Horacio Alberto Colombo

HORACIO ALBERTO COLOMBO

Profundo conocedor del mundo jurídico, impulsor de iniciativas ciudadanas y miembro activo de distintas instituciones platenses, a los 83 años falleció Horacio Alberto Colombo, vecino reconocido en diversos ámbitos de la Ciudad. Sus cualidades, entre las que se destacaron su capacidad de trabajo y su responsabilidad, hicieron que su fallecimiento fuera una dolorosa pérdida entre quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo.

Había nacido en nuestra Ciudad el 25 de noviembre de 1931. Sus padres fueron Marta María Luisa Pernigotti y Carlos Alejandro Manuel Colombo -docente de Ciencias Naturales del Colegio Nacional-, de quien siempre recordaba con orgullo cuando René Favaloro lo citaba como uno de los inspiradores de su amor por las Ciencias Naturales.

Creció en el barrio aledaño al Hospital Italiano, en 51 entre 29 y 30, donde compartió infatigables horas de juegos y aprendizaje con sus hermanos Carlos Norberto y Edgar Gualberto.

Completó el ciclo primario en la Escuela Anexa y egresó como bachiller del Nacional “Rafael Hernández”.

Siendo muy joven construyó con sus amigos un velero artesanal, y contagió así su pasión por la náutica a su hermano Carlos y los chicos del barrio. Además se destacó como basquetbolista, recordando siempre un campeonato obtenido como juvenil del Club Universitario.

Su vocación lo llevó a la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, donde se recibió de abogado. Se desempeño en la administración pública, de donde fue exonerado por motivos políticos en 1952, como tantos otros agentes, y reincorporado en 1958.

En su carrera profesional fue Director en Fiscalía de Estado y Director en la Caja de Abogados de Buenos Aires y formó estudios en esta ciudad y en Monte Grande.

Tras conocer a María del Carmen Giavi -cuya familia llegó a nuestra Ciudad desde Monte Caseros-, se casó con ella, se mudó a City Bell y tuvo cuatro hijos: María Eugenia, Juan Federico, María Julia y María Virginia, que se prolongaron luego en diez nietos.

Amante del intercambio de ideas, formó diferentes grupos de amigos con quienes siempre generó polémicas profundas y enriquecedoras. En todas se traslucía su aversión hacia los gobiernos antidemocráticos.

De su hermano Edgar Guadalberto legó el amor por la Patagonia argentina, hacia donde viajó en innumerables oportunidades con su familia y en las excursiones anuales de pesca. Sus veranos transcurrieron entre el sur argentino, Santa Clara del Mar, Orense y Brasil principalmente.

Fue profesor de Derecho Penal en la Escuela Vucetich por más de veinte años; integrante del grupo de Schoenstatt de City Bell, impulsor y socio fundador de la Fundación que adquirió el colegio José Manuel Estrada de City Bell; integrante de la cooperadora del Hospital San Roque, participando en diversas peñas y grupos de café, donde además no dio tregua a su pasión por Gimnasia.