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Una mujer escuchó al motorman decir que no andaban los frenos

Norma Barrientos, sobreviviente de la Tragedia de Once y cuya hija murió en el siniestro ferroviario, ofreció ante el T.O.F. Nº 2 un escalofriante relato de los momentos previos al hecho. "Pensé: ¿cuándo va a frenar? Y ahí sentí el impacto", contó

22 de Abril de 2014 | 00:00

Una sobreviviente de la “Tragedia de Once” aseguró hoy ante el tribunal oral que lleva adelante el juicio por el mayor siniestro ferroviario de la historia argentina que el conductor del tren se había quejado antes del choque debido a que “los frenos no funcionaban”.

Norma Barrientos, cuya hija murió en el choque, afirmó ante el Tribunal Oral Federal Número 2 que, al pasar la estación Morón, escuchó al maquinista Marcos Antonio Córdoba expresar que los frenos “no funcionaban”.

"El tren paraba antes de las estaciones. Arrancaba y volvía a frenarse", describió la pasajera, quien recordó que, previamente al impacto, le llamó la atención que al ingresar a la cabecera del andén número dos de la estación de Once, la formación “no bajaba la velocidad”.

“Pensé: ¿cuándo va a frenar? Y ahí sentí el impacto. Volé y quedé con un montón de cuerpos encima. Yo gritaba el nombre de mi hija… Creí que había perdido la pierna. A las cuatro de la madrugada me enteré que mi hija estaba muerta”, relató, entre sollozos.

La primera jornada de testigos en el juicio oral por la Tragedia de Once tuvo momentos estremecedores por los relatos de los sobrevivientes, pero también detalles indicativos de lo que estaba ocurriendo desde antes con el ferrocarril Sarmiento.

“Viajamos como ganado. Nos pisan, nos empujan, cualquier cosa por un asiento. Hace 12 años que tomo el Sarmiento y siempre fue lo mismo”, describió la mujer, que como consecuencia de las lesiones estuvo siete meses postrada en una silla de ruedas.

Al recordar a su hija, quien viajaba sentada en el mismo vagón, se quebró y exclamó: “No sé si quiero seguir viviendo”.

Antes había declarado otra testigo, Natalia Meza, quien como consecuencia del siniestro todavía se moviliza con muletas.

Su relato corroboró que “la gente después del accidente comentaba que el tren se pasó de la estación en Caballito".

También corroboró las condiciones en que viajaba en el ferrocarril: “Pasa todos los días que el tren está lleno. Te empujan y subís. En los últimos años ni siquiera controlaban los boletos, nunca me lo pidieron. No vi ninguna mejora en siete años, siempre había demoras".

Sobre el momento del impacto, recordó que “entró rápido a la estación el tren, pensé que faltaba más para llegar".

RELATOS ESTREMECEDORES

Después del accidente de Once Natalia Meza fue operada más de 30 veces, tiene que caminar con muletas por una fractura expuesta en una de sus piernas y no pudo volver a trabajar.

"Para rescatarme tuvieron que sacarme un muerto de encima", contó Meza en el juicio.

Meza fue la última persona rescatada del primer vagón del tren, cinco horas después del choque: "No me podía casi mover de la cintura para abajo. Me movía y el dolor era cada vez mayor".

La mujer recordó que durante todo el viaje escuchó a un niño de cuatro años que hablaba con su madre, pero después del choque ya no lo oyó: el niño murió en el hall de la estación cuando lo atendían.

Después del accidente, gente de TBA, concesionaria de la línea Sarmiento, le pidió que no hablara más del tema en los medios y le ofreció a su papá un departamento.

"Se acercaron a mi papá de TBA, creo que un señor que se llamaba Marcelo, para que no los critique por radio. Decían que los hacía quedar mal a ellos y le quisieron dar un departamento a mi papá", manifestó.

Maximiliano Villalba viajaba el 22 de febrero del 2012 en el primer vagón del tren que chocó en la estación de Once y estuvo cuatro horas atrapado entre cuerpos y asientos hasta ser rescatado.

"Los bomberos con una soga nos intentaban sacar pero no sabían cómo hacerlo porque estábamos todos pegados. Nos ponían aceite y agua para que nos despegáramos de la gente", recordó Villalba al declarar hoy como testigo ante el Tribunal Oral Federal 2.

"Había mucha gente pegada entre sí, gente debajo mío. Me orinaron. La gente estaba desesperada. Fue un desastre", agregó, y recordó que un hombre quedó atrapado y para sacarlo tenían que cortarle las piernas.

Villalva contó que el accidente le provocó "mucho daño psicológico. Había días que llamaba al SAME dos o tres veces porque sufría como una presión en la que sentía que se me salía el corazón".

Sobre el funcionamiento del tren el día de la tragedia, el testigo dijo que la formación anduvo mal desde la estación de Moreno.

"No lo querían sacar porque andaba mal. Tardaron 30 minutos en sacarlo. La gente decía que el motorman no quería seguir porque el tren andaba mal. Para mí el motorman sabía, pero le hicieron continuar la marcha porque estaba lleno de gente y si lo hacían parar se iba a armar lío", dijo Villalba

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