Scioli, en una apuesta fuerte por la vidriera internacional

EL GOBERNADOR DANIEL SCIOLI JUNTO AL PRESIDENTE ELECTO DE URUGUAY, TABARÉ VÁZQUEZ, EN UNA VISITA QUE REALIZÓ A ESE PAÍS A PRINCIPIOS DE DICIEMBRE

Por MARIANO PEREZ DE EULATE

Para Daniel Scioli las fotografías son un material indispensable de su comunicación personal y política. Prueba de ello es que acaba de sacar un lujoso libro sobre su vida, que pesa unos dos kilos y tiene más de mil imágenes en color y blanco y negro, que lo muestran desde chico en cada instante de sus 57 años.

Varias fotos recientes acaban de distanciarlo un poco más de Cristina Kirchner. Una con la chilena Michelle Bachelet y otra con el recién electo jefe de Estado uruguayo, Tabaré Vázquez. En el enojo kirchnerista, estas instantáneas sobresalen del resto de las imágenes con las que Scioli aspira a mostrarse como un presidenciable con relaciones internacionales porque fueron gestadas por Rafael Follonier, hasta ayer nomás funcionario del gobierno nacional con oficinas en la Casa Rosada.

Follonier pasó a ser ex funcionario nacional, dicen en los pasillos de Balcarce 50, justamente por la gestión que le facilitó al gobernador. No es tan así, cuentan quienes tratan a este hombre de 66 años cuya cara no es conocida por el gran público. Follonier, explican, hace rato que sentía que Scioli era su nuevo norte en materia política. Podría estar formalmente en el gobierno pero parece que, en términos personales, se sentía bastante lejos de la Presidenta. “Nunca fue lo mismo para él desde que murió Néstor”, cuenta una fuente que lo frecuenta bastante.

Fue, en efecto, un colaborador muy estrecho de Kirchner. Más allá de sus cargos formales, fue de los que lo ayudó a contener al movimiento piquetero en los inicios del gobierno del santacruceño y el que después moldeó a éste como líder sudamericano, con aquel paso final por la titularidad de la Unasur. Un cargo al que Kirchner accedió a pesar de ciertos reparos de algunos mandatarios de Sudamérica. Reparos que fueron alejados, justamente, por el mentado Follonier.

MUDANZA Y CONTACTOS

Follonier, un hombre de trato afable que habla sin levantar demasiado la voz, tiene ahora una oficina en un edificio del gobierno bonaerense en la Capital Federal. Opera desde allí para Scioli. Su tarea es ser un puente diplomático y político entre el gobernador y los líderes regionales. Un facilitador de esas relaciones.

Para Scioli, es un adquisición de envergadura: aunque el mandatario tiene cierta relación con la mayoría de los presidentes del Cono Sur –recordar que fue el vice de Néstor-, el trabajo de Follonier es convencerlos de que el bonaerense, más allá de un pasado sin compromiso político militante, es un convencido de la unidad sudamericana. Y que su llegada a la Rosada no supone una marcha atrás en la lógica de alineamiento regional que ha mostrado la Argentina en la década de gobierno kirchnerista.

Ex militante del ERP y pampeano por adopción, Follonier tiene relación personal con el uruguayo Pepe Mujica, con el ecuatoriano Rafael Correa y con el boliviano Evo Morales. También con muchos cuadros del PT brasilero, incluído un vínculo de mucho cariño con el ex mandatario Lula Da Silva. De Hugo Chávez fue realmente amigo y, datos que pocos saben, el bolivariano llegó a hacerle un pedido a Kirchner para que lo designe como embajador en Caracas. Acaso ahora sea un crítico del presente entre grotesco y dramático que vive la Venezuela de Nicolás Maduro.

En el sciolismo comentan que las próximas fotos que se vienen del gobernador son con Morales y con Correa, éste último tal vez el de vínculo más estrecho con Cristina. Con el boliviano, incluso, se habla de armar un picado de fútbol, pasión compartida. Se lo perdió Scioli en Paraná, durante la reciente cumbre del MERCOSUR en la que Evo la descosió en la cancha. Se entiende: el gobernador local Sergio Urribarri, rival del bonaerense en la interna presidencial del Frente para la Victoria, no le iba a regalar semejante instantánea.

LARGA RELACION

Scioli y Follonier se conocen hace años. De cuando el gobernador se inició en política como candidato a diputado nacional por la Capital Federal. Año 1997. En esa época, su ahora “canciller regional” era el vocero de prensa del menemista gobernador pampeano, Rubén Marín, que era uno de los hombres fuertes del peronismo.

En aquella pelea porteña, Scioli era el crédito del presidente Carlos Menem e internamente debía enfrentarse a uno de los referentes justicialistas del distrito, Miguel Angel Toma. Cuentan que Marín, que en los hechos manejaba el PJ nacional, puso a Follonier como una suerte de “vaqueano” del ex motonauta en las siempre intrincadas tierras del justicialismo, que no parecen ser para cualquier iniciado. De la izquierda revolucionaria al PJ fue un paso que Follonier parece haber dado en el exilio, que lo llevó por América Latina y Europa.

Cuando Scioli fue secretario de Turismo nacional en la presidencia transitoria de Eduardo Duhalde nutrió su dependencia con gente de La Pampa, incluido Follonier como una suerte de asesor desde afuera. Ya con el actual gobernador como vicepresidente, “El Rafa” –así le dicen- fue de los pocos funcionarios del gobierno de Néstor que le puso la oreja y el hombro al bonaerense en aquella recordada etapa de “freezer” institucional que debió soportar en el Senado debido a que había dicho algo que molestó en la quinta de Olivos.

Se le atribuye a Follonier una frase de contenido político para explicar su salida del gobierno nacional o, si se quiere, su salto al sciolismo: “No se puede servir a dos presidentes”. La definición perfectamente podría haber salido de la boca de su antigua jefa o de su actual referente.