Con unidad de grupo, todo es posible

MILOC, FERNANDEZ, PEREYRA, MUSSIS Y NIELL, AL TROTE. LUEGO DE LOGRAR EL ASCENSO A PRIMERA DIVISION. GIMNASIA PUSO LA MIRA EN EL PARTIDO ANTE ROSARIO CENTRAL

ENFOQUE Por ANIBAL GUIDI

El 28 de mayo de 2013 será otra fecha que quedará grabada a fuego en la vida de Gimnasia y en cada uno de sus hinchas. Y algunos, como en el caso de Franco Mussis, directamente se la tatúan para que quede como un recuerdo imborrable de un hecho significativo. Pero también para que se la tenga presente a los efectos de no volver a incurrir en los mismos errores.

La vez anterior le costó mucho al Lobo un regreso como éste, que aún está caliente y se sigue festejando en la Ciudad.

Muchos de esos hinchas que volvieron a alegrarse con este logro del equipo de Pedro Troglio, sufrieron lo indecible entre 1980 y 1984 para que aquel conducido finalmente por Nito Veiga consiguiera igual logro.

Fueron cuatro largos años en donde Gimnasia pudo capear circunstancias muy complicadas, tocando fondo por momentos, y sacando pecho, garra, fútbol, y goles, para quedarse con aquel recordado octogonal por el segundo ascenso en donde, en la instancia decisiva, dio cuenta en dos oportunidades de Racing (3-1 como visitante y 4-2 como local).

Esta vez el arranque fue fallido y, por eso, aunque los correctivos no tardaron en llegar, al equipo le costó adaptarse a las características de un torneo difícil y competitivo.

Un año le costó ese acomodamiento. Con el acierto de darle continuidad al cuerpo técnico y de arrimarle los jugadores que consideraba necesarios para, al año siguiente, intentar el abordaje, que terminó de cerrar con éxito redondeando una estupenda segunda rueda, en donde el equipo demostró con fútbol y goles que el ascenso era lo que se merecía.

SE ALINEARON LOS PLANETAS

Esta vez hubo una muy buena conjunción de fuerzas. Como que, naturalmente, al Lobo se le fueron alineando los planetas y, si bien la suerte siempre es un aliado extra en estas circunstancias, no cabe duda en cuanto a que la supo ayudar el equipo con su unión, su entrega, su gran entereza, rebeldía y corazón.

¿Quién no se preguntó alguna vez si las cosas iban a salir como se las planeaba? La vida no es una lotería en donde la suerte va y viene por sí sola, sino que uno debe poner los medios para dar con ella.

Tampoco se puede uno quedar parado aguardando que la suerte venga por si sola y se instale a su lado.

El equipo de Gimnasia, en un primer momento, no llegó a ver las raíces que echaba su esfuerzo diario, en un derrotero con altos y bajos, que arrimaron dudas, algunos cuestionamientos y que hasta pusieron un signo de interrogación en cuanto a si el camino que se estaba transitando era el correcto o aconsejable.

Pero, para su fortuna, después se fue dando cuenta de que todo ese esfuerzo realmente valía la pena. Y en la medida en que se le fueron dando los resultados, terminó por aprender a valorar el mismo y también se dio cuenta de los frutos tan prósperos que echó su árbol. Ese que en algún momento no parecía llegar a nada.

Por eso se dice habitualmente que “a la suerte hay que ayudarla”. Hay que ir por ella con trabajo, esfuerzo, mancomunión, solidaridad y cero egoísmo.

Bueno, Gimnasia se dio un baño de todo eso, anexó juego, confiabilidad, y todos aquellos detalles que lo transformaron en un equipo confiable y ganador, incluso en terreno ajeno en donde, en la B Nacional, cuesta tanto hacerse fuerte.

PARA HACER REALIDAD EL SUEÑO

En uno de sus habituales tuits, Omar Pouso, uno de los referentes de este equipo que quedará en la historia de Gimnasia, hizo referencia a uno de los motivos que llevaron al equipo a alcanzar este logro. La frase que dejó estampada entonces el volante uruguayo, rezaba lo siguiente: “Un sueño no se convierte en realidad por arte de magia, requiere sudor, determinación y trabajo duro”.

Y seguramente este plantel tuvo que aportar todo eso para volver a ser de Primera, con el aliento incesante de la gente que, desde un primer momento, como un soldado, creyó en la propuesta y siguió al equipo de norte a sur y de este a oeste, en otra demostración conmovedora de fe.

Todo está muy fresco. Se sabe por todo lo que pasó Gimnasia en estos dos años en el ascenso, a donde fue caer tras defender con uñas y dientes su permanencia en el círculo superior, hasta que se quedó sin uñas y sin dientes.

Por eso ahora lo que viene, para no volver a caer en los mismos errores, es honrar todo el esfuerzo que costó esta vuelta, pues es cuando más que nunca tendrá que hacer muy bien los deberes.

Se sabe, “lo difícil no es llegar, sino mantenerse”. Esa historia comenzará a escribirse a partir de ahora, cuando pasen los festejos y se serenen los ánimos, y las pulsaciones vuelvan a la normalidad.

Por ahora queda resaltar este logro del Lobo que se dio por la unidad del grupo. Esa que se construyó a partir de una visión compartida, una esperanza anhelada, un fin bien determinado. Esa unidad dio sustento a la fuerza y el valor para hacer que lo imposible se haga posible. Junto con la determinación y el compromiso, la unidad hizo que la tarea más difícil parezca fácil.

Y en eso también tuvo mucho que ver el trabajo del cuerpo técnico y la actitud de la gente, que aplaudió los aciertos y se mantuvo en silencio ante los errores.