Patota atacó a dos hermanos en City Bell y uno de ellos está grave

RODOLFO TIENE EN SU ROSTRO LAS MARCAS DE LA BRUTAL AGRESIÓN. EL HERMANO, PELEA POR SU VIDA

Por el celular, las zapatillas o en síntesis por nada. Todos esos motivos posibles son los que encuentra la familia de un adolescente de 17 años, que ayer a la madrugada fue agredido por una patota. En el ataque volaron piedras, botellazos y hubo una agresión desigual. Hoy está internado con una fractura de cráneo y su estado es delicado.

Todo pasó en 26 entre 474 y 475 de City Bell, en circunstancias que para la Policía aún no están claras. “A las 3 de la madrugada él iba a la casa de un amigo. Tenían pensado ir a pescar cerca del camino Belgrano”, contó Rodolfo (22), un hermano de la víctima.

El encontronazo con los agresores fue a media cuadra de su casa. Al adolescente le cerraron el paso aparentemente para robarle. “Querían sacarle el celular y empezaron a pegarle”, siguió el joven ante la consulta de EL DIA.

Rodolfo oyó lo que pasaba e intentó auxiliar su hermano, pero lo único que consiguió fue que a él también le pegaran: “A mí me tenían entre tres y con mi hermano estaban todos los demás, que eran cinco por lo menos”.

La patota golpeó a patadas y trompadas, pero también se sirvió de palos, cascotes, botellas de vidrio y “todo lo que tuvieran a mano” para castigar a los hermanos.

Al más chico de ellos le sacaron primero el celular. Y “cuando él estaba tirado en el piso, inconsciente, también le robaron las zapatillas”, remarcó la familia.

La paliza terminó cuando a las víctimas salieron a defenderlas unos amigos del barrio, indicó el muchacho que habló con este medio.

A Rodolfo le dejaron varias lastimaduras a los costados de la cara, que ayer a la tarde se le notaban a simple vista.

Pero su cuadro era minúsculo, comparado con el estado de su hermano: uno de los golpes que le propinaron le produjo una fractura de cráneo. Aún no habrían datos concretos sobre las lesiones a nivel cerebral y las secuelas que esta golpiza le podría dejar.

Sus allegados sólo pudieron verlo un rato en la sala de terapia intensiva que ocupa en el hospital San Roque, adonde fue trasladado cuando la Policía intervino en el hecho, tras una presunta demora de 40 minutos que habría tenido la ambulancia del 107.

Como testimonio de la salvaje accionar, en la calle quedó el charco de sangre de la víctima, escoltado por los palos y piedras con las que lo castigaron.

Según Rodolfo, los atacantes “habían salido de una fiesta en el barrio y serían de Ensenada”. Cuando los policías se volcaron a investigar lo que pasó, un testimonio dio cuenta de un presunto altercado que habría detonado la agresión, relacionada justamente con esa reunión que había en la zona.

Todo permanece bajo la lupa de los detectives, que siguen de cerca todo lo ocurrido sobre todo teniendo en cuenta lo grave que está el herido.

La investigación oficial da cuenta de que la patota aún no fue identificada.

Sin cámaras de seguridad callejeras en las inmediaciones, la detección de cuántos fueron los agresores, hacia qué lugar fugaron y en qué lo hicieron, son datos que por ahora están lejos de conocerse.

La Policía se orienta a la hipótesis del robo, aunque por el momento no se descartan otras líneas de investigación.

En este contexto, Rodolfo apeló al arrepentimiento de algún agresor: “Los que hayan visto lo que pasó o estuvieron ahí, le pedimos que cuente cómo fue todo”.