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Alcohol y adolescencia: nuevos datos sobre las graves secuelas físicas

Hasta ahora, las investigaciones científicas habían comprobado que consumir alcohol de forma crónica durante la juventud podía aumentar los riesgos de contraer problemas hepáticos, gástricos, en el sistema inmunológico y hasta daño cerebral. Pero las amenazas del abuso de la bebida durante la edad de maduración sexual podrían extenderse mucho más allá. En el mediano plazo, los adolescentes que hoy consumen alcohol de forma crónica o "social" estarían expuestos a severas alteraciones en la conducta sexual, disminución de la líbido y el deseo, cambios en la producción de testosterona y hasta hipogonadismo. La alarmante predicción se desprende de las conclusiones de un estudio que realizan investigadores españoles sobre los efectos en el sistema endócrino del consumo de alcohol en los organismos durante la etapa de maduración sexual. El trabajo -que se desarrolla en el departamento de Biología de la Universidad Complutense de Madrid- fue presentado esta semana a científicos platenses en el Instituto de Biología Celular de la CIC y el CONICET. La investigación toma como base el comportamiento físico de las ratas ante la exposición sostenida al alcohol. A partir de ese modelo, el análisis del sistema endócrino investigado arrojó resultados que la directora del proyecto, la científica española Ana Esquifino, no duda en calificar como "muy importantes". El consumo sostenido de alcohol (es decir, en varios días de la semana) y "social" (una importante cantidad pero en pocos días de la semana) repercute negativamente en la función gonadal de producción de hormonas sexuales. Y podría afectar, a futuro, en el aspecto reproductivo. Estos resultados obtenidos en animales, claro, deberán ser trasladados luego al organismo humano. "Pero podemos decir que en un 99,9 por ciento de los casos se corroboran. Es que a pesar de estar alejados de nosotros, los mecanismos de los roedores se manifiestan igual", afirma Esquifino. Para los especialistas consultados, los datos que se desprenden de esta investigación "se conocían a grandes rasgos, pero aún no habían sido estudiados profundamente". Así lo señala, por caso, la doctora platense Silvia Ranze, que tiene una larga experiencia en el tratamiento de pacientes con problemas con el alcohol en comunidades terapéuticas y centros asistenciales. "El impacto del consumo de alcohol en el aparato reproductor es claro, porque el consumo afecta a las células que intervienen en la fecundidad. Además, hay una evidente pérdida de la potencia sexual tanto en mujeres como en hombres. Esto no está muy estudiado en humanos, pero se sabe a grandes rasgos que desemboca en una falta de deseo porque altera el sistema neuroendócrino", afirma Ranze. Las conclusiones del trabajo presentado en La Plata vuelven a encender una luz de alarma sobre las consecuencias en el cuerpo de una conducta que, a juzgar por los estudios de organismos públicos, cada vez se naturaliza más entre los jóvenes. En efecto, según los datos surgidos de la Segunda Encuesta Nacional a estudiantes de Enseñanza Media, la prevalencia de consumo de alcohol en la provincia de Buenos Aires ronda el 50%. EL IMPACTO EN EL CUERPO El diagnóstico que dibujan los especialistas en la relación entre jóvenes y alcohol también incluye un panorama claro sobre los hábitos de consumo. En nuestro país, indican, lo más frecuente es que los adolescentes no tomen o tomen poco durante la semana y que consuman en grandes cantidades el viernes y sábado a la noche. A pesar de que, según la creencia popular, beber sólo un par de días a la semana no implica mayores riesgos para la salud, la investigación de los científicos españoles demuestra que el impacto puede ser el mismo. "Ambas conductas repercuten en todo lo que tenga que ver con la función gonadal. Lo que está claro es que los dos tipos de consumos van a generar a la larga un hipogonadismo y, por lo tanto, algunas alteraciones en la conducta sexual como la disminución de la líbido de la apetencia", explica. "La frase que escucho muchas veces es: 'yo bebo sólo un día o dos a la semana'. Y este trabajo, justamente, es una contribución para demostrar qué se altera en el cuerpo cuando se abusa de alcohol, aún cuando se lo hace de forma social, los fines de semana", señala la investigadora Ana Esquifino. Así, al presentar los resultados de su trabajo, Esquifino pone énfasis en subrayar que el impacto en el sistema endócrino que trae aparejado el consumo desmedido de alcohol se produce cuando se bebe muchos días a la semana pero también cuando se lo hace uno o dos días pero en grandes cantidades. "Quizás, entonces, la llamada de atención para muchos jóvenes tenga que venir desde un punto más técnico. Mostrarles que el abuso del alcohol no es bueno, aunque se haga de manera alternada y social", afirma. Aunque se muestra cauta y prefiere no sacar conclusiones que excedan los límites de su investigación, Esquifino asegura que, en el futuro, las generaciones expuestas a los actuales hábitos de consumo de alcohol podrían sufrir inconvenientes en las funciones reproductivas. "Evidentemente hay muchos problemas. Cuando uno habla con un andrólogo o con un ginecólogo marcan alteraciones evidentes. Pero ese no es exactamente mi campo. Desde mi investigación, sólo puedo decir que el consumo prolongado de alcohol modifica la actividad gonadal y lo hace de una manera negativa, es decir, disminuyendo la actividad", explica. Este aspecto también es destacado por los especialistas locales. "Cuando se consume alcohol hay un aumento del deseo sexual, pero que progresivamente desemboca en la disminución del deseo y de la potencia. Incluso, a largo plazo puede generar inconvenientes en el aspecto reproductivo. Como hay una alteración celular, el abuso puede desembocar en infertilidad", señala Silvia Ranze. OTRAS CONSECUENCIAS Si, como afirma Esquifino, los resultados de su investigación en animales pueden trasladarse con un 99,9% de eficacia a los humanos, cientos de miles de adolescentes argentinos podrían sufrir las consecuencias del consumo de alcohol desmedido en el mediano plazo. Para los especialistas, las consecuencias más preocupantes de esta práctica "habitual" entre chicos están relacionadas a las alteraciones en la conducta y a los efectos psicológicos y psiquiátricos que trae aparejado el abuso de la bebida. "Sabemos que el alcohol repercute en el sistema digestivo, por ejemplo, con la irritación a nivel gástrico. Además, aumenta la producción de ácido clorhídrico, lo que desemboca en gastritis, en úlceras. Y, si hablamos a nivel digestivo, el hígado es el órgano más afectado", explica la doctora platense Silvia Ranze. Además, destaca, a largo plazo el alcohol repercute muy negativamente en el aspecto nutritivo del organismo. "Generalmente, lo que se presenta es una disminución del apetito. Como el individuo no se alimenta bien a causa de la bebida, se puede producir avitaminosis, que desemboca en carencias nutritivas", indica. Al actuar como un depresor del sistema nervioso central, el alcohol trae aparejado, con el correr del tiempo, la posibilidad de secuelas en las funciones cerebrales, afirman los expertos. "Se observa la falta de autocrítica y consecuencias en la motricidad y coordinación. A nivel psiquiátrico, además, aparecen las depresiones, que son origen y resultado de la ingesta de la dependencia a la bebida".

16 de Abril de 2006 | 00:00
Hasta ahora, las investigaciones científicas habían comprobado que consumir alcohol de forma crónica durante la juventud podía aumentar los riesgos de contraer problemas hepáticos, gástricos, en el sistema inmunológico y hasta daño cerebral.

Pero las amenazas del abuso de la bebida durante la edad de maduración sexual podrían extenderse mucho más allá. En el mediano plazo, los adolescentes que hoy consumen alcohol de forma crónica o "social" estarían expuestos a severas alteraciones en la conducta sexual, disminución de la líbido y el deseo, cambios en la producción de testosterona y hasta hipogonadismo.

La alarmante predicción se desprende de las conclusiones de un estudio que realizan investigadores españoles sobre los efectos en el sistema endócrino del consumo de alcohol en los organismos durante la etapa de maduración sexual. El trabajo -que se desarrolla en el departamento de Biología de la Universidad Complutense de Madrid- fue presentado esta semana a científicos platenses en el Instituto de Biología Celular de la CIC y el CONICET.

La investigación toma como base el comportamiento físico de las ratas ante la exposición sostenida al alcohol. A partir de ese modelo, el análisis del sistema endócrino investigado arrojó resultados que la directora del proyecto, la científica española Ana Esquifino, no duda en calificar como "muy importantes". El consumo sostenido de alcohol (es decir, en varios días de la semana) y "social" (una importante cantidad pero en pocos días de la semana) repercute negativamente en la función gonadal de producción de hormonas sexuales. Y podría afectar, a futuro, en el aspecto reproductivo.

Estos resultados obtenidos en animales, claro, deberán ser trasladados luego al organismo humano. "Pero podemos decir que en un 99,9 por ciento de los casos se corroboran. Es que a pesar de estar alejados de nosotros, los mecanismos de los roedores se manifiestan igual", afirma Esquifino.

Para los especialistas consultados, los datos que se desprenden de esta investigación "se conocían a grandes rasgos, pero aún no habían sido estudiados profundamente".

Así lo señala, por caso, la doctora platense Silvia Ranze, que tiene una larga experiencia en el tratamiento de pacientes con problemas con el alcohol en comunidades terapéuticas y centros asistenciales.

"El impacto del consumo de alcohol en el aparato reproductor es claro, porque el consumo afecta a las células que intervienen en la fecundidad. Además, hay una evidente pérdida de la potencia sexual tanto en mujeres como en hombres. Esto no está muy estudiado en humanos, pero se sabe a grandes rasgos que desemboca en una falta de deseo porque altera el sistema neuroendócrino", afirma Ranze.

Las conclusiones del trabajo presentado en La Plata vuelven a encender una luz de alarma sobre las consecuencias en el cuerpo de una conducta que, a juzgar por los estudios de organismos públicos, cada vez se naturaliza más entre los jóvenes.

En efecto, según los datos surgidos de la Segunda Encuesta Nacional a estudiantes de Enseñanza Media, la prevalencia de consumo de alcohol en la provincia de Buenos Aires ronda el 50%.

EL IMPACTO EN EL CUERPO

El diagnóstico que dibujan los especialistas en la relación entre jóvenes y alcohol también incluye un panorama claro sobre los hábitos de consumo. En nuestro país, indican, lo más frecuente es que los adolescentes no tomen o tomen poco durante la semana y que consuman en grandes cantidades el viernes y sábado a la noche.

A pesar de que, según la creencia popular, beber sólo un par de días a la semana no implica mayores riesgos para la salud, la investigación de los científicos españoles demuestra que el impacto puede ser el mismo.

"Ambas conductas repercuten en todo lo que tenga que ver con la función gonadal. Lo que está claro es que los dos tipos de consumos van a generar a la larga un hipogonadismo y, por lo tanto, algunas alteraciones en la conducta sexual como la disminución de la líbido de la apetencia", explica.

"La frase que escucho muchas veces es: 'yo bebo sólo un día o dos a la semana'. Y este trabajo, justamente, es una contribución para demostrar qué se altera en el cuerpo cuando se abusa de alcohol, aún cuando se lo hace de forma social, los fines de semana", señala la investigadora Ana Esquifino.

Así, al presentar los resultados de su trabajo, Esquifino pone énfasis en subrayar que el impacto en el sistema endócrino que trae aparejado el consumo desmedido de alcohol se produce cuando se bebe muchos días a la semana pero también cuando se lo hace uno o dos días pero en grandes cantidades.

"Quizás, entonces, la llamada de atención para muchos jóvenes tenga que venir desde un punto más técnico. Mostrarles que el abuso del alcohol no es bueno, aunque se haga de manera alternada y social", afirma.

Aunque se muestra cauta y prefiere no sacar conclusiones que excedan los límites de su investigación, Esquifino asegura que, en el futuro, las generaciones expuestas a los actuales hábitos de consumo de alcohol podrían sufrir inconvenientes en las funciones reproductivas.

"Evidentemente hay muchos problemas. Cuando uno habla con un andrólogo o con un ginecólogo marcan alteraciones evidentes. Pero ese no es exactamente mi campo. Desde mi investigación, sólo puedo decir que el consumo prolongado de alcohol modifica la actividad gonadal y lo hace de una manera negativa, es decir, disminuyendo la actividad", explica.

Este aspecto también es destacado por los especialistas locales. "Cuando se consume alcohol hay un aumento del deseo sexual, pero que progresivamente desemboca en la disminución del deseo y de la potencia. Incluso, a largo plazo puede generar inconvenientes en el aspecto reproductivo. Como hay una alteración celular, el abuso puede desembocar en infertilidad", señala Silvia Ranze.

OTRAS CONSECUENCIAS

Si, como afirma Esquifino, los resultados de su investigación en animales pueden trasladarse con un 99,9% de eficacia a los humanos, cientos de miles de adolescentes argentinos podrían sufrir las consecuencias del consumo de alcohol desmedido en el mediano plazo.

Para los especialistas, las consecuencias más preocupantes de esta práctica "habitual" entre chicos están relacionadas a las alteraciones en la conducta y a los efectos psicológicos y psiquiátricos que trae aparejado el abuso de la bebida.

"Sabemos que el alcohol repercute en el sistema digestivo, por ejemplo, con la irritación a nivel gástrico. Además, aumenta la producción de ácido clorhídrico, lo que desemboca en gastritis, en úlceras. Y, si hablamos a nivel digestivo, el hígado es el órgano más afectado", explica la doctora platense Silvia Ranze.

Además, destaca, a largo plazo el alcohol repercute muy negativamente en el aspecto nutritivo del organismo. "Generalmente, lo que se presenta es una disminución del apetito. Como el individuo no se alimenta bien a causa de la bebida, se puede producir avitaminosis, que desemboca en carencias nutritivas", indica.

Al actuar como un depresor del sistema nervioso central, el alcohol trae aparejado, con el correr del tiempo, la posibilidad de secuelas en las funciones cerebrales, afirman los expertos. "Se observa la falta de autocrítica y consecuencias en la motricidad y coordinación. A nivel psiquiátrico, además, aparecen las depresiones, que son origen y resultado de la ingesta de la dependencia a la bebida".

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