Se demostró a sí mismo que, aún sin refuerzos, puede hacer mejor campaña

OPINION
Por MARTIN MENDINUETA

Siempre es bueno y meritorio vencer a Boca en La Bombonera. Independientemente del momento que atraviesa el equipo dirigido por el “Vasco” Arruabarrena, la victoria de Gimnasia resume un montón de sensaciones postivas: Se impuso de visitante, lo hizo sin cambiar nombres (repitió la formación base), ni manera de jugar, pudo redondear una discreta cantidad de puntos que lo exime de fuertes reproches, mostró varios rendimientos individuales elogiables y, quizás lo más valioso, se demostró a sí mismo que, más allá de que los directivos consigan o no buenas incorporaciones, este equipo puede hacer una mejor campaña que la actual.

Gimnasia no puede conformarse con los 24 puntos conseguidos. Arañó una campaña apenas correcta y, tras las vacaciones, debe aspirar a mayores satisfacciones. Nadie afirma que está para campeón, pero sí que su potencial está por encima del de varios.

El último domingo constató que manteniendo un nivel de rendimiento parejo, será capaz de superar con holgura esa cosecha de unidades. Fueron varios los que estuvieron a la altura de las circunstancias. Fernando Monetti, Pablo Vegetti y Javier Mendoza jugaron como para que los tengan en cuenta en este mercado de pases que acaba de empezar. Cada uno en lo suyo, ayudaron a construir un triunfo que no pasó desapercibido. Los reflejos y revolcones del “Mono”, la peligrosidad latente del “Chacarero” que demuestra tener hambre de gloria y el desequilibrio que le brota naturalmente al talentoso salteño que ha crecido tanto en los últimos partidos, significaron puro veneno para este Boca sólo voluntarioso.

El local, sin enganche, sin líder, sin conductor y sin juego asociado, iba para adelante como podía, como le salía. Ese modo, entre ingenuo y proletario, lo convirtió en el oponente ideal para Gimnasia. Como cuenta la famosa fábula, el Lobo “se lo comió”.

Aún perdiendo muy temprano a Omar Pouso, su “villano” indispensable, se manejó bien toda la noche. Dardo Miloc entró sabiendo qué debía hacer. No había misterios, Boca era previsible y eso le restaba poder ofensivo. Fue una actuación clave para martillar su importancia de cara al futuro de Jorge Rojas. El paraguayo, autor del primer gol y partícipe necesario del segundo, debe haber conformado a Troglio como nunca antes. Esta vez, jugó bien de punta a punta. Si también sumamos el aporte técnico de Lucas Licht, la sobria eficacia de Maximiliano Coronel y el carácter firme de Osvaldo Barsottini, completaremos el listado de los que se hicieron notar con aciertos.

LA NOVELA DE CADA VERANO

Ahora que el torneo terminó, empezará el carrusel de apellidos que podrían llegar para mejorar la calidad del plantel. Está bien que Gimnasia busque (con un buen mediocampista creativo y un delantero que, a priori, le garantice la misma cantidad de goles que hizo Vegetti, estaría bien reforzado), aunque sería un error transformar el tema en una obsesión.

Ya constató que sumar jugadores para hacer número no fue un buen negocio. Apuestas como la de Vegetti tienen fundamento sólido. Ese parece ser el mejor camino para un club al que le cuesta pagar los sueldos todos los meses.

Por eso, resultó tan significativo haberle ganado a Boca en su casa. Los que están, levantaron su autoestima; comprobaron que pueden luchar a la par de cualquiera y con eso, en el actual fútbol argentino ya es bastante.

Pedro Troglio maneja a este grupo con sapiencia. Se equivoca como cualquiera, tiene fieles seguidores y ácidos críticos como cualquier persona que ocupa un lugar de altísima exposición. A su favor, destila carisma y cuenta con el manejo que un conductor necesita imperiosamente cuando se para y habla frente a sus dirigidos.

En síntesis, Gimnasia no debe enloquecerse persiguiendo quimeras. Los 24 puntos que hizo no lo definen como equipo. Está para más. ¿Cuánto más? La respuesta a esa pregunta dependerá de la regularidad que alcance en un torneo que será sorprendente y novedoso en varios aspectos.