Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Información General |HISTORIAS PLATENSES

El arte del maquillaje: cambiar la cara

Una novia bonita, un personaje de ficción, un conductor de TV o un difunto rozagante, no serían tales si no fuera por estos artífices silenciosos de una belleza efímera: los maquilladores

27 de Diciembre de 2014 | 00:00

Por LAURA AGOSTINELLI

Nueve de cada diez personas prioriza la vista al resto de sus sentidos. Ante tal reto, cuando una mujer no sabe cómo verse bien, Daniel Villanueva acude al rescate. Platense por adopción, llegó de Santa Cruz hace 17 años para ser arquitecto, pero finalmente estudió Cine y actuación. Un día faltó el maquillador de una obra y él se ofreció, aunque no tenía ni idea: “Siempre fui bastante cara rota”.

Desde entonces aprendió con los mejores. “En el maquillaje social no se modifican los rasgos. Hay que buscar en la persona su mejor versión”. Daniel no habla de defectos: “Se trata de equilibrar las asimetrías del rostro”. Es que, salvo por Brad Pitt y otros pocos en el mundo, nuestro lado derecho nunca es idéntico al izquierdo. Eso sí, del tiempo no se salva nadie. Día a día las células mueren y el rostro pierde frescura, Daniel sabe lidiar con eso: “Mi objetivo fundamental es dar luz”.

“En el maquillaje social no se modifican los rasgos. Hay que buscar en la persona su mejor versión. Se trata de equilibrar las asimetrías del rostro. Es que, salvo por Brad Pitt y otros pocos en el mundo, nuestro lado derecho nunca es idéntico al izquierdo. Eso sí, del tiempo no se salva nadie. Día a día las células mueren y el rostro pierde frescura”

En nuestro país, el año pasado se gastaron 11.064 millones de pesos en productos de perfumería y cosmética. Argentina ocupa el cuarto lugar en la región. El mayor consumidor es Brasil, le sigue Chile y luego Venezuela. Para Daniel, hay un por qué: “Acá no usan todo lo que compran. De los cosméticos que tienen, eligen la base y el rímel que saben que les funciona”. El look natural es el favorito: “En general, prefieren no recargar el maquillaje. Creo que tiene que ver con el prejuicio sobre qué pensarán los demás. En Centroamérica eso no pasa”.

Al parecer, las argentinas imaginamos un otro demasiado cruel. Según una encuesta publicada a mediados de este año, cinco de cada diez mujeres no aceptan su aspecto tal cual es. Eso explica el éxito de la industria cosmética en el último siglo. Daniel conoce los hilos: “Desde la antigüedad el maquillaje se usaba para demostrar fortaleza o adorar a los Dioses. Es una máscara que tiene mil funciones”.

MANOS A LA OBRA

Desde las 17:30 el equipo de Peluquería y Maquillaje del Teatro Argentino prepara al elenco de Don Quijote, último ballet del año. La función arranca en tres horas. Para entonces, los 65 que subirán al escenario tienen que estar listos. “Acá todo es contra reloj”, se ríe Mirta Festa que maquilla desde hace casi tres décadas. Cuando empezó, un año antes de convertirse en Técnica en Maquillaje Teatral, tuvo que preparar al elenco de “Aída”. No recuerda cuánta gente pintó aquella noche. Con un promedio de seis óperas y cuatro ballets por año, para los diez maquilladores y los seis peluqueros del equipo es difícil llevar un registro. “Yo represento al pueblo”, le dice una actriz y Mirta busca sombras color tierra para empezar la tarea. Le hace un delineado sencillo, le pone rímel y luego rubor: demasiado para salir a la calle, suficiente para subir al escenario. En cuestión de minutos queda lista. Los gitanos, y los personajes principales como el Quijote, Sancho Panza y Camacho insumirán la mayor parte del tiempo.

Lo que en el maquillaje social puede ser un exceso, en el teatral tiene su lógica. Acá se trata de caracterizar personajes y además: “Hay que acentuar los rasgos para lograr que se vea desde lejos”, aclara Mirta. En una sala para 2 mil personas, donde la distancia y la iluminación aplanan la figura “es necesario exagerar el volumen de la cara con luz y sombra, para que a lo lejos se distinga”, cuenta Gustavo Macedo, jefe del equipo. Eso sí: “Hay que tener cuidado para que no se vea mal desde las primeras filas”, aclara, cauteloso.

Esa distancia que fuerza a los maquilladores a buscar un equilibrio es la misma que ayuda a disimular cuando el presupuesto escasea. El Argentino, junto con el Colón, es uno de los pocos teatros de producción que hay en el mundo. Desde la escenografía, hasta el vestuario y la bijouterie son creados por los trabajadores. Sin embargo hay cosas que por más técnicas e ingenio que se posean, no pueden lograrse. Para hacer una joroba, una nariz enorme, o una cara radicalmente distinta hay que llamar al experto en FX.

COSAS IMPOSIBLES

“Cuando uno piensa en efectos especiales, imagina heridas y sangre, como en las películas. En el teatro también lo usamos para eso, pero sobre todo hacemos malformaciones, prótesis y todo lo que no se logra con el claroscuro”, introduce Ulises Freire, a quien acuden para estos casos.

En los diez años que hace que trabaja en el Argentino creó desde máscaras de cabezas deformes, caras de perros, orejas de duendes hasta pechos postizos, también deformes. Hacer una máscara es complejo: el molde se obtiene con la misma pasta que utilizan los dentistas para moldear prótesis, pero embadurnada sobre la cabeza del actor. Hasta que seca, 40 minutos después, está encerrado sin ver y sin escuchar casi, y con frío, porque la pasta es mentolada. Con semejante proceso a Ulises le queda rogar que no le toque alguien con miedo al encierro: “Una vez tuvimos un actor claustrofóbico. Le pusimos música y le hablábamos mientras esperábamos a que seque el molde. Aguantó lo más que pudo y logramos sacárselo sin que se rompiera”.

Hacer una máscara puede llevar dos semanas, incluso un mes. Que la rechacen sin verla siquiera, apenas unos segundos. Eso le pasó a la que crearon para Fausto: “El director de escena decidió que no se usara”. Ulises sabe que estas cosas pasan: “El vestuarista nos pide el trabajo, pero el director tiene la última palabra”.

“En nuestro país no usan todo lo que compran. De los cosméticos que tienen, eligen la base y el rímel que saben que les funciona. El look natural es el favorito: en general, prefieren no recargar el maquillaje. Creo que tiene que ver con el prejuicio sobre qué pensarán los demás. En Centroamérica eso no pasa”

En estos casos, los maquilladores se lamentan no tanto por el tiempo y el trabajo invertidos, sino más bien por no poder disfrutar de su producto en acción: “Es la única gratificación que tenemos: ir a escena y ver el objeto que creamos. No hay nadie que aplauda nuestra obra”. Y eso que su trabajo es tan anónimo como necesario para que el público crea en lo que ve.

Sergio Giménez admira el maquillaje teatral: “Es mágico”, se fascina, “Yo, en cambio, trabajo con la cotidianeidad”. Su día a día puede incluir a Federico Luppi, Norma Aleandro, Darío Grandinetti, Cecilia Roth y la lista sigue. Desde hace 11 años trabaja en Canal 7. Empezó como maquillador de tercera. Usaba la base Kriolan, pesada y poco natural. Hoy está en la primera categoría y pinta con aerógrafo, con un maquillaje tan liviano como cubritivo. Es que las nuevas tecnologías no perdonan, confiesa: “Se transmite con una calidad seis veces superior a la digital: la televisión HD”.

Hoy urge estar en todos los detalles: “Además del aerógrafo, las luces tienen filtros como el papel maquillaje, que te da un tono cálido aunque estés blanco”. Y por si fuera poco “las cámaras poseen una tecnología que toma una muestra de la mejor parte de tu piel y la fotocopia en todo el rostro”. Imposible verse mal. Sergio sabe que estos avances dotan de un poder implícito a los técnicos: “A nadie le conviene llevarse mal con ellos. Te pueden arruinar simplemente sin hacer nada”.

Sergio trabaja para Visión 7 y la ficción En Terapia. Durante todos estos años participó de programas de Cocina, Salud y Magazines. Aunque maquillar a una mujer le puede llevar 30 minutos y a un hombre apenas diez, tuvo invitados que se resistían a pasar por sus manos. “Es porque no entienden al medio”, reniega, “si salís sin un mínimo retoque das mal. Las luces resaltan el brillo. Te ves como realmente sos”.

Si el maquillaje social busca que una mujer luzca bella y el teatral, crear personajes, el rol del maquillador HD es asegurarse de que el mensaje llegue. Sergio es contundente: “Por más serio que sea lo que la persona dice, si no se maquilló bien, distrae. Cuando el público la ve piensa: ¿qué le pasó? Y no escucha el mensaje”.

LA ÚLTIMA IMPRESIÓN

En Japón acostumbran maquillar a sus muertos. Creen que hay que restaurarlos para cuando pasen a la eternidad. En La Plata, la cara con la que uno atraviese las puertas del cielo dependerá de la funeraria que le toque. De 12 casas consultadas, la mitad brinda este servicio. Dos lo cobran aparte: de 500 a 1.000 pesos.

Para Edith Giovanelli, la muerte siempre fue cosa de todos los días. Desde niña ayudó a su papá en el negocio de la familia. Pero no siempre usaron cosméticos, esa fue idea de ella y de su marido, 20 años atrás. “Un día dijimos: ¿Si los maquillamos?” Y desde entonces no pararon. El retoque es tenue: base clara, sombra y labial rosa suave y esmalte de uñas en el mismo tono. A los hombres solamente los afeitan. Todo el proceso puede llevar unas dos horas. “Los vestimos con la ropa que nos da la familia, los perfumamos, los peinamos y los maquillamos”, enumera Edith. Si los familiares traen los cosméticos que la difunta solía usar, ellos los aplican con diligencia. El maquillaje apenas lleva unos quince minutos.

El servicio no tiene costo adicional y si bien escasea en la zona, la demanda no creció desde que lo implementaron. ¿Por qué lo hacen? “Hay mujeres que siempre fueron muy coquetas y es lindo que la familia las vea como eran en vida”, explica Edith. Para cuidar esa imagen, ellos evitan pegarles los labios y los párpados. Es una posición tomada: “Nunca lo hicimos ni lo vamos a hacer. El cuerpo se pone rígido, si usamos pegamento después se empieza a estirar y se nota, queda feo.”

Es que en estos tiempos en que la imagen manda, urge cuidarla hasta el último minuto, aunque los únicos que queden para verla sean los otros.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$120/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2250

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$160/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3450

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$120.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $2250.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla