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El resultado de un profundo cambio en los hábitos de vida de la familia

28 de Diciembre de 2014 | 00:00

Si bien hace treinta años la proporción de chicos obesos o con sobrepeso no llegaba en el país ni a la mitad de la que se registra en la actualidad, tampoco se vivía como lo hacen hoy la mayoría de las familias de clase media. Era infrecuente que ambos padres trabajaran muchas horas fuera de la casa, la cocina casera seguía siendo por entonces un hábito cotidiano en casi todos los hogares, la calle constituía aún un espacio donde los chicos podían andar en bicicleta o jugar a la pelota durante todo el día, y las actividades de pantalla y alimentos hipercalóricos resultaban más bien un excepción.

Hoy, en cambio, señalan los nutricionistas, la ingesta de alimentos elaborados fuera del hogar ha llevado en gran medida a que un 40% de los chicos en edad escolar consuman por encima del 20% de sus requerimientos calóricos; pero además a que su gasto de energía se haya visto reducido en general a unas pocas horas semanales de actividades programadas por la escuela.

Entre la falta de tiempo de los padres para acompañar a sus hijos en actividades físicas, el temor a dejarlos jugar solos en la calle o una plaza y la enorme oferta de propuestas recreativas puertas adentro, los chicos llegan a pasar frente a una pantalla -ya sea un televisor, una consola de juegos o la computadora- hasta cinco horas diarias, según muestran diversos estudios hechos en nuestro país.

En vista de estas realidades parece evidente por qué gran parte de los intentos de las familias para ayudar a su hijos con obesidad o sobrepeso sólo generan más frustración. “La única forma de lograr buenos resultados -afirman desde el Colegio de Nutricionistas de la Provincia- es encarar el problema en forma integral y eso implica un gran esfuerzo porque significa cambiar hábitos muy instalados en la familia”.

De ahí que “no basta con indicarle a los padres de un chico con obesidad o sobrepeso las pautas de una dieta equilibrada o recomendarles que su hijo haga más actividad física. De hecho es habitual que las personas que llegan al consultorio del nutricionista sepan de antemano lo que tienen que hacer. Pero una cosa es el conocimiento y otra su puesta en práctica. Ahí esta el divorcio y ahí es donde hay que ayudarlos. Por eso es que gran parte del trabajo consiste en darles a esas familias las herramientas para que consigan reordenar sus hábitos cotidianos en función del problema que enfrentan”, explican desde el colegio profesional.

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