Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar

Ricardo Canaletti: “A la gente le gusta que le cuenten historias”

Periodista con treinta años de trayectoria en el género policial y judicial, analiza el fenómeno “rojo” que invade la tevé y habla del suceso que provoca su ciclo “Cámara del Crimen”, en el que entre escenografías de película baja a tierra con pasión los casos más resonantes

31 de Enero de 2015 | 00:00

Por MARIA VIRGINIA BRUNO

“¡Madonna! ¡Qué casos!”. 17 de enero, cuarto bloque de “Cámara del Crimen” (TN), Canaletti está enojado porque los investigadores de la muerte de Lola Chomnalez no encontraron, en primera instancia, su mochila. “¿Mochila? ¿Mochila? ¿Dónde estaba la mochila? Estaba al lado del cuerpo... ¡Qué lo tiró de las patas!”. Apelando a la repetición de palabras claves, el periodista que impuso el chaleco en la tevé se mueve en medio de un decorado de película, inusual para un programa periodístico del cable, se indigna y le explica a la audiencia los detalles del crimen que conmocionó al país apenas semanas atrás. Para ese entonces, y eso que todavía no había sacado “La máquina del tiempo” para viajar hasta el 8 de enero de 1937, el día que nació el pistolero Juan José “Pichón” Laginestra, las redes sociales estallaron: en Twitter lo llaman el standapero forense , dicen que no hay mejor plan para un sábado que “helado y Canaletti”, elogian su forma apasionada de relatar hechos aberrantes y lo convierten en lo más comentado de la plataforma del pajarito azul. Su programa es un verdadero suceso (en rating y repercusión) y él tiene una explicación simple y contundente: “A la gente le gusta que le cuenten historias”.

“Si yo hablo y la gente no me entiende quedo en deuda con la profesión”

Con treinta años de trayectoria, Ricardo Canaletti (59) comenzó en la gráfica después de intentar desarrollar una vida profesional en Italia como abogado, algo que no sucedió. Aburrido de los clichés de la crónica policial de aquellos años (1990), entendió que sería difícil destacarse en un ambiente plagado de fórmulas acartonadas y tras dos décadas de desempeño en Clarín, en donde compartió horas de trabajo y especulaciones sobre casos junto a Enrique Sdrech, a quién muchos ven como su sucesor, pasó a la televisión; una pantalla en la que permanece desde principios del 2000, repartido entre las señales de TN y El Trece.

Casado desde hace más de un cuarto de siglo con Pilar y padre de Leticia (18, bailarina y estudiante de economía), tuvo en el último tiempo más de un llamado de atención de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual por su estilo “puteador”: mirando fijo a la cámara, con el ceño inocultablemente fruncido, no duda en descargar su bronca contra jueces, investigadores, funcionarios y delincuentes. Considera que el derecho penal es la “máxima expresión represiva del estado” y como amante de la libertad necesita entender bien el porqué cuando se coarta y quiere que se respeten los derechos de todos. “Eso me aleja un poco de los vientos que se están viviendo últimamente –reconoce- pero yo creo que el derecho procesal se ha hecho en honor a la inocencia: primero hay que tratar de probar que no lo es. Si lo logramos, lo logramos, y si no es inocente”. Razonamiento deductivo.

Autor de seis libros en los que resume los casos más escalofriantes y que han despertado la intriga y el interés de la sociedad -el último “Crímenes sorprendentes de la historia argentina” (Sudamericana)-, dice que habría que apelar a la sociología para hallar una respuesta al fenómeno que está sacudiendo a la televisión, en el que las noticias policiales trascendieron las pantallas de los canales noticiosos para pasar a analizarse en otros escenarios no habitúes como los ciclos de chimentos. “Creo que es más sociológico que otra cosa. Yo en un momento dije falta ficción y fijate que ahora la única ficción que está funcionando es ‘Las mil y una noches´ que tiene un argumento de mil años. Aunque suene a frase común, insisto en que ‘la realidad supera la ficción’, y con conocimiento de causa puedo decir que hay situaciones en las que la vida real supera la imaginación de cualquier guionista de Hollywood”.

Para el periodista, el gancho del policial radica en el misterio de lo desconocido. Los casos tienen, en el centro de la cuestión, la muerte de una persona y eso abre múltiples posibilidades. “El caso Lola, por ejemplo, que fue un boom semanas atrás, fue claro desde un principio en el sentido de que siempre se supo que se trataba de un crimen y tenía todos los condimentos para atrapar: una chica jovencita, que veranea en un lugar en el que nunca pasa nada, a la que agredieron y mataron. No obstante saber que se trataba de un homicidio, de entrada se desataron cuestiones que tienen que ver con interrogantes que aún no han sido resueltas”.

Ahora, bien, ¿qué pasa con la muerte del fiscal Nisman? Para Canaletti se trata de un caso en el que “vamos un paso atrás”. Dice que la clave del periodismo policial ( y del periodismo en general) se basa en el quién, cómo, cuándo, dónde y por qué. “Y con Nisman –opina- se da de manera diferente: La ansiedad de todo el mundo se traslada también al periodista que cubre este tipo de casos porque las tres posibilidades están abiertas en la investigación judicial”. ¿Homicidio? ¿Suicidio? ¿Suicidio inducido?

Si el género policial es un suceso en sí mismo, el fenómeno se exacerba y complica cuando se mezcla con la política. “El caso del fiscal tiene un innegable componente político y aquí está ocurriendo algo extraño. Lo que yo estoy observando es que hay muchas declaraciones de políticos que tiran agua para sus molinos y que en muchos casos chocan de frente con lo que se conoce indubitablemente del expediente judicial. Los cambios de opinión y las especulaciones, que siempre fue lo que se le criticó al periodismo policial, ahora los vemos en boca de políticos”.

A la hora de hablar del morbo, un acuerdo cada vez más tácito y evidente entre televisión y audiencia (porque, para ser sinceros, la oferta de contenidos policiales en el aire no sería tan amplia si la demanda no creciera en la misma dirección proporcional), Canaletti asegura que no hay forma de evitarlo aunque remarca que la clave está en saber cuándo decir basta. “En los casos criminales vos estás hablando siempre de un cuerpo, de reacciones cadavéricas, de cuestiones a las que muchos ligan con el morbo pero que son necesarias para obtener información y resultados que pueden dirigir una causa o esclarecer los misterios que se produzcan. Más allá de eso, el asunto es conocer tus propios límites y tener la decisión de cuánto te quedás ahí adentro y cuándo salís”. El desafío, para él, viene por ese lado.

“El morbo es ineludible pero hay que saber cuándo decir basta”

EL OJO DEL CRIMEN

Nisman y su misteriosa muerte lo han tenido los últimos días más horas de lo habitual en el aire televisivo. “Pero en algún momento hay que cortar”, se excusa el periodista, quien durante las próximas semanas estará de vacaciones, aunque no su ciclo de TN que tendrá repeticiones en su horario habitual. Para los seguidores de Canaletti, muchos de los cuales a través de Twitter van relatando el minuto a minuto de su programa, quedará la emisión de hoy y mañana, de 15 a 17, además de un especial el próximo martes, a las 22, sobre la atrapante historia de “Bonnie y Clyde”, dos de los delincuentes más famosos y mediáticos del policial estadounidense.

Consultado por el éxito de “Cámara del Crimen”, el periodista lo atribuye a una necesidad social. “A la gente le gusta que le cuenten historias, lo necesita. Y estos casos que nosotros presentamos en el programa son reales y contados de una forma para que todos los puedan entender. Porque si yo hablo y la gente no me entiende, más allá del éxito que pueda tener en algún punto, quedo en deuda con mi profesión”.

En pleno desarrollo del siglo XXI, cuando las pantallas led y las interacciones virtuales marcan la pauta en la tevé, Canaletti apuesta a lo seguro. Feliz con su pizarrón, cual maestro de primaria enseñando las reglas ortográficas, escribe, dibuja, relaciona y tacha tratando de desmenuzar los detalles más minúsculos de un hecho criminal, cobijado en imponentes escenografías que varían según el caso y que lo han ubicado en un balcón, en un dormitorio, en un automóvil y, recientemente, hasta en el baño del fiscal Nisman. Sus dramatizaciones (en realidad utiliza la palabra “número”, como los escolares), no se fundamentan en la explicación de un caso sino que buscan remitir a una idea conceptual.

“¿Cómo hacía yo para contar un caso, en cierta medida simple pero olvidado, como el de Jimena Hernández (la nena que encontraron muerta en un colegio, en el fondo de una pileta, hace ya 26 años)? ¿Qué es Jimena Hernández? Un laberinto. ¿Y qué hicimos nosotros? Un laberinto. Ese caso se empezó a investigar por un lado, se pensaba que se podía doblar por el otro, pero ahí apareció una pared, y después otra y así sucesivamente”.

“La máquina del tiempo”, por caso, fue elaborada con el mismo propósito y ha causado tanto furor, sobre todo en las redes sociales, que se ha quedado como una herramienta habitual de la producción que encabeza Mariana Montero. Cuando Canaletti se sube a este aparato (una réplica del que se utiliza en el clásico filme de H.G. Wells de 1960), lo hace convencido, lo siente real y esa, admite, es la única forma que tiene de participar al público en su fantasía.

Haciéndole honor a la pasión de sus antepasados italianos, el periodista afirma que no hay nada de actuación en sus programas y que la habla con la misma intensidad a su mujer que a la audiencia. Y sobre su forma desestructurada de manejarse frente a las cámaras sólo puede agregar que se fue forjando gracias a esa cualidad que no le permite quedarse quieto ni por un segundo: “Siempre tuve hormigas en cuerpo y cuando entré en la televisión la gente no se movía, tampoco estaba parada y el saco era la única alternativa de vestimenta. Fui probando, gustó y quedó, la gente seguía mirando”. Hoy, su chaleco, es una marca registrada de la televisión, al igual que sus relatos, tan profundos como dramáticos.

De ficción elige series como “True Detective”, “Breaking Bad” y la novedosa “Fargo” y en carpeta tiene “El imperio del contrabando” que se desarrolla en tiempos de la Ley Seca. Aunque alejándose un poco del policial también se copó con la exitosa “Game of Thrones”, esa producción de fantasía “que tanto le gusta a la presidente y que incluye algunas referencias a intrigas palaciegas que bien se podrían aplicar tranquilamente a la actualidad”. Una realidad en la que el país todo parece haberse convertido en un guión que mezcla géneros y que a veces nos gustaría que sólo fuera una ficción.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$120/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2250

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$160/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3450

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$120.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $2250.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla