El peronista más renovador

ANTONIO CAFIERO JUNTO A DOS BUSTOS DE EVA Y JUAN DOMINGO PERÓN

Por MARIANO SPEZZAPRIA

Twitter: @mnspezzapria

Antonio Cafiero fue uno de los principales protagonistas de la última experiencia democrática interna que tuvo el peronismo a nivel nacional. Desde aquel remoto 1988, cuando el entonces gobernador bonaerense cayó derrotado en las urnas por el riojano Carlos Menem, nunca más el Partido Justicialista dirimió una candidatura presidencial por medio de la voluntad popular.

De hecho, lo que hizo desde entonces el partido fundado por Juan Domingo Perón fue trasladar en forma sistemática sus pujas intestinas hacia el conjunto de sociedad, que se vio obligada a terciar en febriles conflictos en torno a la disputa del poder.

Cafiero fue, en este sentido, el máximo exponente de una corriente que se atrevió a renovar las prácticas corporativas del peronismo.

La concepción amplia de la política entendida como la base del espíritu democrático, hizo que la figura de Cafiero trascendiera los límites partidarios del peronismo

Paradójicamente, pasó a la historia como el referente de una “renovación” que no se desarrolló en todo su potencial y que por ende fue considerada un fracaso político, porque no pudo impedir que el peronismo retomara la senda de los liderazgos hiper-personalistas, como el que encarnó el propio Menem en los años ´90 ó luego Néstor Kirchner, en la primera década de este siglo.

Sin embargo, a Cafiero y a su “renovación” se les puede atribuir el mérito de aquellos equipos que, aunque no lograron conseguir sus objetivos, implantaron ideas y conceptos que perduran en el tiempo porque son las correctas, las que proyectan el futuro de la política y del país. La misma lógica había aplicado un año antes de esa interna, al mostrarse solidario con Raúl Alfonsín.

Por eso se lo pudo ver a Cafiero en el balcón de la Casa Rosada acompañando al presidente de la República en el difícil trance de la Semana Santa de 1987, cuando no se dejó llevar por los intereses mezquinos que durante décadas dominaron a la dirigencia argentina ante cada alzamiento militar. Por el contrario, el Gobernador peronista respaldó al Presidente radical.

Esa concepción amplia de la política, entendida como la base del espíritu democrático, hizo que la figura de Cafiero trascendiera los límites partidarios del peronismo para convertirse, en definitiva, en un dirigente clave de la Argentina en la segunda mitad del siglo pasado. Claro que tuvo luces y sombras: no fue ponderable su actuación como ministro de María Estela Martínez de Perón.

Pero una vez superada la dictadura y con la llegada de la primavera democrática, emprendió un tenaz proceso de convencimiento interno en el PJ sobre la necesidad de renovar sus estructuras y convertirlo en un partido moderno. Algunos de sus discípulos de aquella cruzada siguen teniendo influencia política, como el cordobés José Manuel de la Sota o el bonaerense Felipe Solá.

Aquellos jóvenes que rodearon al ya por entonces histórico dirigente peronista integraron lo que se dio en llamar la “Cafieradora”, un grupo que nutrió de conocimientos técnicos y políticos a todos los gobiernos peronistas que se sucedieron en el país, con especial predicamento en la provincia de Buenos Aires. Su mojón histórico fue colocado hace poco menos de 30 años.

De los últimos años de su actuación pública, se destacó su denuncia sobre las coimas a senadores, bajo la presidencia de Fernando de la Rúa

Ese hito ocurrió en 1985, cuando Cafiero y sus seguidores rompieron con la estructura tradicional del Partido Justicialista y fueron a las elecciones legislativas de ese año con el nombre de Frente Renovador, obteniendo en territorio bonaerense un respaldo mucho más amplio que el conseguido por el vetusto Frente Justicialista para la Liberación, al mando de Herminio Iglesias.

Sobre esa base Cafiero y los renovadores dieron el salto a la Gobernación bonaerense en 1987 y a partir de entonces sus coincidencias con el alfonsinismo fueron notorias, a tal punto que llegó a considerarse a la “Cafieradora” como la versión peronista de “La Coordinadora” radical. Tal vez por esa hendija -que caló hondo en la fibra justicialista- se coló el menemismo sin invitación.

Así, Cafiero no pudo cumplir su sueño de llegar a la Presidencia, como tampoco lo hicieron aquellos que gobernaron la Provincia, al menos por el voto popular. De los últimos años de su actuación pública, se destacó su denuncia sobre las coimas a senadores bajo la presidencia de Fernando de la Rúa y la innumerable cantidad de veces que lo llamaron a arbitrar la interna del PJ.

De ese modo, integró la “Comisión de Acción Política” que debía fijar las reglas para la contienda peronista, pero que desde finales de la década del ‘90 a esta parte fracasó tantas veces como se constituyó. Pese a todo, Cafiero fue un dirigente orgánico del PJ, a punto tal que regresó a sus filas y posibilitó una interna democrática cuando hubiera tenido todas las de ganar si iba “por afuera”.

Eran tiempos de un bipartidismo que hacía balancear el péndulo sobre la maquinaria peronista-radical. Quizás la partida de Antonio Cafiero sirva para comprender que ese país, ya no es tal.