Abren un debate sobre los riesgos colaterales del uso de la pirotecnia

Movilizadas frente al sufrimiento de las mascotas a la hora en que estalla la pirotecnia de las fiestas de fin de año, tres compañeras de 5ª grado del colegio San Simón convocaron a una suelta de globos que tendrá lugar este domingo en la plaza Islas Malvinas. Matilde Triana, Selene Mandaglio y Sofía Di Lorenzo tienen 11 años y un respeto ya muy arraigado por los animales. Sostienen que el estruendo que causa esa forma de celebración daña la salud no sólo de perros y gatos, sino también de otras especies - incluida la humana -, y al medio ambiente en general, y se suman así a una tendencia que se extiende y que apunta a erradicar la tradicional costumbre de festejar disparando material de artificio.

Estas campañas anti - pirotecnia irrumpieron unos años atrás impulsadas por las organizaciones defensoras de animales que aseguran que el estrépito de petardos, bengalas y cañitas voladoras, entre un sinfín de variedades de explosivos de uso lúdico, producen malestar físico y alteran el ánimo de los animales. De a poco, y con una fuerte inserción en las redes sociales, el trabajo de divulgación de esas entidades ha ido cambiando los hábitos en algunos sectores que no son necesariamente “militantes” del proteccionismo, pero que creen, como señala con absoluta convicción este trío de pequeñas amigas, que se puede festejar igual, pero con globos.

“Ver el cielo lleno de colores es un espectáculo muy lindo”, remarca Matilde. “Y así no se le hace mal a nadie; ni a los perros, ni a los gatos, ni a los bebés, que tienen el oído muy sensible, ni al medio ambiente, que también se daña con la pirotecnia”, agrega la nena que no tiene perros en su casa pero sí dos gatos, Julio y Circe, un par de ejemplares que, asegura, “se enloquecen con los cohetes de fin de año”.

La idea de proteger a los animales con esta singular campaña surgió semanas atrás en uno de los recreos de la escuela de 45 entre 1 y 2. A ninguna de las tres chicas les gustó nunca la pirotecnia y es que todas han visto sufrir a sus mascotas a lo largo de las sucesivas temporadas navideñas. Selene, por caso, tiene dos perras. “Con mi familia pasamos las fiestas en Villa Elisa y como no podemos llevar a Cleo y a Perla, tenemos que dejarlas encerradas en mi casa con la radio a todo volumen para tratar de que no les llegue tanto el ruido de los cohetes”, contó la nena.

Para llevar adelante la iniciativa desde hace unos días venden bonos contribución a un valor de $6. Con lo que recauden comprarán los globos que se soltarán el domingo, a las 20, en la plaza de 19 y 51. Por los comentarios que han recibido de su propuesta, esperan que mucha gente adhiera a la movida con la que se propicia que “por lo menos disminuya la cantidad de pirotecnia que se dispara”, destaca Selene.

Ya existen municipios en los que corre la prohibición de festejar con pirotecnia. Un ejemplo es Villa Gesell, en la Costa Atlántica, donde a finales de 2013 se aprobó una ordenanza que no permite el uso, la tenencia y la comercialización de juegos de artificio. En otras ciudades, como en Mendoza, aunque no existe la restricción, se promueve la utilización del láser como alternativa a los festejos con fuegos. Siguiendo esa línea, la Universidad Nacional de Cuyo, el 10 de diciembre pasado presentó un concierto de su orquesta sinfónica y la música se acompañó con coloridas figuras que subían al cielo al ritmo de las bandas sonoras de famosas películas. Todo, sin el sonido de las detonaciones.

Según especialistas de la veterinaria, el uso de pirotecnia puede generar taquicardia, temblores, náuseas, aturdimiento, y pérdida de control a las mascotas. De hecho, son frecuentes los casos en que frente a la seguidilla de explosiones de la medianoche del 24 y el 31 de diciembre los perros se escapan de sus hogares y suelen terminar perdidos y sin reencontrarse con sus dueños.

“Los proteccionistas nos oponemos al uso de la pirotecnia porque no se justifica esa forma de celebrar, que tiene todos los perjuicios para los animales, no solo para los perros y los gatos, sino también para los pájaros y los caballos, y no ofrece una satisfacción muy duradera, porque por apenas un rato de divertimento se produce mucho daño”, explica Marcelo Moreno, de la Asociación Animales Protegidos.