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Parque Castelli: el parque de los seminaristas

Entre el Seminario Mayor y la Fiesta de la Mamma Nostra, el Castelli encuentra sus rasgos de identidad

19 de Noviembre de 2014 | 00:00

Aunque por tradición se lo designó con nombre de prócer, el parque Castelli, uno de los más amplios de nuestra Ciudad, quedó marcado desde sus comienzos por su principal vecino, el Seminario Mayor. Pero también por una comunidad de inmigrantes de un remoto pueblo de Calabria que a fuerza de procesiones y festejos se apropió en cierto modo de él.

Algunas crónicas posteriores a la fundación de La Plata refieren que aquellas cuatro hectáreas de descampado en torno a la intersección de las avenidas 25 y 66 habían sido reservadas para un parque. Recién en 1901 una ordenanza iba a darle a ese parque el nombre de Juan José Castelli, en homenaje al miembro de la Primera Junta y principal orador de la Revolución.

Lo cierto es que el Castelli no era más un que vasto pastizal apenas enmarcado por unas pocas casillas cuando a principios de 1922, a instancias de un auto pastolar de Monseñor Francisco Alberti, se colocó a su vera la piedra fundamental del Seminario de San José. Iban a transcurrir sin embargo tres años antes de que los primeros seminaristas pudieran trasladarse al nuevo edificio y comenzara a construirse, en la esquina de 24 y 66, la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece un umbral de entre 10 y 15 m2 de espacios verdes por habitante como indicador de calidad de vida urbana. La Plata se distingue como “la ciudad de las plazas”, con 14 m2 de espacios verdes por habitante en el casco fundacional

Desde entonces, varias generaciones de futuros sacerdotes de distintos puntos del país han paseado y meditado a la sombra de los añosos robles del parque, motivo por el cual muchos vecinos de ese barrio pasan por alto su verdadero nombre para referirse a él como el parque del Seminario Mayor.

Pero el Castelli es reconocido también por ser el escenario el tradicional fiesta de la Mamma Nostra, que cada septiembre festejan los descendientes de bivongeses en nuestra Ciudad. Su comunidad, que hoy reúne en La Plata a más de veinte mil personas, proviene de un pequeño pueblo del sur de Italia con una población que apenas supera los mil.

Labradores, zapateros, sastres, carpinteros, albañiles, peluqueros, músicos, herreros... la mayoría de los bivongeses que llegaron a La Plata lo hicieron luego de la Segunda Guerra Mundial. Unas familias fueron trayendo a otras y casi todas ellas terminaron por asentarse en el mismo barrio, el del Seminario Mayor.

Fue por aquellos años que los bivongeses de La Plata comenzaron a festejar cada septiembre en el parque Castelli las tradicionales fiestas patronales en homenaje a su Virgen, la “Santíssima Mamma Nostra”, una celebración que entre fuegos artificiales y puestos con lupines convoca cada año a cientos de vecinos no sólo de origen bivongés.

La fuerte identificación de esta comunidad con el parque Castelli quedó convalidada en 2004 por la instalación, en el sector que da a 25 y 65, del “Monumento a los inmigrantes bivongeses”, una obra del artista Aldo Simonetti que evoca el perfil de Italia con dos grandes planchas de hierro montadas sobre la traza de nuestra ciudad.

Por la amplitud de la superficie verde que abarca, a mediados de 1970 el gobierno municipal resolvió construir en él un ambicioso centro deportivo para la comunidad. El proyecto -que abarcaba un estadio de fútbol, una pista de atletismo, dos canchas de basquet, dos de baby football, dos de tenis criollo, una pileta y un sector de administración- comenzó a emprenderse al año siguiente y quedó abandonado en 1973.

De todas las mejoras previstas, lo único que llegó a concretarse fueron las senderos de ladrillos, algunos de los cuales perduran hasta hoy. Mas tarde se instalarían bancos y juegos infantiles para ofrecer una mínima infraestructura a las cientos de familias del barrio que lo habían adoptado como su principal espacio de recreación.

Luego vendría una etapa oscura para el parque. Hacia fines de los ochenta, la falta de mantenimiento lo condenó a un estado de abandono que no se había visto jamás: el césped se convirtió en un pastizal que en algunos sectores alcanzaba el metro de altura, se había formado un bañado putrefacto y la acumulación de neumáticos, botellas y bolsas de residuos alcanzó categoría de basural.

En las ultimas décadas, el parque Castelli recobró sin embargo su condición. Y aunque son cada vez menos los seminaristas que se ven pasear por él, hoy es el lugar elegido por miles de vecinos que llevan a jugar a sus chicos, pasean sus mascotas o se ejercitan en la pista aérobica construida a su alrededor.

Ubicación: Av. 66 y Av. 25
Superficie: 4,2 hectáreas
Origen: 1901

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