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Información General |HISTORIAS PLATENSES

Una carrera para el futuro: ingenieros made in La Plata

En un momento en el que son oro en polvo para acompañar el crecimiento industrial y el desarrollo estratégico argentino ¿Cómo es el mundo de los profesionales en ingeniería? ¿Cómo llegan a meterse en las llamadas ciencias duras? Tres jóvenes de la mecánica, los materiales y la informática cuentan el detrás de escena de las carreras más demandadas del país

15 de Noviembre de 2014 | 00:00

Por MANUEL LÓPEZ MELOGRANO

Era julio de 2005 cuando Sebastián Balasini caminaba por el pasillo de la UTN para tramitar su certificado de finalización de carrera y leyó el anuncio pegado en la pared: “Se busca ingeniero mecánico. Sueldo de bolsillo 1.500 pesos”. Envió el CV y lo llamaron esa misma tarde para una entrevista al día siguiente con el presidente de la mayor industria naval del país: el Astillero Río Santiago.

-Mirá Sebastián. Sos Ingeniero mecánico y fuiste presidente del centro de estudiantes -lo saludó el hombre- quiero que te quedes a trabajar con nosotros. Necesito que manejes gente.

“La verdad que me dejó helado”. El flamante ingeniero de 25 años vivía con los viejos y recuerda como si fuera hoy que para manejarse los padres le daban lo que podían: “3 ó 4 pesos por día, no me podía comprar ni un atado de puchos en la facultad, era un rasca” relata. Al año, con su sueldo se compró un auto. Siempre estuvo en el Taller en el área de mecánica, y hoy cumple funciones para la gerencia de producción como Jefe de Proyecto y requerimiento de material: “Cuando entrás sos un hombre culto que no sabe nada. Tenés un montón de herramientas que no sabes para que son, te vas acercando a los compañeros y trabajando ves que hay cosas que estudiaste que las usas sin darte cuenta y te cae la ficha que no naciste sabiendo, que lo aprendiste en la facultad,”

Eligió la carrera por su padre, que hizo carrera de grande. La primera materia que rindió le sirvió de impulso porque se sacó un 1 y juró no desaprobar nunca más. Y así fue. Estudiaba 4 horas por día y siempre de noche. Terminó con 8 de promedio porque “es jodido tener promedio más alto, depende mucho de los profesores” revela Sebastián. Y aunque jura que la timidez no la perdió, en la facultad estaba de 8 a 22, meta estudio y militancia.

Balasini tiene casi 10 años en la industria naval y más de docente titular del curso de ingreso y de Física I: “Lo hago para distraerme, porque no me interesa el dinero de eso tampoco”. Es ingeniero; se puede dar el lujo de trabajar por amor al arte. O, en todo caso, a los números.

FLASHBACK

“Me recibí en 1987 y era muy difícil conseguir trabajo en esa época, los sueldos no eran buenos y las empresas estaban migrando de construir a brindar servicios”, dice José Scaramutti, ingeniero eléctrico y secretario académico de la facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata. Desde finales de los ´80, Argentina pasó de tener un país industrial a prestar servicios. De fabricar a importar manufacturas.

Con la reactivación de la industria nacional, el engranaje se puso a andar de nuevo y hoy en día hay una necesidad de ingenieros. Hasta la Presidenta los pide: “Saludo la decisión de otorgar becas para que haya más ingenieros. Abogados y contadores ya tenemos muchos... y se los dice una abogada”.

Al principio de la década pasada, el perfil de ingeniero generalista como el industrial era el favorito, pero ya desde hace unos años que docentes, alumnos y autoridades coinciden en que se volvió a diversificar y los pedidos son más enfocados por áreas.

Cuando Mario Flores, director de Capacitación y Formación profesional de la Universidad Nacional Tecnológica Regional La Plata, rendía los últimos finales de su carrera de Ingeniero Químico,su desesperación era entrar en una fábrica. Pero le consta que 25 años después, muchos graduados se orientan a la investigación y al trabajo en laboratorios. “Todos los químicos quieren ser doctores y no es el mismo perfil para la industria; estamos en deuda con las empresas de la zona que requieren un perfil más `fierrero”, asegura Flores y concluye: “En aquel tiempo la investigación era mínima y sinónimo de hambre; pero ahora es más flexible y con salarios que muchas veces son más rentables que la industria, en rubros que crecen exponencialmente como la nanotecnología y las energías renovables”.

MATERIALES

La carrera de Ingeniería en Materiales tiene sólo 10 años y no más de 60 profesionales en todo el país. De las 4 que tiene la carrera, hay un selecto grupo de 17 ingenieros recibidos desde 2009 en la UNLP. El platense Jorge Ignacio Besony fue el cuarto alumno en recibirse y encima atrevido: la hizo en 5 años.

Había entrado en 2004 y disfrutó desde temprano el trato personalizado con los docentes y los pocos compañeros. “Por suerte me recibí rápido con la ayuda de una beca de la Facultad y la CIC y pude entrar a hacer la maestría en materiales y enseguida me puse a trabajar en Tenaris”, responde Besony. En la empresa del Grupo Techint trabajó para la industria petrolera desarrollando “tubos sin costura” con tratamientos térmicos para analizar cómo se comportan los materiales en el ambiente.

En febrero de 2012 terminó con los tubos y le ofrecieron la gerencia de Ingeniería de TROX Argentina. Con 4 operarios a cargo y un plantel total de 74 personas, Jorge fabrica difusores de aire. “Es el equipamiento para controlar las distintas condiciones en temperatura, humedad, y confort para dentro de una instalación” confiesa.

-¿Es tan dura como dicen la carrera de ingeniero?

- Las carreras de ingeniería tienen mucho componente teórico, mucha matemática, física y química, y cuando uno se encuentra frente a situaciones laborales o cotidianas, se da cuenta de que toda esa base no puede aplicarla sin racionamiento analítico.

Fueron muchos años en los que no sólo se perdió la idea del ingeniero como un tipo útil. Se desalentaron las formaciones técnicas en la escuela media -semilleros de las facultades de ingeniería además de escuelas de oficios- y para rematarla, literalmente se jubilaron o pasaron a retiro los perfiles más experimentados y con más antigüedad que formaban a los recién recibidos en las propias empresas. Hoy se ha empezado a revertir esa situación.

Los salarios dependen de muchos factores ligados a la experiencia pero tambien a otros como cual es el proyecto en los que se participa, el tipo de tecnología que estas capacitado para operar y el rendimiento que le das a la empresa

Se ha dicho que las carreras que estén relacionadas con la energía (electricidad, gas y petróleo), con infraestructura (transporte, obras viales, puertos, ferrocarriles) y con la industria de la alimentación y la informática, son estratégicas para la Argentina. Pero se requieren perfiles de todas las ramas. “En particular se busca gente que por ahí no tenga tanta experiencia pero sí que tenga formación específica en un área”, dice Scaramutti”. Hay para todos: Eléctricos, electrónicos o el caso de los hidráulicos, que durante muchos años no tuvieron trabajo y ahora se ven favorecidos por una coyuntura de inversión para grandes obras de infraestructura, como una represa”.

Otro aspecto que es motivo de charla en los encuentros académicos de las facultades de Ingeniería es fomentar la actitud emprendedora. Y el anhelo de muchos, es que desembarquen más empresas que hacen Desarrollo Tecnológico como el INVAP. Eso va a ser el imán para que se metan más chicos que “son ingenieros de alma” y estudien ingeniería.

PAN PARA HOY, TÍTULO PARA MAÑANA

Dejando de lado las ingenierías “agropecuarias” a nivel país, 5.457 ingenieros se recibieron en 2011, según la estadística elaborada por la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) del ministerio de Educación de la Nación: Son un 10,7 por ciento más que en 2010 y el 25 % más que en 2003, el año que se graduaron 4.120 alumnos.

Gisela Sullivan pertenecía al grupo de los mencionados pero hace un mes que se graduó de Analista Universitaria de Sistemas en la UTN, subiendo el promedio general con 12 años de carrera. Pero no le da culpa ni vergüenza. “Yo siempre tuve claro que quería tener el título de sistemas, que quería ser ingeniera, porque además, el título te puede ayudar para tener puestos más altos, porque sin eso tenés un techo para crecer de categoría”. Pero eso sí. Supo desde primer año que si no trabajaba durante la carrera, cuando saliera no iba a poder insertarse y menos en un trabajo bueno y bien remunerado.

Y tira un dato. En los primeros años de trabajo las empresas de Informática no evalúan los recursos humanos por el nivel académico, ni siquiera tienen en cuenta el título. Es la experiencia. Sullivan aprovechó esa gran ventaja que tiene la UTN con las grillas para los alumnos que trabajan. Algo que se nota por los horarios y cuando al ver como se llenan de noche todos los estacionamientos de bicis y autos.

En 2007, cuando cursaba tercer año de la carrera, se metió en sistemas en la empresa Accenture. Estuvo tres años programando y en 2011 llegó a su trabajo actual, la empresa Softtek, donde ingresó como líder técnico de un grupo en la parte de desarrollo y producción. Está contenta y con planes de quedarse. En este momento esta coordina un proyecto de 5 meses para la sede en Buenos Aires de la empresa de seguros Zurich. “Veremos cómo podemos mejorar todos los procedimientos de los equipos y del sistema informático en general, dejándoles las pautas de funcionamiento y un manual para usuarios diseñado a la medida del cliente, para optimizar el funcionamiento de la empresa” confía la nueva Ingeniera en Sistemas, una rama que no para de crecer con más de mil egresados por año en el país.

En tiempos en que todo se vuelve cada vez más computarizado y tecnológico, ella sabe que la proyección es importante. Los salarios dependen de muchos factores ligados a la experiencia pero también a otros como cual es el proyecto en los que se participa, el tipo de tecnología que estas capacitado para operar y el rendimiento que le das a la empresa. Luego todas tienen unos rangos de categorías. Los sueldos en la empresa oscilan entre los 3.500 para alguien que no tiene nada de experiencia y hasta 80 mil o más para cargos de ejecutivos altos.

En este mundo poco habitual para los hombres comunes, se puede trabajar de informático como desarrollador de nuevos programas, en testing, y muchos investigan en laboratorios.¿Por qué eligen la carrera? Gisella dice que lo principal es que muchos son fanáticos de la computadora (ella se incluye) pero también hay otros evalúan que es lo que va a tener mas salida laboral, y se anotan. Y en ese caso, como es exigente el nivel de estudio, el primer año ya es el filtro.

Hace poco tuvo una oferta que no aceptó para ingresar en Migraciones en capital federal, pero dice que en este momento está bien. “Mi idea es formar una familia, y vivir en La Plata”.

Y ahí está Sebastián Basali, el Ingeniero Mecánico del Astillero Río Santiago, aquel que seguían varios de cerca mientras estudiaba, que asegura que fue un acierto aceptar la beca para ganar experiencia en los talleres de la facultad, aprendiendo con ensayos de óptica, ultrasonido y pruebas físicas con reactivos. Eso lo ayudó a terminar antes. Y después de tanto quemarse las pestañas dentro del club del ingenio, se sienta en el living del departamento que pudo comprarse y comparte un recuerdo que lo humaniza.“En toda mi carrera nunca dejé de salir un sábado porque tenía que estudiar”, se enorgullece. “Me acuerdo de un final re jodido que tenía que rendir un lunes, y estaba tomando un fernet en la barra de un bar y se me venían números a la cabeza”, rememora y se le iluminan los ojos. “Iba repasando toda la teoría para adentro. Estaba loco”. Loco, sí. Pero ingeniero. Y necesario.

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