Un relato que encaja algunas piezas y deja cabos sueltos

La declaración del albañil Javier Edgardo Quiroga, alias "La Hiena", que llevó nuevamente a prisión a Osvaldo "Alito" Martínez, en torno al cuádruple homicidio de La Loma, instaló un debate. Si bien el relato, a primera vista, permitió encajar algunas piezas, fundamentales para el esclarecimiento del caso, una mirada más en detalle refleja ciertos cabos sueltos, que atentan contra su verosimilitud.

Según quién sea el interlocutor, esos dichos fueron producto de haber estado en el lugar y en el momento en que los hechos se perpetraron, como dijo el juez Guillermo Atencio al ordenar la detención de Quiroga y Martínez, o un simple manotazo de ahogado del primero de los acusados al intentar mejorar una situación, de por sí, harto comprometida, de acuerdo al planteo que hace la defensa del karateca.

El interrogante inicial surge de una simple deducción lógica: pudo haberse contaminado la escena del crimen sólo con el ADN de Quiroga si, como éste contó ante los investigadores, el responsable de la masacre fue Martínez?

De ser Quiroga el único autor de los homicidios, tal como surgiría de la comparación de sus perfiles genéticos con los hallados en el PH de la calle 28, incluso en las uñas de dos de las víctimas, cuál fue el móvil? Un crimen por encargo? De dos mujeres -al que se sumó una tercera- y una nena de 11 años? Por cuánto dinero o a cambio de qué favor se puede matar a cuatro personas?

Cómo un hombre (al margen de ciertas conductas o actitudes que podrían ser reprochables) pasa de no tener ningún antecedente penal en 34 años, a estar imputado en un cuádruple asesinato, que lo podría dejar tras las rejas el resto de su vida?

Quiroga y Martínez se conocieron en la casa de las víctimas o estrecharon una relación por ser vecinos del mismo barrio (Melchor Romero)?

Aquí es importante hacer un reparo, ya que la defensa de Martínez, al analizar y desmenuzar la declaración del ahora co-imputado en la masacre de La Loma, se preguntó cómo una persona -por el karateca- a la que sólo había visto en una oportunidad, a principios del mes de noviembre pasado, en la vivienda de un tercero, puede presentarse en su domicilio particular, un día antes de los crímenes, para invitarlo a tomar una cerveza, contarle sus problemas afectivos y, de paso, pedirle un trabajo de albañilería para efectuar un sábado a la noche?

Sin embargo, eso es lo que contó Quiroga, que también mencionó que, ya en la propiedad de Susana De Barttole, al ser recibido por ésta, le aclaró a la mujer que no había llevado herramientas, pese a que supuestamente debía hacer allí una reparación.

Otro punto sustancialmente oscuro es cuando Quiroga relata la secuencia de la masacre, en realidad sólo habló de dos homicidios (Santos y Pereyra y nada de la nena de 11 años y de su abuela), ya que siempre se refirió a un arma de fuego en poder de Martínez y nunca de un cuchillo o, de un elemento punzo-cortante, siendo que a las víctimas las mataron a golpes y puñaladas.

Otro interrogante estaría planteado en por qué Quiroga no pidió ayuda o salió corriendo del lugar, siendo que Martínez, en base a su propio testimonio, fue de la cocina al baño y le habría dado tiempo a escapar.

Si bien la teoría de la amenaza de causarle un daño a su familia es aquí posible, para el abogado de Martínez todo el relato de Quiroga pecó de mendaz y lo caratuló de "burda declaración exculpatoria".