Frente al nuevo torneo, los mismos fantasmas

DI ZEO Y MARTIN, LAS CABEZAS DE LA BARRA DE BOCA

ENFOQUE
Por EDUARDO TUCCI

En la semana previa al comienzo del fútbol grande, las luces de alarma por la violencia están más encendidas que nunca. Cuando todavía no se habían acallado los ecos por la trágica refriega entre hinchas boquenses, cerca de la cancha de San Lorenzo, Avellaneda y José ingenieros acaban de ser escenario de nuevos encontronazos que dejaron como saldo varios heridos, algunos de gravedad.

Primero fueron hinchas de Independiente, armados con palos y cuchillas, atacando a otros de Racing, que inauguraban una filial de la Academia en el club Juventud Unida de Bernal y pocas horas después un feroz enfrentamiento entre dos facciones de la hinchada de Almagro, configurando una escalada que parece no tener fin.

Cuatro personas terminaron heridas -dos de ellas de gravedad- en ambos episodios que tuvieron la particularidad de producirse lejos de un estadio, o sea sin que hubiera de por medio un partido de fútbol.

En el caso de Almagro, la balacera tuvo lugar en la puerta de la casa de uno de los jefes de la barra y, de acuerdo a lo informado, se trataría de un ajuste de cuentas entre dos facciones contrarias del mismo club.

Ya se ha advertido sobradamente las terribles consecuencias que acarrea esta locura que se ha instalado en torno al fútbol sin que hayan surgido, hasta ahora, acciones conducentes a una solución.

LA PELEA

Mientras sigue viva la pelea dentro de “La 12”, otros tantos episodios vandálicos, ocurridos en el transcurso del último fin de semana, se han ido encadenando en lo que ya constituye uno de los grandes males que padece nuestra sociedad.

Lo ocurrido entre partidarios de Racing e Independiente como la guerra xeneize y el tiroteo de Almagro se enmarcan en un trágico 2013 con distintos episodios de violencia que dejaron como saldo, en siete meses, seis muertos e infinidad de heridos con una realidad como telón de fondo que a esta altura parece inmanejable.

“EL FIN DEL FUTBOL”

En las últimas horas, el titular de San Lorenzo, Matías Lammens, pintaba un panorama preocupante: “Si no detenemos la violencia estamos yendo hacia el fin del fútbol. La desorganización influye en el día a día, como el hecho de jugar con público local o sin gente; eso cambia todos los días. La sociedad se debe un replanteo con la violencia”, decía el joven dirigente.

Faltan medidas conducentes a frenar tanta virulencia. Desde la AFA se impulsa la tarjeta magnética, individual e intransferible, que permitirá el ingreso a los estadios de cada persona, pero el sistema que estaba pensado para el torneo Inicial que empieza el viernes, recién se pondría en práctica en unos doce meses. Es más, todavía ninguno de los 110.000 empadronados poseen la tarjeta, denominada AFA Plus.

La investigación montada en torno al choque armado entre dos facciones boquenses dejó en evidencia datos reveladores de cómo se mueven estos grupos preparados para generar el caos: se asegura, por ejemplo, que uno de los barras, camuflado con un casco, dirigió la guerra que tuvo por escenario el Bajo Flores, en cercanías a la cancha de San Lorenzo, e incluso se llegó a especular que quien ordenaba los movimientos habría sido Rafael Di Zeo uno de los hombres que supo conducir la número 12 y mantiene una encarnizada pelea con Maximiliano Mazzaro por el control de la tribuna.

LA ULTIMA BATALLA

Esa última batalla dejó como saldo dos muertos, numerosos heridos y 150 disparos al aire. La feroz interna boquense, que no es la única ya que en los últimos tiempos se han agudizado los enfrentamientos de las barras de un mismo club, sigue teñida de sangre y, lamentablemente, nada ni nadie parece detenerlos.

Lo peor de todo es que en el ambiente sigue flotando la idea de nuevos enfrentamientos que agreguen nuevas páginas a esta verdadera trama de terror. Los actores principales -que no son tantos y deberían estar perfectamente identificados en cada club-, ahora no pelean por los colores, cosa que tampoco justificaría la violencia, sino que lo hacen por plata, para adueñarse de la tribuna y el manejo de infinidad de negocios que rodean al deporte más popular.

Lo cierto, real y concreto es que están dispuestos a todo, con lo que esto presupone y que el problema más grave ahora parece estar afincado en Boca pero no resulta ajeno a ninguna de las entidades que animan los torneos de la Asociación del Fútbol Argentino.

MUY PREOCUPANTE

Resulta más preocupante aún el escenario montado en la entidad de la Ribera en virtud del tiempo y la virulencia que mantienen los enfrentamientos. Un repaso de la situación permite establecer que las diferencias siempre estuvieron pero que se agravaron a partir del 2011 cuando Rafael Di Zeo retorno a la Bombonera para un partido contra Atlético Rafaela, después de estar preso en Ezeiza por una recordada batahola contra hinchas de Chacarita.

Actualmente, Martín y Mazzaro están presos sospechados de homicidio pero igual manejan la barra que conducen Cristian “Fido” Debaux y Luis Arrieta. La pelea sigue abierta y queda dicho que el enfrentamiento antes del amistoso con San Lorenzo, puede repetirse.

¿Suspendiendo la asistencia de los visitantes esto se soluciona? Inicialmente parece ser sólo un parche que no alcanza para nada a solucionar el problema de fondo. Mucho más cuando estamos hablando de enfrentamientos entre hinchas de un mismo sector y no de choques entre grupos antagónicos.

A una semana que se levante el telón del fútbol grande resulta más que nunca imperioso cuidar la seguridad de los verdaderos hinchas poniendo coto a enfrentamientos, agresiones, peleas por el poder y tragedias que configuran un insoportable escenario de barbarie.