No sólo jugarán por el orgullo

ENFOQUE
Por EDUARDO TUCCI

Nunca un Superclásico se juega “por nada” y ésta seguramente no será la excepción. Boca y River estarán hoy frente a frente jugándose cosas muy importantes y con un agregado muy especial: el duelo entre dos directores técnicos que mucho tienen que ver con la historia grande de los contrincantes, el Virrey Bianchi y el Pelado Díaz.

Cuando la pelota empiece a rodar todo quedará en un segundo plano, pero en la previa conviene destacar que en la topada máxima de hoy no sólo estará en juego el orgullo. Habrá otras particularidades salientes: la necesidad del dueño de casa de torcer el rumbo adverso que viene sosteniendo en el fútbol casero y lo imperioso que resultará para River una victoria que le permita seguir prendido sin resignar posiciones en la lucha por el título.

Todo apunta a pensar que los de Núñez llegan más presionados porque el torneo ha ingresado en la etapa de las definiciones y a esta altura las derrotas duelen más. Aunque tampoco es muy cómodo el momento boquense dominado por una irrelevante ubicación en la tabla.

A Bianchi y los suyos les cambió el semblante a partir del triunfo copero del miércoles. No hay dudas que se sienten mucho más aliviados después de haber vencido con una buena producción al Corinthians, ni más ni menos que el verdugo de la recordada final de 2012.

SEÑALES POSITIVAS

Las señales positivas recibidas a partir de un juego mucho más efectivo en todas las líneas -a pesar de los reiterados baches defensivos-, deberían ser el empujón que estaba necesitando un equipo que venía muy golpeado y con la autoestima por el piso.

El DT boquense, zorro viejo en esto de afrontar desafíos supremos, esperó hasta último momento para tirar el equipo -la ausencia de Riquelme ya estaba confirmada-. Intentará aprovechar al máximo la inyección positiva que significó para los jugadores retirarse victoriosos de la Bombonera después de mucho tiempo.

La Copa Libertadores resulta el objetivo principal que se ha trazado Boca y la revancha en San Pablo, ante Corinthians, marcará un punto decisivo en la carrera al título.

Pero ese partido recién será el 15 del actual, lo que respalda la idea del director técnico de arriesgar a algunos de sus dirigidos, a pesar de la seguidilla de lesiones que persigue al plantel.

El éxito es el mejor bálsamo y como prueba de ello quedaron flotando las palabras de los propios protagonistas que, lejos de acusar el desgaste por la seguidilla de compromisos, gritaron a los cuatro vientos sus deseos de saltar a la gramilla para vérselas con el rival de siempre.

Uno de ellos, Walter Erviti, no dejó dudas: “En lo personal es muy importante jugar, porque siempre deseo estar entre los once. Además, los clásicos son diferentes al resto de los partidos. Ojalá lo ganemos, sin sufrir tanto porque deseamos darle un triunfo a hincha de Boca”.

¿Y qué pasa en la vereda de enfrente? Venía todo bastante bien hasta que a Ramón y los suyos se les cruzó en el camino la catastrófica eliminación en la Copa Argentina, a manos del humilde Estudiantes de Buenos Aires, y la división de puntos del domingo anterior ante Quilmes en un final inesperado.

De pronto, el equipo millonario quedó inmerso en una inestabilidad preocupante, que lo está obligando a encontrar rápidamente las llaves que le permitan relanzarse.

El riojano -otro que también está acostumbrado a hacer frente a paradas bravas-, es consciente de que en el partido con el adversario de todas las épocas deberá procurar recobrar el nivel futbolístico para alimentar su convicción de pretendido campeón.

PUNTO DE PARTIDA

Tan es así que quienes siguen muy de cerca los entretelones riverplatenses aseguran que en el transcurso de la semana que pasó, el cuerpo técnico y sus dirigidos se han juramentado que el partido con Boca sea un nuevo punto de partida en la carrera por el premio mayor en el torneo Final.

Una minuciosa lectura de la producción riverplatense de la mano de Ramón permite establecer que los rendimientos cambiantes en lo individual y la irregularidad colectiva han sido los dos factores dominantes. La defensa ha resultado el escollo fundamental para lograr la ansiada regularidad, aunque también hay algunas cuentas pendientes por parte de los delanteros.

El técnico se juega por los que están mejor y se producirá el retorno de una figura clave en el armado millonario: Leonardo Ponzio que, recuperado de una dolencia, jugará al lado de Cristian Ledesma.

Como dato anecdótico, todo indica que la conducción del club le dará el gusto a Ramón Díaz y estrenará un ómnibus para trasladar al plantel a la Bombonera, dotado de LCD, PlayStation, otros notables elementos de confort y una decoración muy especial con imágenes millonarias.

Más allá de todo, el certamen nos ofrece un clásico generador de una expectativa muy particular, que arrastra una historia muy rica y convoca al “mundo-fútbol” a estar absolutamente pendiente tanto de su desarrollo como del resultado.