“Se trata de una misión histórica”

DIEGO BAGÚ
Astrónomo de la UNLP y director del Planetario Ciudad de La Plata

Las huellas de Neil Armstrong y Buzz Aldrin en el Mar de la Tranquilidad, representaron sin duda alguna el triunfo de los americanos sobre los soviéticos en aquella carrera espacial desenfrenada e iniciada con el lanzamiento del Sputnik a fines de los 50. Desde el punto de vista occidental, la “Luna Roja” había dejado de ser una amenaza para finalmente ser coronada con estrellas blancas. Recordando aquellos pasos de Neil y Buzz, lo que muy pocos hubiesen podido imaginar es que cuatro décadas después, los americanos dejarían de volar en sus propios navíos, para lanzarse al espacio a bordo de las Soyuz rusas. Algo increíble, en el más literal de los sentidos. La de ayer, sin duda alguna se trata de una misión histórica, de aquellas que representan un punto de inflexión. Las próximas décadas del programa espacial tripulado norteamericano estaban en juego. El exitoso y colosal despegue del Delta IV Heavy con ORION en su parte superior marca el despegue de un gigante. Un gigante que quiere despertarse, y retornar a los lugares protagónicos a los cuales estuvo acostumbrado a lo largo de su rica historia espacial. Un gigante que regresa. Y con él, el sueño de viajar al planeta rojo comienza nuevamente a tomar vuelo.