Opinan los lectores

Pintadas callejeras

Joaquín Manuel Galán Rodríguez expresa: “En una recorrida por las calles de nuestra ciudad se puede observar en la mayoría de los frentes y de espacios públicos y privados una cantidad de inscripciones y dibujos hechos con aerosol. Los lugares elegidos para semejante demostración (¿artística?) son frentes de edificios, casas, locales, colegios, garajes; nada se salva, paredes, puertas, persianas, vidrieras, todo sirve como pase para hacer inscripciones carentes de cualquier expresión cultural. Seguramente habrá alguna explicación sociológica para semejante comportamiento. Mientras tanto me sigo preguntando cuál es la razón para que una persona ajena a mi propiedad y sin mi consentimiento pueda creerse con todo el derecho de hacer mamarrachos en mi pared; no estamos hablando de arte ni de muralismo, es banalizar y ensuciar, por desprecio a la Ciudad y sus habitantes. Solicito al gobierno municipal platense que sume voluntades para que esta práctica contra la propiedad privada y pública sea desalentada, en pos de una más justa convivencia cívica y un mayor respeto ciudadano. La Argentina, un país de buena gente, ¿no?”.

Guillermo Alfredo Maglio refiere: “El martes 11 de noviembre, iba por el Camino Centenario para La Plata y me desviaron porque había ocurrido un accidente en 11. Circulaba despacio y una mujer policía me hacía señas para avanzar, pero no pude conmigo, me detuve y le pregunté si pasó algo, y me dijo esa frase que motivó que yo escribiera estas palabras: ‘por suerte no murió nadie’. El 23 de julio de 1993, un vecino de City Bell, por entonces presidente del Club Atlético City Bell, Emilio Alfredo Maglio, mi padre, salía con su auto por ese mismo cruce, junto a mi madre, mi hermana y mi sobrino, cuando un vehículo a una velocidad mayor a los 140 km por hora, según comprobaron los peritos, embistió el rodado de mi padre, quien falleció en el acto. Desde esa fecha hasta hoy hubo más de 20 accidentes en ese mismo lugar, algunos también con víctimas fatales. A la suerte hay que acompañarla con sentido común y medidas de prevención. City Bell tiene ahora tres salidas con semáforos: Güemes, la diagonal que sale de Cantilo, y Balcarce. Cerrando el paso de Centenario y 11 con la rambla del medio y evitando ese cruce para entrar desde La Plata y para salir hacia Buenos Aires, ayudaríamos a la suerte para que nadie más muera en ese lugar en un accidente de autos”.

Eva Alvarez indica: “Necesitamos urgente una ley que promocione el empleo principalmente a las personas mayores de 30 años, que hoy están desempleadas. El Estado no puede ser indiferente a las necesidades verdaderas de la gente. Mientras tantos políticos viven en campaña en miras al 2015, parece olvidar que el derecho al trabajo está previsto constitucionalmente en el artículo 14. Creo que la mejor campaña para la gente, es devolver su dignidad con empleo genuino en cada mesa de nuestra patria. Es hora de cambiar la mentalidad de nuestros gobernantes y preocuparse un poco más en las necesidades reales de la gente en lugar de tantos afiches y pintadas. Sólo pido que no se acaben las ideas, que las respuestas lleguen pronto, es mi más sincero deseo ante la dura realidad diaria que le toca vivir hoy a tantos desempleados, que sólo buscan recuperar la bendición de trabajar y llevar el pan dignamente a su familia”.

Pedro Bollo indica: “La indiferencia de una buena parte de los argentinos que no condenan los aberrantes hechos de corrupción que estamos percibiendo por todos los medios de información escritos y televisivos, me hizo relacionarlos con otras circunstancias. Hace años, viviendo en Brasil, en una reunión de amigos, una psicóloga brasileña que había estudiado la actitud de los esclavos durante el siglo XIX, basándose en documentación, comentaba que una buena parte de ellos amaba a sus amos, algunos fueron capaces de dar su vida por ellos, y hasta el aberrante hecho de que algunas madres se sentían orgullosas de que su hijito se hubiera vendido a un alto precio. Relacioné esto con el ‘Síndrome de Estocolmo’ cuando los rehenes secuestrados alababan a sus secuestradores. Y no puedo dejar de relacionar ambos hechos con la actitud de ciudadanos argentinos que parecen apoyar a quienes dilapidan sus bienes para beneficios personales, les niegan derechos aumentando en la práctica el Impuesto a las Ganancias al no reajustarlo por inflación, los estafan usando los fondos de Anses para la política.”

Norberto Ronchetti escribe: “Mi protesta es por una pérdida de agua en el frente de mi domicilio (64 nº 1981), en realidad una gran pérdida de agua que sale desde el pie de un añoso tilo el cual seguramente acusará el daño producido por el desdén de la empresa ABSA que no da respuesta al reclamo. En todos los spots publicitarios nos aconsejan para no derrochar agua. Esto es un río. Ya van varios reclamos sin ninguna respuesta. He tenido que hacer una especie de canal para que el agua vaya a parar a la alcantarilla y no inunde mi casa. Esto ya es la tercera vez en varios años que ocurre y siempre me tuve que hacer cargo de los arreglos de vereda, entrada de coche, etc.”

Carlos Alberto Girbal comenta: “Actualmente resido en la ciudad de Mar del Plata, y hace unos días, caminando por la calle 12 de La Plata, mi ciudad natal, de repente veo que la casa que fuera parte de mi niñez no estaba más y en su lugar se estaba disponiendo para la construcción de algo más puesto al día. De inmediato racionalicé: todo se debe al simple pasar del tiempo, todo tan simple y nada de tremendo. En ese mismo lugar, allí y allá por el año 1926 contrajeron nupcias la joven de 23 años Erminda Aurora Rete y Ernesto Girbal Argüello, de 25, formando de este modo, la base de la línea familiar. Vinieron luego malos momentos para el novel matrimonio, por razones políticas (1931/1932) y Ernesto tuvo que vender su casa de 46 casi 22 e irnos a vivir a la casa del suegro, en calle 12. Fue allí donde llegué a cumplir 5 años y La Plata 50, pudiendo asistir de algún modo a los principales festejos del ‘Cincuentenario’ de la Ciudad. Imaginemos un hermoso jardín que cubría la intersección de la calle 12, desde casi el nº 820, hasta los 837/835 de la calle 49 y digo esto porque precisamente la casa del abuelo materno, José Rete, lindaba con la cochera del Palacio López Merino.”