Importancia de la voz de los vecinos en la lucha contra la inseguridad en la Región

El cada vez más insistente reclamo de los vecinos platenses de mayores niveles de seguridad, reflejado a través de asambleas en las que formulan planteos y sugerencias a las autoridades policiales y de la administración, así como las distintas acciones y estrategias que se impulsan en numerosos barrios para enfrentar el creciente fenómeno delictivo, constituyen claros testimonios de la preocupación de una comunidad que se ve cada vez más agobiada por una violencia callejera que no deja de golpear.

El último de los encuentros fue protagonizado por vecinos del Barrio Norte, que anunciaron la decisión de encarar ahora el tema de la inseguridad como eje de un accionar, hasta ahora dedicado a enfocar otras cuestiones de interés común como las de la inundaciones que afectaron a esa zona. Sin embargo, la última sucesión de delitos definió un nuevo rumbo para la asociación vecinal que los nuclea.

Luego del requerimiento formulado a la policía para que destine más personal y patrulleros, los asambleístas acordaron con los jefes policiales integrar un grupo de whatsApp que funcione solamente para los alertas, y, seguros como están de que el problema es integral, decidieron conformar una comisión de seis vecinos con mandato de la Asamblea, para llevar los reclamos a las fiscalías.

Lo cierto es que la población platense no deja de estar acosada por la persistencia e intensidad de una actividad delictiva que, por su sola vigencia, no deja de marcar fracasos oficiales en el manejo del tema de la seguridad.

Cabría señalar que la sola enumeración de las frustraciones, básicamente originadas en los últimos años en la aplicación de políticas erráticas, contradictorias unas de otras, exigiría un espacio del que no se dispone. Sólo alcanzaría con reseñar que, casi sin solución de continuidad la fuerza policial provincial se vio impulsada primero por consignas garantistas y luego por la mano dura, para tener allí un ejemplo de la nociva tendencia pendular que se ha seguido desde hace décadas y que, como saldo, ha dejado en todos la convicción de que volver a índices aceptables de seguridad llevará un tiempo prolongado de ejecución de políticas acertadas.

No deben existir -y menos aún para un tema tan complejo como el de la inseguridad- soluciones mágicas ni panaceas. Pero la simple voz de los vecinos, de quienes conocen a fondo la vida de los barrios y muchos de ellos, además, que recuerdan el mucho más eficaz servicio que prestaba la policía décadas atrás, justamente cuando más estrecha era la relación entre las comisarías y los vecindarios, pareciera marcar un rumbo que las autoridades policiales debieran explorar.

Se ha experimentado tanto en los últimos años, se han forzado tantas marchas y contramarchas a partir de concepciones doctrinarias opuestas, que nada costaría con darle curso a estas sugerencias, que surgen del simple sentido común de los protagonistas de la vida social y que cuentan, además, con el antecedente de haber resultado exitosas en países que se caracterizan por la excelencia de sus fuerzas policiales.