150 años de Toulouse-Lautrec

Por Nicolás Isasi

Se cumple hoy un siglo y medio del nacimiento del pintor francés Henri de Toulouse-Lautrec, y en su honor se realizaron varias exposiciones, entre ellas las muestras de Viena y Nueva York, abiertas hasta marzo de 2015.

El Museo Kunstforum de Viena cataloga la exhibición “El camino hacia el modernismo” como única gracias a los préstamos de colecciones del Museo Toulouse-Lautrec de Albi (Francia), ciudad natal del artista, el MOMA, el Musee d’Orsay de París y el Museo Albertina de Viena. En Buenos Aires se atesoran dos importantes obras en el Museo Nacional de Bellas Artes: un óleo de 1901, el año de su muerte, titulado “En Observación” que son dos militares en maniobras, y una tempera y acuarela bellísima que es el retrato de Suzanne Valadon, colega pintora y vecina en París.

Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec (24 de noviembre de 1864), fue un pintor y cartelista neo impresionista que se destacó por su representación de la vida nocturna parisiense de finales del siglo XIX. Nació en el castillo de Albi en el seno de la aristocracia francesa. En su familia, como era habitual en muchas dinastías, los matrimonios se concertaban entre parientes para evitar las divisiones territoriales y la dispersión de la fortuna. Este fue el caso de sus padres, que eran primos en primer grado.

Desde su niñez mostró gran afición por el dibujo, y su infancia fue feliz a pesar de que la endogamia condicionó la salud del artista quien padeció una enfermedad que afectaba al desarrollo de los huesos y que comenzó a manifestarse en él en 1874. A los catorce años se rompió el fémur izquierdo a causa de una caída y al año siguiente, se quebró el derecho. Sus fracturas no soldaron adecuadamente y sus piernas no crecieron más, alcanzando una altura de 1,52 m. La consecuencia fue una figura deformada: su tronco siguió desarrollándose con normalidad, pero sus piernas quedaron cortísimas, como se puede ver en algunas caricaturas de la época o en la imitación que le hicieron en la película “Moulin Rouge” con Nicole Kidman y Ewan McGregor. La deformidad fue una fuente constante de infelicidad y amargura para Toulouse que lo llevó al agudo alcoholismo causante de su temprana muerte.

Con el apoyo de su tío Charles y unos pintores amigos de la familia, fue a vivir a París en 1881. Allí, fue alumno de León Bonnat, que era un retratista de moda, y, luego con Fernand Cormon (donde conoció y se hizo amigo de Vincent van Gogh). En 1884 Toulouse-Lautrec fue a vivir al barrio de Montmartre, en el mismo edificio en el que trabajaba Degas. La fascinación que sentía por los locales de diversión nocturnos lo llevó a frecuentarlos con asiduidad y hacerse cliente habitual de algunos de ellos como el Salón de la Rue des Moulins, el Moulin de la Galette, el Moulin Rouge, Le Chat Noir o el Folies Bergère. Todo lo relacionado con este mundo, incluida la prostitución, constituyó uno de los temas principales en su obra que transitaba los bajos fondos de París, pintando bailarinas, actores, burgueses y prostitutas. A éstas las pintaba mientras se cambiaban, cuando terminaban sus servicios o cuando esperaban una inspección médica. En 1886 abandonó el estudio de Cormon y alquiló el suyo propio. En los años 1890 viajó hasta Londres donde conoció y retrató a Oscar Wilde; también diseñó el programa de mano de su drama Salomé.

Al contrario que los artistas impresionistas, apenas se interesó por los paisajes al aire libre. Criticaba a todos aquellos que reflejaban paisajes en sus cuadros, ya que él opinaba que lo que verdaderamente valía la pena eran las personas, el pueblo. Por el contrario, prefirió ambientes cerrados, iluminados con luz artificial donde destacaban los colores del vestuario. Le atraían la gestualidad de los cantantes y comediantes, y le gustaba ridiculizar la hipocresía de los poderosos, que rechazaban en voz alta los mismos vicios y ambientes que degustaban en privado.

Los dueños de los cabarets le pedían que dibujara carteles para promocionar sus espectáculos, algo que entusiasmó mucho a Lautrec, ya que en sus largas noches en estos locales dibujaba todo lo que veía y lo dejaba por las mesas. Al contrario que el incomprendido van Gogh, Henri llegó a vender obras y fue reconocido, si bien su popularidad radicó en sus ilustraciones para revistas y carteles publicitarios más que en la pintura al óleo.

Su adicción al alcohol y la sífilis muchas veces derivaban en locura. Con problemas psiquiátricos y de delírium trémens, fue internado a los 36 años. A partir de 1897 padeció manías, depresiones y neurosis, además de ataques de parálisis en las piernas. En ese año, durante un delírium trémens llegó a disparar a las paredes de su casa creyendo que estaban llenas de arañas. Si bien seguía pintando de forma firme y rápida, los dos últimos años de su vida suponen un sorprendente cambio de estilo hacia una paleta más oscura y empastada. Sólo realizó una exposición importante en su vida, fue en Londres en 1898, en la galería Goupil, y no fue bien recibida por la crítica británica. Lo encontraron alcoholizado en 1899 y lo internaron en un hospital psiquiátrico. Allí realizó una colección de pinturas sobre el circo. Lo dejaron ir a la casa de su madre en Burdeos, y el 9 de septiembre de 1901 murió postrado en su cama a los 37 años. En 1922 su madre abre el Museo Toulouse-Lautrec en el Palacio de la Berbie, Albi, muy visitado y reconocido por su amplia colección. Entre sus obras más famosas se encuentran: el autorretrato ante el espejo (1880), retrato de Vincent van Gogh (1887), en el Moulin de la Galette (1889) y el baile en el Moulin Rouge (1890).