Un mensaje para retomar la iniciativa

Todo pareció cuidado hasta en los mínimos detalles. La Presidenta, íntegramente vestida de blanco, apareció sentada en una silla de ruedas -por la lesión en el tobillo que aún le impide movilizarse con normalidad- en lo que parecía un rincón de la quinta de Olivos, con una foto de Néstor Kirchner de un lado, una bandera argentina detrás y algunos papeles del otro lado. Habló casi una hora en un tono moderado, por momentos coloquial, serio pero sin dramatismo. Abordó varios ejes de la densa trama informativa que se ha tejido tras la extrañaba muerte del fiscal Alberto Nisman, apenas unos días después de haber presentado una denuncia contra la Presidenta, el Canciller y otros funcionarios por una supuesta maniobra de encubrimiento de los iraníes acusados por la voladura de la AMIA.

Fue la primera aparición pública, a ocho días de que Nisman apareciera con un balazo en la cabeza. Hasta ahora había elegido el formato de cartas difundidas a través de Facebook. Ayer hizo lo que muchos le reclamaban: un discurso por cadena nacional para abordar un tema que ha tocado las fibras más sensibles de la sociedad argentina y que ha generado una profunda conmoción en el tejido social.

La Presidenta apuntó en varias direcciones. Hay dos que resultan centrales: la descalificación de la denuncia de Nisman y la convicción de que los servicios de inteligencia “metieron la cola”.

El discurso pareció orientado a retomar la iniciativa en medio de la vorágine que se desató tras la muerte de Nisman

Sobre la denuncia hizo una pormenorizada descripción de antecedentes que, a su juicio, demuestran su inconsistencia. Y subrayó que ningún jurista ni doctrinario ha salido en defensa de esa denuncia a la que adjetivó como “absurda”. En ese punto mantuvo y reforzó la línea argumental que sostuvo el Gobierno desde que Nisman hizo conocer su acusación.

Al mismo tiempo, Cristina profundizó el planteo sobre aparentes desmanejos, intrigas y operaciones en la estructura de Inteligencia. Acusó a sectores del propio Estado de conspirar contra su Gobierno y contra ella misma. Y sobre esa base avanzó en lo que había comenzado en diciembre: la reestructuración de la ex SIDE. Ahora, sin embargo, irá por la disolución del organismo para crear en su lugar una nueva Agencia Federal con otras reglas.

En términos políticos, el discurso de anoche pareció orientado a retomar la iniciativa en medio de la vorágine que se desató tras la aparición de Nisman muerto de un disparo. Y a exhibir un control de la situación que la Presidenta procura mostrar con el proyecto que esta misma semana enviará al Congreso para disolver la ex Secretaría de Inteligencia del Estado.

Por lo pronto, con este proyecto el oficialismo logra instalar un nuevo foco de debate en el ámbito legislativo. Y eso probablemente le ayudará a torcer la inercia que se había instalado en los últimos siete días.

HACIA ADENTRO

En el Gobierno anoche había una sensación de alivio y de cierta tranquilidad. “La aparición de la Presidenta genera un clima de mayor certidumbre y serenidad”, evaluaba un funcionario de alto rango después de escuchar el discurso.

Dentro del oficialismo, los últimos días se vivieron con gran ansiedad e incertidumbre. Hace unos días, inclusive, se temía que un discurso de la Presidenta pudiera potenciar las protestas que se produjeron en las primeras horas posteriores a la muerte de Nisman. Que eso haya estado lejos de ocurrir era, para la Casa Rosada, un motivo de enorme tranquilidad.

Analistas de distintos sectores reconocían, además, que el proyecto de reforma de Inteligencia permite canalizar de otra manera el debate público.

Para el oficialismo, no será seguramente “gratis”. La oposición le reclamará por su propio manejo en esta década de los servicios de inteligencia y probablemente se ventilarán situaciones incómodas para el Gobierno. Pero al menos -evaluaban- le pone un marco a un debate que en los últimos días venía desmadrado y sin rumbo.

En la propia oposición, las opiniones por otra parte están divididas sobre la consistencia de la denuncia que formuló Nisman antes de su muerte. Las escuchas que han trascendido hasta ahora no confirman nada que no se supiera o se intuyera: el papel de D`Elía en ciertas gestiones informales y paralelas con personajes que se atribuían una dudosa representación de la diplomacia iraní.

Mucho dependerá también de la seguridad con la que avance la investigación de la muerte de Nisman. Si se logran reunir evidencias que construyan una certeza firme en torno a este extraño desenlace, probablemente se logre aportar serenidad a una sociedad sensibilizada por el episodio.

Los próximos días serán determinantes. Todavía parece prematura cualquier conclusión.