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Bomberos del Gran La Plata: una vida en clave de abnegación

El día a día en un cuartel: formación permanente y contacto con el peligro

6 de Febrero de 2014 | 00:00
LEONARDO CURCIARELLO (DERECHA) MATÍAS LIZARRAGA, JULIO QUIPILDOR Y LAUTARO RODRÍGUEZ (ATRÁS): BOMBEROS DE ENSENADA
LEONARDO CURCIARELLO (DERECHA) MATÍAS LIZARRAGA, JULIO QUIPILDOR Y LAUTARO RODRÍGUEZ (ATRÁS): BOMBEROS DE ENSENADA

Sacrificio. Abnegación. Valor. Breve y contundente, el lema que forma parte del juramento que al principio de su carrera hacen los bomberos voluntarios está presente en cada uno de sus días, según dice Leonardo Curciarello, subcomandante jefe del cuerpo de Bomberos de Ensenada. Y lo dice en una jornada especial, signada por el dolor que provoca la tragedia de Barracas. Porque las víctimas fatales, aunque no sean conocidos directos, son colegas y eso hace la conmoción más cercana.

En el casino del cuartel, un televisor cuenta las últimas novedades del derrumbe en Buenos Aires y los bomberos de Ensenada siguen las imágenes atentos y en silencio, sin perder detalle.

“Todos estamos conmovidos; algunos de los más jóvenes ya me dijeron que quieren ir a los funerales de las víctimas”, dice Curciarello y agrega: “esta tragedia se vive muy de cerca, como algo propio, porque ningún bombero está exento de que le pase”.

Y esto, aunque nunca se piense en esa posibilidad. Porque cuando el bombero sale a enfrentar la emergencia, sólo piensa en su deber y no en el peligro que enfrenta. Son los jefes, los que saben que esa decisión que deben tomar en una fracción de segundo es fundamental para proteger la vida de la víctima del siniestro, pero también la del personal de bomberos. Y son los familiares los que, desde los hogares, viven la tensión que se abre con cada siniestro y que se mantiene hasta que cada bombero vuelve sano y salvo a casa.

Lautaro Rodríguez cuenta que se atienden entre tres y cuatro las emergencias cada día. Son siempre variadas: desde un accidente de tránsito hasta un incendio de pasto, de una vivienda, de una fábrica. También pueden ser simultáneas, como la que se produjo el último 2 de abril, cuando el cuerpo debió dividirse entre los que luchaban contra un incendio declarado en el polo petroquímico y quienes asistían a los inundados de El Dique.

Esa noche dejó una profunda huella en los bomberos de la Región. La destacan como una de las emergencias más difíciles de las que tuvieron que ocuparse en los últimos tiempos.

“Fue una intervención difícil, pero también una experiencia muy rica para el aprendizaje, a partir de la cual se trabajó mucho posteriormente en simulacros con otras fuerzas”, dice Curciarello.

Es que cada intervención de los voluntarios concluye, tras la vuelta al cuartel, en una evaluación de lo hecho para identificar debilidades y fortalezas, según destaca Curciarello.

Estas evaluaciones ayudan a mantener en debate y a actualizar permanentemente los saberes que los bomberos traen de su formación, a partir de la experiencia.

“Un bombero es voluntario porque hace esta tarea de manera desinteresada, pero voluntario no quiere decir improvisado. Cada bombero hace un curso técnico y más tarde es evaluado por la Academia Nacional de Bomberos Voluntarios y por un comité técnico bonaerense de bomberos voluntarios. Esos exámenes son actualizados periódicamente.

En el cuartel de Bomberos Voluntarios de Ensenada (el segundo más antiguo del país después del de La Boca) dicen que muchos voluntarios tienen nexos familiares con la actividad que los llevaron a conocer desde temprana edad la labor d e los bomberos y a interesarse en ella. Pero en otros casos son personas totalmente ajenas al mundo de los bomberos las que se acercan para sumarse.

“Acá hay de todo: hay personas que además de desempeñarse como bomberos voluntarios son bomberos profesionales (en Policía, en Astilleros, en las empresas del Polo Petroquímico) y otros que son comerciantes, médicos o colectiveros y a la vez bomberos voluntarios. Todas esas cosas importan poco cuando suena la sirena de la emergencia. A partir de ese momento no se piensa en otra cosa que en resolver el problema”, dice Curcirello.

Para Julio Quipildor, otro de los bomberos del cuerpo, todo sacrificio se compensa con la gratitud de la gente.

“Cuando uno va a una emergencia no piensa en lo que le puede pasar. Actúa. Cuando el problema está resuelto es muy gratificante sentir el agradecimiento de la gente. No sólo de los afectados, sino de barrios enteros”, cuenta.

Por su parte, Mariano Kapolitis, integrante de la comisión directiva de los Bomberos de Ensenada dice que a ellos no sólo les toca apoyar desde la logística y los recursos sino también llevar tranquilidad a los familiares cuando hay una emergencia. “Cuando el bombero está en la emergencia el familiar llama al cuartel y aquí se le comunica cuál es el estado de situación. Porque el cuartel siempre está comunicado con el bombero que está en la calle”, dice.

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