Lisandro Aristimuño: un amante de la libertad

Por MARIA VIRGINIA BRUNO

Dejó su Viedma natal hace ya diez años siguiendo los pasos de su mujer porque la extrañaba. No tiene reparos en contarlo y en quedar como un romanticón porque es precisamente en ese punto melancólico donde Lisandro Aristimuño se hace fuerte. El amor es su norte y brota en sus canciones y frente a las críticas que lo tildan de pesimista él se defiende: “El mensaje que yo quiero dar con mi música es el de una persona libre que puede mostrar su forma de ser, desde la tristeza a veces, pero siempre desde la sinceridad y con la verdad”.

La libertad que lo define a la hora de cantar lo que tiene ganas de cantar tiene que ver con una elección aún mayor que abarca la música desde un proceso integral. Aristimuño, a sus jóvenes 36, es su propio dueño.

Su todavía corta carrera musical, que ostenta un repertorio de 70 canciones editadas en cinco discos (uno doble), ya fue mimada con dos premios Gardel (en 2010 por “Las crónicas del viento” y en 2013 por “Mundo Anfibio”) al mejor álbum rock pop alternativo, además de una nominación al Latin Grammy en 2012 en el rubro música alternativa. Y algunas de sus letras han sido elegidas por grandes referentes del folclore y del rock para ponerles otra voz.

Nacido en cuna de artistas, con padre director de teatro y madre actriz, Lisandro no se encandila con los brillos de la fama, dice que los músicos “no son lo que nos hicieron creer” y ayuda a otros artistas independientes a difundir su música porque considera que “así podemos lograr un mundo mejor”.

En el marco de una extensa gira nacional, y con la que también recorrió algunos escenarios de Latinoamérica, Aristimuño y su banda, los “Turquesas azules”, regresarán el próximo sábado al Coliseo Podestá con una propuesta artística que fusiona en vivo sonidos electrónicos, instrumentos acústicos, programaciones y arreglos de cuerdas. En diálogo con EL DIA, el cantautor se refirió a su música, su carrera y al amor, el motor de su vida.

- A lo largo de estos diez años has ido probando con diferentes sonidos, sin encasillarte. ¿La clave está en aprovechar lo mejor de cada uno y a partir de ahí crear?

-Para mí lo más maravilloso de la música es que hay libertad, como en el amor. No todos amamos igual, no todos hacemos la misma música, ni escuchamos lo mismo. Y lo que tiene la música es que es una disciplina muy abierta, yo como compositor, arreglador y productor de mis discos tengo la libertad de poder elegir lo que más me gusta de cada género y en eso soy cero prejuicioso.

-¿Te sentís cómodo fusionando?

- Me encanta la mezcla. Si fuera un pintor elegiría todos los colores del mundo, no podría hacerlo sólo con blanco y negro. Cada género y cada estilo tiene algo hermoso e intento por lo menos lo que más me gusta de cada uno y lo uso en base a la canción y lo que me pide esa canción en particular. No tengo ningún tipo de muro, me gusta utilizar todo lo que pueda.

- ¿Cómo es la vida de un músico independiente?

-Es un camino alternativo que tiene mucho más esfuerzo pero a la hora de estar en un escenario o de girar es una felicidad doble. Ver un teatro colmado, con la gente de pie aplaudiendo al final, sabiendo que estuviste trabajando desde las dos de la tarde, es emocionante, realmente, y a mí me gusta mucho más sentir eso a que me suban a un auto y me lleven directo a un estadio sin saber a dónde voy. Me gusta ser más terrenal y sentir cada paso que voy dando.

- Durante cuatro años hiciste un programa en el que te dedicabas a difundir la música independiente y ahora seguís esa tarea desde tu web con Música sin Fines de Lucro...

-Al no tener tiempo para seguir con el programa de radio, surgió esta idea donde todos los meses subo a mi web una especie de playlist de temas que elijo en base a las canciones que me envían por mail o, también, de los discos que me dan en las giras. Es algo que me da mucha alegría porque puedo difundir y dar una mano a gente que hace música y que no tiene otras posibilidades.

-¿La música es para compartir?

-Yo considero a la música así, me parece que lo más lindo es la comunicación entre los colegas. Eso que nos hicieron creer en otras épocas de que el músico es diferente yo creo que no es así, y pienso que somos todos iguales. Creo que si todos nos damos una mano, podemos difundir y ayudar a que el mundo sea más lindo porque la música no es mala, no hace daño, es algo bonito.

- A la hora de componer, ¿sos de tachar y reescribir hasta que la hoja se rompe o es un proceso más natural?

-Soy de romper hojas, taparme de bollos hasta lograr que alguna más o menos quede. En realidad, la parte de las letras y de escribir es lo que más me cuesta y me sorprende mucho que a la gente le gusten mis letras, porque para mí no soy un buen escritor. Me siento más seguro en la melodía.

- Tus canciones básicamente hablan de amor, ¿es el sentimiento motor en tu vida?

-Yo creo que el amor es lo más hermoso que tenemos aunque suene cliché. El amor es algo que gracias a Dios nadie puede controlar ni manipular, como es este sistema que todo lo compra y lo vende, es algo que nadie puede agarrar, como el aire, no tiene control y por suerte es algo que todavía nos queda que es muy genuino, que nadie sabe cuál es la formula ni cómo se puede hacer. Yo lo comparo mucho con la música porque tampoco nadie tiene la posta de cómo se debe hacer, simplemente sale.

-¿Te molestan las críticas que dicen que sos pesimista?

-Cada uno tiene sus gustos y es libre de manifestarse, la música es muy libre, me parece que está bien que pase eso. De cualquier manera hay canciones que yo no considero que sean pesimistas, me parecen meláncolicas, y tienen que ver con el amor, con extrañar, con mundos de los que a la gente le da un poco de pudor o vergüenza hablar, y para mí es muy importante. Soy una persona muy nostálgica, siento que la tristeza o el estar tranquilo o el llorar son importantes, y uno las tiene que aceptar porque somos humanos y no es todo perfecto, ni todo risas. Me gusta prestarle atención a esa parte que tenemos todos y que mucha gente oculta.