Plaza Perón: un espacio en disputa entre un coronel y un general

Ya sea por costumbre o por no dar el brazo a torcer, muchos de los viejos vecinos del barrio de 25 y 60 siguen refiriéndose a su plaza como la “Brandsen” en lugar de “Presidente Perón”, su denominación actual. Y es que el resistido cambio de nombre que sufrió en 1995, durante la intendencia de Julio Alak, constituye acaso uno de los episodios centrales de este paseo sin más sucesos que los que hacen a la historia chica de nuestra ciudad.

Fundada a fines de la década del veinte sobre la cuenca del Arroyo Regimiento, esta pequeña plaza de apenas una hectárea de superficie y forma romboidal, surgió como parte de la expansión poblacional experimentada por La Plata hacia 1932. Para entonces ya tenía nombre propio: una ordenanza de 1928 la había designado “Coronel Brandsen” en homenaje al militar francés que combatió junto a San Martín en el

Ejército de los Andes y murió en batalla años más tarde durante la guerra con Brasil.

Al principio poco más que un potrero donde pastaban los caballos del barrio, la Brandsen fue adoptando con el tiempo aspecto de plaza. Su diseño, conformado por ocho canteros triangulares con una rotonda central, comenzó a definirse a medida que fueron creciendo las tipas que delimitan las calzadas de circulación.

El barrio que la circunda no tardó en adoptar su nombre, y también el club que nacía en 1942 a metros de ella casi como su extensión natural. Más tarde iban a llegar el tobogán, las hamacas y hasta una pequeña calesita donde varias generaciones de chicos han intentado alguna vez atrapar la sortija y que había logrado sobrevivir hasta hace tres años atrás.

Quizás por esa fuerte identificación con ella, el cambio de nombre aprobado por el Concejo Deliberante en octubre de 1995 desató entre muchos vecinos del barrio reacciones de repudio e indignación. Un grupo de ellos llegó incluso presentar un reclamo ante el Municipio denunciando la forma con que se les había “arrebatado” una valiosa parte de su tradición barrial.

Aunque algunos no tardaron en tildarlos de “antiperonistas”, lo que cuestionaban no era tanto el cambio de nombre como el procedimiento con el que se lo realizó: una recolección de firmas impulsada por el propio Municipio a través de la Unión Vecinal Plaza Brandsen que reunió apenas 120 adhesiones y de la que muchos vecinos no se llegaron a enterar.

En respuesta a las protestas, la Unión Vecinal Plaza Brandsen se defendió arguyendo que la consulta se había hecho en forma extensiva en todo el barrio y que así como algunos vecinos se habían resistido a apoyar la medida, muchos otros se habían manifestado a favor. Entre estos últimos se encontraba “Pancho” Barallo, el ex delantero de Gimnasia, que tenía una agencia de Prode frente a la plaza y que para entonces llevaba 64 años viviendo allí.

Lo cierto es que el acto de inauguración del nuevo nombre, en el que se colocó un monolito en el centro de la plaza para conmemorar el centenario del natalicio de Perón, encontró al barrio dividido; y que casi veinte años más tarde, aunque muchos siguen llamándola Brandsen, son pocos los vecinos que recuerdan aquella discusión.

Remanso familiar de tardes domingueras, destino de las rateadas de los alumnos de San Pío y las chicas del Mater Dei, escenario de interminables picados que sólo terminaban al caer la tarde.... la vieja placita tal vez no tenga una gran historia pero para muchos de los que crecieron junto a ella es una parte inseparable de su corazón.