Plaza Italia: los ombúes prehistóricos y uno de los paseos más característicos

La plaza Italia, originalmente llamada por los fundadores como “Plaza del Ministerio de Hacienda” por su cercanía con el hoy ministerio de Economía, se encuentra ubicada en la intersección de las céntricas avenidas 7 y 44, cruzada también por las diagonales 74 y 77.

Por su rica historia que hermanó a los platenses con la comunidad italiana, por los cambiantes usos, por las polémicas que durante décadas desató su funcionalidad, por la instalación en ella de ferias artesanales muy concurridas y por las concentraciones políticas y sindicales que en el curso de las décadas allí se sucedieron, la plaza Italia es uno de los paseos más característicos y plenos de significación de La Plata.

Existe, además, asordinada y conocida por pocos, una suerte de leyenda que no dispone aún de corroboración científica: es la que asegura que los grandes ombúes que existen en la plaza Italia estaban desde antes, allí mismo, en la llanura desnuda donde fue sembrada la ciudad el 19 de noviembre de 1882. El diagrama de Rocha y de Benoit los dejó en donde estaban, casi como testigos de la prehistoria platense.

Esa aseveración, basada en una serie de estudios, fue sostenida por una botánica platense, investigadora del Conicet, desaparecida hace una década. Las características especiales del ombú, decía la especialista, le impedían hacer pública esa presunción, pero sostenía que por diversos métodos estaba en condiciones de afirmar que los añosos ombúes de plaza Italia tenían más edad que La Plata.

Lo cierto es que el nombre de “Plaza Italia” le fue asignado el 20 de septiembre de 1895, como homenaje a Italia en el Día de la Unificación Italiana. Lo cierto es que en el centro del paseo se construyó el “Monumento a la fratellanza”, de los artistas Giovanola y Vecello. Se trata de una réplica de granito de la Columna de Nelson en Trafalgar Square (Londres), en una versión similar desde la base hasta el pináculo, aunque en el monumento inglés está Nelson y en el platense el águila de bronce, obra de Giovanola.

El águila sostiene las banderas argentina e italiana, habiéndose proyectado cuatro leones en la base que nunca se colocaron.

El monumento quedó emplazado en el centro de la plaza circular hasta que en 1952 -a raíz de una reforma que buscó beneficiar al tránsito automotor- la plaza fue abierta para permitir el paso de la avenida 7, debiéndose correr el monumento a la mitad recostada sobre el noreste.

La medida que originó fuertes objeciones y que desató controversias, debió ser revocada en 1965, luego de haberse comprobado que los automóviles ingresaban a gran velocidad al tramo más céntrico de la ciudad.

En esa oportunidad, se prohibió el tránsito de vehículos por el centro de la plaza, utilizándose desde entonces como playa de estacionamiento público.

Además de la columna monumental que caracteriza a la plaza, existen también otros monumentos. Entre ellos “El trabajo”, hecho en bronce por el escultor milanés Alessandro Laforet (1863-1937). Se trata de una figura de cuerpo entero que representa a un trabajador con una maza en la mano, descansando después de haber realizado su tarea. Por su parte, y en tributo a los inmigrantes italianos, la plaza tiene también un monumento que los recuerda. Ubicado sobre el sector que da hacia 7 y 5, fue construido por Eduardo Rodríguez del Pino en 1983 e inaugurado durante ese mismo año.

Cabría señalar que entre las décadas del 60 y el 90 la plaza fue escenario de múltiples actos políticos, destacándose entre ellos los realizados durante la campaña electoral de 1983. También ha sido desde siempre centro convocante de las marchas gremiales que, habitualmente, parten desde allí hacia los distintos palacios gubernamentales.

En la actualidad, durante los días sábados, domingos y feriados se desarrolla en la plaza Italia una feria de origen artesanal, aún cuando se ofrecen allí toda clase de productos. Se han sucedido, en tal sentido, serios cuestionamientos por algunos supuestos excesos en la informalidad de las ventas -se alega que dejó de ser un circuito artesanal para convertirse en un mercado donde se venden desde películas truchas hasta perros, gatos y aves de todo tipo- pero lo cierto es que se ha convertido en un paseo obligado que convoca la presencia de miles de personas.