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“St. Vincent” es Bill Murray. Murray interpreta al Vincent titular, pero, más allá, la película entera, estrenada el jueves en la cartelera local, gravita en torno a su genio cómico inigualable.
Es cierto: lo rodean a la perfección Naomi Watts, Melissa McCarthy y el muchacho coprotagonista, Jaeden Lieberher, que se pone en la incómoda piel de Oliver.
Oliver es un chico inteligente y sensible, pero, claro, sufre el acoso de los otros chicos en la escuela y tras apenas un día en su nuevo hogar, como vecino de Vincent, le roban las llaves y se ve obligado a quedarse con su vecino.
Y entonces, aparece Bill Murray en todo su esplendor: borracho, solitario, endeudado, su única compañía es una prostituta rusa y un gato. Hasta que se entromete Oliver y comienza una serie de aventuras en la larga tradición hollywoodense del niñero improbable (desde “Un gran chico” o “Un detective en el kindergarden” hasta “Gran Torino”).
Como el protagonista de la película elegíaca de Eastwood, Murray es cascarrabias pero, a fuerza de una honestidad brutal se vuelve querible y se transforma en la ausente figura parternal para Oliver.
Todo transcurre por caminos formulaicos reminiscentes a cualquier filme de aprendizaje y maduración (“Un gran chico”, “El hijo de Ranbow”, el cine de Wes Anderson, en el que es habitual partícipe Murray), donde, por supuesto, no es sólo el adolescente quien crece; pero, a la vez, la película respira un espíritu independiente lleno de buenas intenciones y simpáticos gags que envuelven a una película con un enorme elenco de un tono burbujeante. Una experiencia, hasta allí, disfrutable, noble y amable con el espectador y la humanidad.
Pero, además de las buenas intenciones, está Murray. En algún punto, todo el filme se vuelve una excusa para mostrar su maestría comédica, los mil matices de su cara de póquer que construyen un “one-man-show” que le valió una nominación a los Globo de Oro, aunque, por supuesto, la hiperdramática Academia volvió a ningunear al actor, que solo fue nominado cuando se puso serio en “Perdidos en Tokio”.
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