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Opinión |ENFOQUE

¿Diálogo o imposturas?

25 de Noviembre de 2014 | 00:00
¿Diálogo o imposturas?

Por FERNANDO H. CARDOSO

En una democracia, a la oposición, como al pueblo en general, no le cabe más que aceptar el resultado de las urnas. Pero no por eso debemos callar sobre la forma en que se consiguió vencer ni sobre la razón de haber perdido.

Los resultados electorales muestran que la aprobación del actual gobierno apenas roza un poco por encima de la mitad de los votos. Y aunque la victoria se diera con el 80 o 90 por ciento de los votos, de todos modos el respeto debiera ser idéntico al que se tiene hoy con la escasa mayoría obtenida por la política lulo-petista (política del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva y su Partido de los Trabajadores), pero tampoco por eso los críticos deberían callarse.

Es bueno retomar sin tardanza la ofensiva en la agenda y en el debate político. Para empezar, no se puede aceptar pasivamente que la ‘’desconstrucción’’ del adversario, la propaganda negativa a costa de calumnias y deformaciones de datos sean instrumentos de la lucha democrática. Fue lo que sucedió, primero con Marina Silva y después con Aécio Neves. En política, el todo vale no es compatible con la legitimidad democrática del voto.

En política, el todo vale no es compatible con la legitimidad democrática del voto

Silva, candidata del Partido Socialista Brasileño, de luchadora social y mujer de visión y principios, fue transformada en abanderada del capital financiero, lo que no solamente es falso sino también inescrupuloso.

Neves, candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que desde hace 30 años milita en la política, que gobernó el estado de Minas Gerais en dos mandatos (2003-2010) con una excelente aprobación popular, que presidió la cámara y es senador, fue reducido a playboy, juerguista contumaz y ‘’candidato de los ricos’’.

Yo mismo, que ni candidato era, fui sistemáticamente atacado por el Partido de los Trabajadores (PT), como si hubiera ‘’quebrado’’ a Brasil tres veces (cuando que, siendo ministro de Hacienda, ayudé a sacar al país de la moratoria), como si hubiera dejado la Presidencia con la economía corroída por la inflación (como si no hubiéramos sido mi equipo y yo los autores del Plan Real, que redujo la inflación de 900 por ciento al año a un dígito), como si el 12 por ciento de inflación en 2002 hubiera sido responsabilidad de mi gobierno (siendo que se debió al temor de eventuales desmanes de da Silva y del PT).

No me refiero a la lengua larga de Da Silva, que dice lo que quiere cuando le conviene, sino al hecho de que la propia presidenta, Dilma Rousseff, y su campaña hubieran endosado la idea de que el PSDB arruinó al Banco de Brasil y la Caja Económica Federal, siendo que los dejaron en sanas condiciones de funcionamiento.

Y así sucesivamente, en un rosario de mentiras y distorsiones, insinuando que barrimos por debajo del tapete varios ‘’escándalos’’, como el de ‘’la pasta rosa’’ (supuestos donativos de dinero a campañas electorales), el del ‘’SIVAM’’ (Sistema de Vigilancia de la Amazonia), o el de la ‘’compra de votos’’ para la enmienda de la reelección, etcétera. Meros hechos inventados a partir de materiales falsos, levantados por el PT, sometidos a la Comisión Parlamentaria de Averiguación, investigaciones varias y juicios que resultaron en nada por falta de veracidad en las acusaciones.

Pero eso no es lo más grave. Más grave todavía es ver a la presidenta reelecta colocándose como la abanderada de la moralidad pública. Entre tanto, no respondió a la pregunta de Neves sobre si era solidaria o no con sus compañeros que están presos en la penitenciaría de Papuda.

EL ESCANDALO DEL PETRÓLEO

Calló también ante la afirmación hecha en el proceso sobre el caso del ‘’Petrolão’’ (el escándalo del esquema de corrupción en la compañía estatal Petroleo Brasileño – Petrobras), de que el tesorero del PT, Joao Vaccari, era quien recogía las gratificaciones para su partido. Habiendo sospechas, está bien que no se condene antes del juicio, pero hasta probar lo contrario hay que alejarse del inculpado, como hizo Itamar Franco (presidente de Brasil 1992-1995) con un ministro y yo mismo hice con auxiliares, absueltos posteriormente, en el caso de SIVAM. Entonces, ¿por qué mantener al tesorero del PT en el consejo de Itaipu (la planta de energía más grande del mundo, localizada en el Río Paraná)?

Peor aún. La propaganda fomentada por la alta directiva del PT inventó una batalla de ‘’pobres contra ricos’’. Yo no sabía que la mitad del electorado brasileño, que votó por Neves, estaba formada por ricos. Es difícil acreditar la buena fe del argumento cuando se sabe que 70 por ciento de los electores del candidato del PSDB, según Datafolha, está formado por personas que ganan hasta tres salarios mínimos.

La propaganda falaz, en este caso, no está defendiendo una clase de exploración de otra, sino engañando a una parte del electorado en beneficio de sus autores. Eso no es política de izquierda ni de derecha, es mala fe política para mantener el poder a toda costa. También fue un embuste la insinuación de que la oposición está ‘’en contra de los nordestinos’’, como si no hubiese dirigentes nordestinos en el PSDB, así como electores de ese partido en el Nordeste.

ERRORES DE LA OPOSICION

También hubo errores de la oposición. El que está en la oposición necesita expresar en voz alta sus razones y persistir en su convicción, señalar los defectos del adversario hasta que el electorado acepte su visión. Para eso necesita organizarse mejor y arraigarse en los movimientos de la sociedad. Felizmente, esta vez Neves fue firme en la defensa de sus puntos de vista y, sin perder la compostura, les replicó a los adversarios a su altura, afirmándose como un verdadero líder.

Ante la llamada al diálogo de la candidata electa debemos responder con desconfianza; primero debe mostrar que no será complaciente con la corrupción.

Que permita que sus allegados y los más poderosos (ministros, aliados y altos líderes) respondan a las acusaciones.

Que se les juzgue, antes de condenarlos, pero que no se obstruyan los procedimientos de investigación y legales (da Silva trató de postergar todo lo que pudo la decisión del Tribunal Supremo Federal sobre el escándalo del ‘’mensalão’’ – mensualidades – un esquema de pagos ilegales a parlamentarios).

Que primero la presidenta reelecta se comprometa con el tipo de reforma política que desea y aclare mejor el sentido de la ‘’consulta popular’’ a la que se refiere (¿plebiscito o referendo?).

Que se debata, claro, en la sociedad civil y en el Congreso, pero que explique lo que ella entiende por reforma política. Del mismo modo, que tome las medidas económicas para que veamos por qué rumbo irá su gobierno.

Solo se puede confiar en quien demuestra con hechos la sinceridad de sus propósitos. Después de una campaña de infamias, se vuelve difícil creer que el diálogo propuesto no será una manipulación.

Solo el tiempo podrá restablecer la confianza, si hubiera un cambio real de comportamiento. La confianza es como un jarrón de cristal: una pequeña grieta daña la pieza completa.

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