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CLAVES DE UNA DECISION INQUIETANTE

CLAVES DE UNA DECISION INQUIETANTE
23 de Febrero de 2000 | 01:00
Héctor y Pablo Piqueras, propietarios de la Casa Piro S.A., pasaron ayer por City Bell para ultimar detalles de su mudanza a Brasil. Tras pasar el fin de semana en el Estado de Paraíba, donde planean instalar la planta en pocos meses más, los empresarios accedieron a conversar con EL DIA y ratificaron que ya tienen todas las gestiones encaminadas para emigrar.
"Nosotros realmente lamentamos tener que tomar esta decisión, pero la veníamos madurando desde que se devaluó el real", explica Héctor Piqueras antes de tomar asiento en su oficina. "Ya antes exportábamos a Brasil, pero cuando a mediados de enero perdimos una licitación frente a una importación coreana por un millón de jeringas por 0,0003 centavos por unidad, es decir, por un valor final de 300 pesos, eso fue la gota que rebalsó el vaso".
En estos momentos, la Casa Piro produce tres millones de jeringas mensuales -una brusca caída desde su pico de producción de 9 millones-, lo que llevó a Piqueras padre a viajar a Brasil, más precisamente al estado de Paraíba. "Allí nos recibió a los empresarios el propio gobernador, quien nos ofreció posibilidades y nos garantizó el apoyo estatal", comenta, "igual que acá, que venimos gestionando audiencias con funcionarios desde hace un mes y medio y nadie nos recibe".
Más aún, no sólo no son recibidos por las autoridades nacionales, provinciales o municipales argentinas, sino que ayer tuvieron una inspección municipal en la planta de City Bell. "Según nos dijo la propia inspectora", comenta Pablo Piqueras, "la Municipalidad se enteró que nos marchamos por el diario y decidió enviar una inspección a ver si teníamos todo en orden". Entre irónico e indignado, agrega, "parece que nos estuvieran tomando el pelo".
Héctor Piqueras comienza a desgranar las razones de la mudanza ofreciendo un ejemplo muy puntual: "En Paraíba, el valor de las tierras fiscales dentro de los parques industriales es muy bajo". Y con una sonrisa agrega: "Los brasileños no regalan las tierras, sólo la ofrecen a 50 centavos la hectárea y, el valor final, pagadero a 10 años".

En la misma línea, añade Héctor, "el estado de Paraíba ofrece galpones industriales ya construidos o a construir por el propio gobierno a sólo 17 dólares el metro cuadrado". Para pagarlo, ofrecen tres años de financiación sin intereses y, además, un año de gracia.
Mientras padre e hijo siguen mostrando documentos, datos y cifras, la planta de City Bell se encuentra de vacaciones aunque planean reabrirla hasta que el traslado se concrete. Por lo pronto, el 18 de marzo firmarán el acuerdo y, desde ese mismo día, comenzarán a comprar en Brasil instalaciones y maquinarias especiales, para las que Héctor recuerda otras facilidades fiscales: "El plan que nos ofrecen para la financiación de las maquinarias es a 10 años, con tres años de gracia de por medio y por el 80 por ciento del valor total".
Pero incluso el régimen impositivo es más accesible en el socio más poderoso del Mercosur. "El ICMS, algo así como el IVA brasileño, está en el 17 por ciento", comenta Pablo, quien probablemente sea el miembro de la estructura familiar que deba radicarse en Paraíba por los próximos meses. "Pero además de la diferencia en el porcentaje, allá nos ofrecen 10 años de diferimiento para pagarlo y con una quita mensual por la que finalmente pagaremos apenas el 20 por ciento del total". Su padre, agrega: "Y en algunas otras regiones de Brasil, la exención llega a ser completa".
La planta ubicada en la intersección del Camino General Belgrano y la calle 10 ocupa a 200 operarios especializados en el tratamiento del plástico, algo que Héctor Piqueras sostiene que tampoco representará un obstáculo a la hora de mudarse: "El estado de Paraíba nos anunció que se hace cargo de que los obreros se especialicen en universidades públicas y luego, si nosotros les pedimos 20 operarios, nos envían 40 para que elijamos".
Mientras el salario mínimo en Brasil es, según los Piqueras, de 120 reales, es decir, entre los 65 y 70 dólares, los sueldos en bruto de los operarios de la Casa Piro en Brasil treparán hasta los 180 reales, unos 90 ó 100 dólares. Como contrapartida, un empleado argentino con idéntica capacitación percibe un sueldo que ronda entre los 600 y los 700 pesos.
"Una de las pocas variantes que se equiparan en ambos países son las cargas sociales", dice Pablo Piqueras, "pero la diferencia a favor de Brasil proviene de que el Estado exime de la mitad de las cargas a las empresas que ofrecen capacitación a sus empleados, sea enseñanza de inglés, computación u otras posibilidades similares".
Todos estas ventajas, explica su padre, Héctor, repercuten en el precio final de los productos brasileños. Mientras muestra un fax enviado por una empresa de San Pablo a la que intentó ofertarle las jeringas que fabrica aquí, sostiene: "El precio argentino no puede competir con Brasil ni aún vendiendo al costo, pero si nos instalamos allá, copamos el mercado brasileño de 900 millones de jeringas anuales y, además, terminamos vendiendo en Argentina más barato que si nos quedáramos acá".
"Nuestro único costo importante al radicarnos allá pasa por el flete marítimo", explica Pablo. "En Brasil te facilitan prácticamente todo y, si por lo que fuera, al empresario le va mal, allá no se preocupan demasiado porque el Gobierno mantiene prendas sobre las maquinarias e hipotecas sobre las maquinarias y la planta que, llegado el caso, hace que se lo queden ellos y uno no deba hacerse más problema".
SILENCIO Y PAPELON DE LAS AUTORIDADES ARGENTINAS
En nuestro país, la actitud de los funcionarios públicos es muy distinta a la mostrada por sus pares brasileños, y esto es lo que más molesta a los Piqueras. "Nosotros no pedimos que el Gobierno nacional, la Provincia o la Municipalidad nos ofrezcan facilidades fiscales como las que nos hacen en Brasil", comenta Héctor, "sólo que demuestren con medidas y hechos concretos su interés en mantener a la industria nacional".
Sin embargo, el silencio fue la única respuesta hasta ayer, según los empresarios. "No hemos tenido ni noticias de la Municipalidad de La Plata, pero hoy (por ayer) nos vinieron a hacer una inspección", destaca Héctor. Según comentó la propia inspectora a los empresarios, "vinieron a ver si habíamos pagado todo antes de irnos".
Pero incluso este accionar de la Municipalidad platense parece importarles poco a los propietarios de la Casa Piro, al igual que la aprobación o no de la reforma laboral en el Congreso nacional. Según Héctor Piqueras, de ser sancionada, la reforma no cambiaría su decisión de marcharse: "La ley laboral siempre ayudaría a los empresarios argentinos para erradicar de una vez un régimen tan atrasado como el que tenemos, pero para nosotros ya sería demasiado tarde y no modificaremos nuestra postura de emigrar por eso".
Incluso la sanción de una nueva ley regulatoria de las Pymes -"Pequeñas y Medianas Empresas"- tampoco cambiará la decisión de la Casa Piro. "Nosotros somos una Pyme", puntualiza Pablo, "y toda esta ola de éxodos se relaciona más con algo político que con cualquier medida puntual. El Estado nacional debe preocuparse por la suerte de la industria argentina".
De hecho, el 70 por ciento de las 210 millones de jeringas que vende la Casa Piro S.A. por año es al sistema público de salud. Así, los empresarios destacan lo fundamental que resulta que el Gobierno defienda la vigencia de la idea "Compre Argentino" en sus hospitales, centros de salud e institutos médicos cuando ocurran empates técnicos en los precios de los productos nacionales y extranjeros.
Por el contrario, el silencio y la omisión de las esferas públicas acelera el éxodo industrial. "En los últimos noventa días, sabemos que más de 200 empresas visitaron la embajada de Brasil en la búsqueda de información específica", puntualiza Héctor Piqueras, "y en el mismo período, 51 empresas se marcharon". Entre ellas, señala, "al mismo estado que nosotros iremos, Paraíba, se marchó Alpargatas".
Ahora, mientras los Piqueras -herederos de una empresa familiar que dio sus primeros pasos durante la década del '40- afinan el lápiz y cierran sus cuentas para iniciar el viaje definitivo hacia el Brasil, donde calculan recuperar todos los gastos propios de una mudanza de este tipo en apenas cinco ó siete años, la región deberá prepararse, al menos, para acoger a otros 200 operarios que quedarán sin trabajo.
"Quisiéramos llevarle tranquilidad a nuestra gente y de hecho nos reuniremos con ellos en los próximos días para comunicarles los detalles de todo lo que estamos haciendo", señala Héctor Piqueras, "pero más no podemos hacer y realmente lo sentimos por ellos".

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