció que había ido a la casa de la tía después de que el padre lo llamó para avisarle que la habían apuñalado y se llevó el celular”. Con los datos que él mismo dio los investigadores encontraron el Samsung Galaxy SIII dentro de un auto abandonado al lado de la casa de su padre. El quedó demorado bajo custodia en el domicilio de su madre, a la espera de que la fiscal del Joven resolviera su situación (ver aparte) .

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