La “medicalización” de la gente común

LA FIGURA DEL GALENO APARECE DESPERSONALIZADA EN EL ACTO MÉDICO ACTUAL, EN EL QUE INTERVIENEN DISTINTOS PROFESIONALES

Por ENRIQUE FRUTOS ORTIZ (*)

El aterrizaje del hombre en la Luna y el transplante cardíaco de Bernard fueron las dos noticias más importantes de la televisión del siglo pasado. La segunda dio lugar a la aparición del periodismo médico y éste a la información médica masiva a través de los medios. Su consecuencia fue la medicalización de la gente. El público hoy cree que sabe de medicina, sin poder distinguir lo que es correcto y lo falso.

La explosión del conocimiento, después de la Segunda Guerra Mundial y la entrada de la tecnología computarizada en Medicina llevaron el diagnóstico y tratamiento a niveles que jamás fueron sospechados en la historia de la Medicina.

El trabajo en equipo, la especialización y subespecializacion y el número de profesionales que intervienen en el acto médico despersonalizaron la figura del médico de familia. El médico de cabecera no ejerce la función del anterior.

Todo esto afecta intensamente la relación médico-paciente. A veces el enfermo no sabe ni conoce al profesional que comanda su diagnóstico y tratamiento.

Esta medicina tan compleja y cara obliga al gerenciamiento de la profesión. En cada acto médico hoy se llenan numerosas planillas, a veces complejas, para los auditores, que roban un tiempo precioso. Esa obligación va en desmedro del tiempo dedicado al paciente, que se siente mal atendido.

La medicina de hoy es cara, carísima. La industria farmacéutica se lleva el segundo presupuesto del mundo después de la de las armas. Medicamentos y tecnología afectan seriamente los honorarios del médico.

Por otra parte, aparece la violencia, que responde a causas complejas. La figura del médico pasa a un segundo plano para un público deslumbrado por la tecnología. En este elemento pesa la intolerancia y la mala educación de algunas personas y grupos sociales, la pérdida de la figura paternalista y muy respetada del médico de hace 50 años y también la intensa actividad a la que muchos profesionales se ven obligados, con guardias sobrecargadas.

(*) Profesor emérito, Facultad de Ciencias Medicas de la UNLP